Uno

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*Aquí he juntado tanto el capítulo uno como el dos, ya que eran muy cortos, por eso verán un pequeño, no gran, salto de tiempo.

¡Y oficialmente empezamos el fic!

-Toma bien el arco, mocoso - Jin Ling le saca la lengua, pero para su suerte, su tío desvía la mirada cuando lo hace - si crees que no lo vi, creíste mal. ¡Ahora toma bien el arco!

Con un ceño fruncido, Jin Ling toma el arco lo suficientemente pequeño para él, apunta a su objetivo, una cometa violeta de tres ojos volaba lo suficientemente lejos para ser un reto pero, lo suficientemente cerca para el niño.

-¡Hombros abajo! - réplica golpeando suavemente los pequeños hombros - barbilla arriba, y los brazos extendidos.

Jin Ling sigue las instrucciones, pero no se sorprende cuando su tío lo corrige.

-¿Por que tus brazos están tan flacuchos? - inquiere, agarrando el brazo de su sobrino.

De hecho, Jin Ling está seguro que no lo están, su túnica se siente un poco apretada por ese lugar.

-¿Desayunaste?

Si, los dos platos completos.

-Jiujiu, vamos a entrenar - Jin Ling mueve su cuerpo inquieto, agarrando la mano de su Jiujiu y jalándolo.

Jiang Cheng posa una sonrisa, mientras aprieta sus dientes, sintiendo el dolor en su vientre bajo, le duele la cabeza y su estómago está hecho un desastre. Tiene una hambre constante, solo el hecho de que no tiene hambre.

-Jiujiu ¿estás bien? - Jiang Cheng asiente.

-Estoy bien, solo me recordé que tengo que ir con Ling Chan.

-¿Para darte las pastillitas milagrosas?

Siente el nudo en su garganta, su sonrisa se cae mientras su estómago se alborota.

-Si, para darme las pastillitas milagrosas - responde.

Si son pastillas, pero no son milagrosas. Son de las pocas cosas que le ayudan a estar de pie, y no extraer su vida en cualquier momento. Eso, Jin Ling y la Secta.

Ni siquiera Zewu-Jun.

Oh Zewu-Jun, ha escuchado ese nombre demasiadas veces en estas dos semanas, esa junto a Jin Guanyao, se repiten tanto que es un dolor en sus odios. Ojalá se detuviera ya.

-Jiujiu, ¡escúchame!

-¡No me levantes la voz o te romperé las piernas! - Jin Ling solo quita la mirada. Sabe que no va a hacer nada.

Se levanta del suelo donde estaba arrodillado hace un momento, antes de sentir su cerebro donde deberían estar sus pies y sus pies donde debería estar su cerebro.

Extiende su mano, apoyándola apenas en Jin Ling, mientras aguanta el revoltijo en su estómago. Está odiando estos síntomas desde que aparecieron, no más de dos días.

Cuando siente que puede no caerse, deja al pobre Jin Ling.

Dios, cree que hasta vio negro.

-Jin Ling, voy a visitar a Ling Chan, quédate aquí, quiero verte tomando el arco bien cuando vuelva, ¡o te daré con Zidian!

Se da la vuelta, moviendo su túnica. Recorriendo los pasillos, ignorando a los sirvientes que intentan llegar hasta él, posiblemente para cargarlo de trabajo, pero no puede escapar más rápido.

Quizás el trabajo es lo que lo ha estado torturando tanto.

-Ling Chan - llama, abriendo la puerta de la sala médica de un portazo.

un loto secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora