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Había llegado a ese bar que en los últimos meses es mi consuelo, me siento tan agobiado, toda esta situación es frustrante sumado a que por todas me presionan, mis padres, los niños, mi suegro..

Me siento tan fastidiado, creo que todos piensan que esto pasó por mi culpa y no por qué en verdad es un desafortunado accidente, tras cerrar los ojos..

Había llegado a casa y al entrar esperaba ver a esos dos pequeños que me ven como su héroe correr hacia mí, pero ellos no llegaban, la casa está en total silencio y eso sí que es raro, tal vez no estaban, pero Hinata siempre sale tras ellos a recibirme sonriente, incluso aunque ellos no estuvieran y hoy eso no pasaba..

Supongo habían ido los tres a comprar algo para la cena, tras cerrar la puerta, aprovecharía su ausencia y me daré un baño en lo que llegan, pero al dar un paso la luz ilumina el lugar y..

—Bienvenido querido..

—¡Hi-hinata! Me asustaste, pensé que no había nadie en casa..

—Ya ves que sí, ahora dime ¿Dónde estabas Naruto?

—Cómo qué en dónde, es obvio en el trabajo te dije que hoy tenía una junta con unos posibles inversionistas y futuros socios ¿No lo recuerdas? — Ella sigue viéndome fijamente y tras su silencio —¿Y los niños? Están en la recámara..

—Eres un maldito mentiroso, dime ¿Desde cuándo me engañas Naruto?

—¡¿Engañarte?! ¿A-a qué te refieres?

—¡No mientas más! Lo sé todo, lo vi todo, eres un desgraciado, un poco hombre que solo ha estado jugando conmigo y con mis hijos, dime ¿Cuánto tiempo se han reído de mí? ¿Cómo te atreviste a traicionarme? Peor aún poniendo la felicidad de tus hijos en juego..

—Hinata cálmate, estás muy alterada, mira no sé qué viste, pero las cosas no son como tú crees..

—¿A no? Pues yo digo que estoy en lo correcto, llegué a tu oficina a buscarte ilusionada, con una idea en mente, ya que últimamente estabas trabajando de más, quise tener una noche para nosotros solos, pero antes de entrar, tú salías muy sonriente y esa corbata que ahora está en tus manos la zafaste, desabrochaste los primeros botones de tu camisa, subiste a tu auto y condujiste hasta llegar a un bar, entraste y... — tras sentir un nudo en mi garganta calló y al sentir mis ojos llenarse de lágrimas..

—¡Oh! Entiendo..

—¿Eso es lo único que me dirás infiel?

—¿Qué más quieres que te dig...? — Una cachetada me interrumpe y al encararla..

—Me das

—Me das

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Como si fuera ciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora