6 - La bodega

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Decidieron sentarse en el suelo, Alexby apoyando su cabeza en el hombro de Fargan mientras trataba de calmarse

—Lo siento Alesby pero no voy a venderte nada —dijo tomando su mano como muestra de apoyo —estas mierdas no son la forma de salir de los problemas, solo te crearán uno más grande

Alejandro dejó salir un largo suspiro —Tenía que intentarlo —Fargan soltó una pequeña risa ante el comentario

—¿No tienes a nadie con quien hablar de esto?

Alex negó con la cabeza —Mis abuelos fallecieron hace años, desde entonces hemos sido solo mi madre y yo

—Bueno, me tienes a mí —dijo en voz baja. Alexby se separó un poco de él para poder verlo a los ojos —Sé que no somos exactamente mejores amigos pero, pocas personas me han visto sin la máscara así que algo nos traemos entre manos —añadió sacándole una sonrisa al otro

Dejó salir otro suspiro antes de volver a hablar —Tiene lupus, una enfermedad degenerativa y... no se cura, solo se controla. El maldito tratamiento de antimaláricos cuesta casi mi salario y ni siquiera lo consigo en este mugroso pueblo —notó que comenzaba a subir de nuevo la voz —Lo siento, es solo que... Mi abuelo murió de esto mismo, no recuerdo mucho pero, recuerdo que llegó un punto en el que le dolían tanto las articulaciones que casi no podía moverse... no quiero ver a mi madre así y no quiero ni imaginarme no tenerla conmigo

—Ya no recuerdo bien a mi madre —respondió bajando la mirada —Murió cuando yo tenía 9 años. Desde entonces mi familia hemos sido solo mi hermano y yo porque mi padre no era precisamente el hombre más cariñoso del mundo.

—¿Él también está en la hermandad?

Fargan negó con la cabeza desviando su mirada —Mi padre nos golpeaba a ambos, aunque más a mí por ser el mayor, nada de lo que yo hiciera le parecía bien, además que me metía a defender a mi hermano cuando intentaba pegarle a él. Cuando tenía 14 la hermandad llegó a mi pueblo, nos decían que eran como una familia, dónde todos cuidaban de todos y que podríamos divertirnos rompiendo algunas reglas —dejó salir un pequeño bufido —Estaba harto de mi padre así que le dije a mi hermano que huyéramos, pero no quiso. Me sentí tan traicionado, solo pensaba "como elige a ese monstruo antes que a mí" peleamos de una forma en la que nunca lo habíamos hecho. Le grite que nunca quería volver a verlo, tome mis cosas y me fui... No he vuelto a verlo desde entonces, hace un par de años regresé a buscarlo pero, al parecer él también se hartó y se largó.

—Lo siento mucho

—Si bueno... al menos me consuela saber que no entró a la hermandad, no quisiera que estuviera metido en esta asquerosidad de mundo

—¿Y por qué no la dejas? Eres muy buena persona como para seguir allí

Fargan sonrió aunque negó con la cabeza —No lo soy y aunque lo fuera, nadie deja la hermandad, muchos lo han intentado y no termina bien. Aunque muchos no sepamos la vida de los demás, los jefes lo saben todo. No te dejes engañar por ser una banda de criminales, son extremadamente organizados, saben a quién envían a cada pueblo y si alguien no está donde debe pues... —pasó su dedo por su cuello

—¿Y por qué te enviaron aquí?

—Nos turnan a todos para venir, es un pueblo aburrido y a nadie le gusta quedarse por mucho tiempo, pero la hermandad esconde algo muy importante aquí así que siempre debe haber suficiente gente como para cuidarlo. Y no, no te diré que es así que no preguntes —dijo viendo como Alexby hacía un puchero —Aun así, debo admitir que ahora no la paso tan mal, Risas es un buen jefe, mientras no la cagues no se mete contigo. Es una de las razones por las que decidí no regresar a Lucero —dijo volteando a ver a Alexby, quien era la principal razón por la que se había quedado

—Pues me alegra que lo hayas echo —respondió Alejandro con una sonrisa

—Sí, a mí también

En su mente comenzó a revivir aquella noche, aquellos nervios y esa preocupación que lo invadían. Aquella noche de inicios de mayo donde por fin lo dejarían volver a Lucero. Todos los hermanos oscuros de aquel grupo estaban ansiosos por escuchar aquellas noticias. De vuelta a las fiestas, a las explosiones, a los bares y al caos de aquella ciudad que tanto hacían falta en ese pequeño pueblo. Risas les dio la orden y todos corrieron para empacar sus cosas, todos excepto él.

Temeroso se acercó a su líder con la petición de quedarse en aquel pueblo unos meses más. Gracias a los dioses que no le había hecho demasiadas preguntas, su líder aceptó rápidamente la inusual petición, después de todo prefería tener gente de confianza para controlarlos mejor.

Esa noche estaba tan feliz que corrió hasta la casa de Alexby y bailó frente a su ventana, sabía que el chico no entendería nada de lo que estaba pasando, pero no le importaba. Ahora tendría más tiempo para estar con aquel chico que poco a poco le robaba el corazón

—¿Fargan? —no se había dado cuenta de que pensó todo aquello viendo fijamente a Alexby

—Lo siento lo siento, estaba recordando algo —dijo apenado, con suerte lo tenue de la luz no dejaría ver el sonrojo en su rostro —Debería llevarte a casa antes de que se haga más tarde, anda vamos

Se levantaron y Fargan cogió su máscara para ponérsela de nuevo. Alejandro se sintió un poco decepcionado, quería seguir viendo al verdadero Fargan, aunque sabía que no podía salir a la calle sin ella. Llegaron sin problemas a casa del menor, despidiéndose rápidamente para evitar que alguien los viera.

Una vez dentro de su casa Alex empezó a ser consciente de todo lo que había pasado. Fargan había sido capaz de calmarlo, le había demostrado que confiaba en él, le mostró su rostro. Su rostro. La imagen seguía dando vueltas en su cabeza mientras recordaba aquel abrazo. Tardó en darse cuenta de lo fuerte que estaba latiendo su corazón... oh no.

Nuestra Promesa - FargexbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora