22 - Sin hogar

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La primera vez que intentó tener esa conversación con él fue hace casi 4 meses, regresaban de su cita en el médico con las mismas malas noticias de siempre. Alejandro ni siquiera se veía molesto ya, simplemente se veía derrotado.

—Mi vida, quiero que seas fuerte, sé que va a ser duro cuando yo no... —dijo tomando su mano, pero Alejandro la apartó rápidamente.

—No. No sigas mamá —se levantó de la mesa y se alejó unos cuantos pasos —sé por donde va esto y por favor no sigas —dijo antes de huir hacia la cocina con la excusa de preparar la cena.


La segunda vez fue un mes después, cuando Alejandro estaba leyéndole un libro para pasar el rato. Ambos estaban tumbados en la cama de Catalina, disfrutando de la historia y de su compañía

—¿Quieres que siga o prefieres dormir ya? —preguntó cuando terminó el sexto capítulo

—Dejémoslo por hoy. Cariño, sé que no quieres hablar de esto, pero es algo que va a pasar, y quiero que...

—Exacto mamá, es algo que va a pasar así que no importa que hagamos o que digamos, de todas formas nada va a cambiar —respondió Alejandro levantándose de la cama y arropando a su madre, quien solo dejó salir un suspiro derrotada.


En su tercer intento tuvo un poco más de suerte, al menos logró llegar más lejos. En aquel entonces Alejandro había estado visitando todas las iglesias de los pueblos cercanos, también a algunos supuestos brujos. Estaba buscando desesperadamente alguien que fuera capaz de decirle que podría salvar a su madre, pero nadie había sido capaz de darle la esperanza que necesitaba. Llegó justo cuando la señora Serón se estaba yendo, en cierta parte le agradecía, era de las pocas personas que aun visitaban a su madre luego de tanto tiempo

—¿Cómo te fue corazón? —preguntó su madre mientras él se dejaba caer en el sofá

—Mal —dijo desanimado —¿Qué tal la visita?

—Bien, mira lo que Mirna me trajo —dijo extendiéndole una foto vieja.

En ella aparecían su madre y la señora Serón de jóvenes, pero no reconocía a los otros 3 muchachos de la foto... tal vez el alto era el padre de Jesús pero no estaba seguro —Definitivamente siempre te has visto de maravilla Mamá —dijo sacándole una pequeña risa a Catalina

—El muchacho delgado a mi lado, se llama Jorge, es tu padre —los ojos de Alejandro se abrieron de par en par. Durante toda su vida habría escuchado a su madre hablar de su padre quizás unas 5 veces, 6 a lo mucho.

—No duró mucho en el pueblo así que en realidad esa es la única foto que tenemos juntos —dijo sin dejar de ver la fotografía —Lamento no poder habértelo enseñado antes

—¿Él sabía de mí?

—No —dijo negando levemente con la cabeza —Él... no era exactamente una buena persona, descubrí que estaba embarazada apenas dos semanas antes de que él se fuera, pero decidí que era mejor criarte sola. Antes de irse él dijo que jamás haría nada bueno de mi vida quedándome aquí, pero, te tengo a ti hijo, y no se me ocurre nada mejor que haber hecho con mi vida.

Alex se arrodilló frente a ella y la abrazó mientras luchaba con las lágrimas que comenzaban a acumularse —Eres un buen hombre Alejandro, y con eso me puedo ir tranquila —en cuanto dijo eso Alex perdió la batalla, hundió su cara en su regazo y dejo escapar un par de lágrimas sin dejar de abrazarla.


Su último intento había sido hace un par de días. Ese último mes Alex había renunciado a su trabajo en la panadería para poder estar más con ella, ahora que lo inevitable parecía cada vez más cercano. Ambos lo sabían, aunque Alejandro odiara admitirlo.

—Corazón, quiero que seas feliz —Esta vez no iba a huir, tenía que aceptar aquello. Volteo para verla y tomó su mano —Viaja cariño, vuelve a estudiar, haz todo lo que no has podido hacer —dijo apretando su mano con cierta dificultad

—Lo haré —dijo acariciando suavemente su mano

—La vida es dura y vas a tener que ser fuerte hijo, pero nunca vas a estar solo, porque yo siempre voy a estar contigo —una lágrima se resbaló por la mejilla de Alex mientras asentía —No te limites nunca corazón, sé que vas a conseguir todo lo que quieras. Eres mi felicidad y mi orgullo Alejandro, te amo hijo —añadió su madre sonriendo

—Te amo mamá, quisiera haber podido hacer más

—Hiciste hasta lo extraordinario por mí, corazón

Luego de aquello se mantuvieron abrazados por una hora o quizás más. Esa conversación quedaría por siempre grabada en el corazón de Alejandro, y era todo lo que podía pensar mientras veía como bajaban el ataúd. Ahora su madre estaba al lado de su abuelo y su abuela y toda su familia se encontraba bajo tierra.

Varios de sus vecinos habían asistido al funeral. Curioso como mucha más gente te busca luego de tu muerte. Todos fueron muy amables con él, aunque sabía que lo hacían por lástima, porque se había quedado solo.

La familia de Jesús le había ofrecido si quería quedarse con ellos algunos días, y aunque era muy amable de su parte, rechazó la oferta. Tenía otros planes. Esa misma tarde había buscado a los dueños del almacén para renegociar el trato de la casa. Sin su madre, sin su familia, sin Fargan, aquel pueblo ya no era más su hogar.


***

Una disculpa, créanme que yo también llore con este capitulo :(

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