Eran casi las 8 de la noche, todos en el pueblo sabían que no debían salir cuando anochece, era demasiado peligroso. Aun así no tenía alternativa, sabía que su madre estaba mal y necesitaba la medicina cuanto antes.
—Alejandro no te preocupes, iremos mañana temprano
—Necesitas tomarte eso ya mamá. No te preocupes, son solo unas cuantas calles, volveré lo más rápido que pueda
Lo que sea por ella, se armó de valor y salió a la calle. Gracias a los dioses que no se encontró con nadie peligroso de camino a la farmacia. No estaba abierta, pero el dueño siempre estaba pendiente de la puerta en caso de emergencias. Llamó con un par de golpes y esperó a que apareciera el amable vendedor.
Se sentía observado, pero no era momento de tener miedo. Compro el medicamento y caminó lo más rápido que pudo de vuelta a su hogar. A cinco calles de esta vio como aparecieron dos personas al otro lado de la acera. A cuatro calles notó como aceleraban el paso, a tres, sintió como alguien lo tomaba fuertemente del brazo.
—Mira qué cosa tan bonita tenemos aquí —dijo uno de los sujetos. Ambos iban con vestimenta completamente negra y máscaras en el rostro. Mierda
—Este definitivamente será buena compañía —dijo el otro tomándolo grotescamente del cuello
—¡Suéltenme! —Intentaba zafarse de su agarre, pero era imposible. Ambos hombres eran mucho más grandes que él, y sabía perfectamente que eran de la hermandad oscura.
—Pero ¿Qué hacéis par de inútiles? —dijo una voz detrás de ellos
—Estamos de cacería ¡en este maldito pueblo no hay ningún prostíbulo decente!
—Pues busquen en otro lado que este es de mis mejores clientes ¡Suéltenlo! —otro hombre encapuchado y con mascara había aparecido, pero a diferencia de los otros dos no parecía querer dañarlo.
—Solo vamos a usarlo un par de horas —alegó uno de los hombres
—Espantan a la clientela, luego tendrás que justificarle a Risas que por tus caprichos se perdió a uno de los mejores compradores
Los hombres dejaron a Alejandro y se fueron refunfuñando. No sabía si agradecerle o si salir corriendo, después de todo esta persona también era de la hermandad oscura y no podía confiar en él.
—Si alguna vez te los vuelves a topar diles que buscabas a Fargan por "caramelos de menta" —le dijo el enmascarado. Alejandro no pudo contestar más que asintiendo con la cabeza —Y todos saben que no debes salir a estas horas a así que a tu casa niño —añadió con cierto desdén
Regresó casi corriendo hasta su puerta. Aún sentía su corazón bombear con fuerza y algunas gotas de sudor caer por su rostro. De no ser por ese hombre quién sabe en que callejón estuviera siendo violado. La sola idea le daba escalofríos... un momento, ¿un miembro de la hermandad oscura lo acababa de salvar?
—Qué bueno que ya volviste hijo, me tenías muy preocupada —dijo su madre desde su habitación
No quería preocuparla así que calmó sus nervios lo mejor que pudo y subió a donde estaba ella —Bah no fue nada, te dije que volvería pronto mamá —exclamó casualmente.
Gracias a los medicamentos el dolor y la fiebre de su madre disminuyeron lo suficiente como para que esta pudiera dormir. Un par de horas después Alejandro se encontraba en la ventana de su habitación, viendo hacia la oscuridad de la calle. Afuera una silueta familiar caminaba tranquilamente, reconoció de inmediato la máscara blanca de sonrisa roja. Era quién lo había salvado.
Decidió alejarse de la ventana antes de que su salvador pudiera verlo, se tumbó en su cama viendo al techo y preguntándose ¿Qué tan mala era en realidad la hermandad oscura? O quizás el hombre era un héroe enmascarado que solo pretendía pertenecer a la hermandad. Quizás lo había confundido con alguno de sus clientes... no, de ser así no le hubiera dicho lo de los dulces. Quizás solo había sido un momento de piedad...
Poco a poco fue quedándose dormido mientras se dejaba llevar por sus pensamientos. Sin importar la razón por la que lo hizo, estaba agradecido con aquel hombre.
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Pequeña aclaración, en el punto de inicio de la historia Alexby tiene 16 años y Fargan 19.
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Nuestra Promesa - Fargexby
Fiksi PenggemarAlejandro había aprendido a vivir evitando a las asquerosas ratas de la hermandad oscura, no eran más que viles ladrones, delincuentes desalmados que no dudaban en destruir la vida de los demás. O eso era lo que creía hasta que uno de ellos le salvó...