11 - Campanillas y puntadas

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—Le agradaste muchísimo a mi madre ayer—dijo saliendo de la panadería. Algunos días "Alonso" lo acompañaba a casa

—Y ella a mí, tu madre es tan maja —respondió poniendo su brazo sobre el hombro del menor

—Si... y bueno me dijo que ha escuchado como te he dejado entrar algunas noches

—¿QUÉ? —frenó en seco al escuchar aquello

—Yo también me asuste, pero dijo que estaba bien, que lo entendía pero que ya no lo hagas porque es peligroso —añadió con un poco de rubor en sus mejillas.

Fargan soltó una risa y se relajó ante el comentario, nunca habían hecho nada más allá de darse algunos besos subidos de tono, pero aun así le apenaba mucho que la madre de Alex se hubiera dado cuenta.

—Bueno, lo dejaremos en saludos por la ventana nada más —respondió un poco más tranquilo

—Dijo que puedes venir a verme más temprano, además que ella estaría feliz de que llegues a cenar con nosotros. Aparentemente le encantó tener con quien burlarse de mí —dijo fingiendo molestia

—Anda Pelayo no seas así —no logró contener una carcajada por su propio comentario. Alejandro solo negó con la cabeza

—Y me preguntó si eras mi novio —jugueteaba con sus manos nervioso, tenía miedo de hacer incómoda la situación

—¿Y qué le dijiste?

—Pues la verdad, que no. Porque no lo somos ¿o sí? —dijo levantando la mirada.

Fargan puso su mano en la barbilla haciendo el típico ademan de "estoy pensando". Aprovechando que estaban pasando por el parque del pueblo se desvió un poco y arrancó una de las campanillas que crecían allí.

—Alesby ¿Te gustaría ser mi novio? —dijo entregándole las flores

—Por supuesto que sí —respondió con la mayor sonrisa posible. Tal vez el gesto de las flores no había sido gran cosa, pero a él le había parecido sumamente romántico.



Cada vez que veía aquellas campanillas revivía esa tarde, y habían vuelto una costumbre sentarse algunas tardes en aquel viejo parque. Aun ahora que el invierno había llegado y casi no había flores en el camino.

Esa tarde estaban esperando al mensajero de la clínica. Se sentaron y Alex acomodó su cabeza en el pecho del otro y su mano en el costado como lo hacía de costumbre. Fargan hizo un pequeño sonido de molestia cuando sintió la presión sobre aquel punto

—¿Qué pasa? —dijo levantándose asustado

—Nada, me caí ayer pero no pasa nada —respondió volviendo a acomodarlo en la posición que estaban.

Lo dijo bastante tranquilo así que Alejandro decidió no darle mucha importancia —Mamá quiere que pases la noche vieja con nosotros

—Me encantaría, pero es de los días con más movimiento y Risas me mataría si no aparezco —dijo algo apenado

—Sí, supuse que pasaría algo así, le dije que tal vez irías a ver a una tía en Lucero

—Lo siento —respondió con media sonrisa —Sabes que odio mentirle

—Sí lo sé, aunque si le decimos la verdad puede que le dé un infarto —respondió con una pequeña risa.

Vieron pasar el pequeño camión que llevaba las medicinas a la clínica y se levantaron de inmediato. Gracias a la ayuda de Fargan había logrado ahorrar lo suficiente para comprar el tratamiento para los próximos dos meses.

Alejandro entró a buscar al médico que solía atender a su madre mientras Fargan lo esperaba en el lobby. Luego de unos momentos apareció una de las interinas que lo atendió un par de noches atrás

—Ey tu eres el chico de la otra noche ¿Se te ha abierto la herida? —dijo al reconocerlo

—¿Qué? Ah no no, estoy bien, solo espero a alguien

—Bueno me alegra, recuerda que luego de 10 días tienes que regresar para que te quiten los puntos —dijo antes de seguir su camino y entrar a una de las salas

—¿Para que te quiten LOS QUÉ? —Para su mala suerte en ese momento regresó su novio a la recepción

Fargan le dedico una falsa sonrisa, no quería que Alejandro se enterara de aquello —No es mayor cosa lo juro. El rostro de Alex era una mezcla de preocupación, molestia y tristeza

—¿Qué pasó en realidad?

El mayor dejó salir un suspiro —Aquí no, te lo contaré en tu casa.

Caminaron todo el camino en silencio, cuando llegaron apenas saludaron a Catalina antes de subir. Una vez en su habitación Alejandro lo obligó a enseñarle lo que sea que estaba escondiendo.

Fargan se quitó la camisa dejando ver una venda que cubría gran parte de tu pecho, se la quitó poco a poco enseñando varios moretones y una herida cerca de sus costillas, con quizás unos 6 u 8 puntos. Alex lo veía bastante asustado

—La semana pasada llegó la tanda de nuevos. No conocen el pueblo y yo tenía que vigilarlos y entrenarlos por decirlo así. La noche que me quede a cenar con ustedes atraparon a uno de los chicos. Fue en parte mi culpa, al menos así lo vio Risas así que... pasó esto. Tengo que decirte que me fue bien, los castigos en la hermandad no son bonitos

—Sabía que no tenía que hacer que te quedaras tan tarde —dijo Alex negando con la cabeza sintiéndose culpable

—Pues yo no me arrepiento de nada, fue una cena muy linda. Todas las noches paso entre esas ratas, tu eres mi escapatoria de ese mugrero y cada segundo que paso con ustedes vale la pena, eres mi angelito Alesby

Estaba sumamente enternecido por esas palabras, aunque aún se sentía algo culpable —¿Por qué no me lo dijiste?

Fargan se encogió de hombros —No quería preocuparte, además no hay nada que pudieras hacer —dijo halándolo para darle un abrazo, al cual Alexby respondió colocando sus brazos más abajo que de costumbre para evitar aquella zona

—Como quisiera que pudieras huir de esas ratas

—Algún día cariño, algún día

Nuestra Promesa - FargexbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora