Narcissistic.

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Capítulo No70: 
Nicholas POV.

Levantó su mirada lentamente, solo que esta vez era un poco más risueña.
- Me vuelve loco tu sonrisa – La alagué y una pequeña sonrisa comenzaba a asomarse. 
Como pude la abracé ya que era algo difícil hacerlo con tantas bolsas
Pasó sus brazos por mi espalda abrazándome también antes de unir nuestros labios. Al parecer había sido más fácil de lo que pensaba.
- Y si mejor escojo algo para ti… – Ese tono de voz, esa mirada. Mi novia era una manipuladora de primera. 
- No lo creo – Le dije divertido mientras trataba de besarla de nuevo pero me empujó.
- Entonces vámonos ya – Nuevamente cambió su tono a uno más duro.
-¡Hey! – Al no contestarme la llamé por su nombre y la tomé de la mano antes de que se escapara. 
- Suéltame.
- ¿Estarás así todo el día? – Pregunté con fastidio. Sabía que quería con ella y utilizaba eso para aprovecharse de mí.
- A menos que me dejes comprar el vestido o algo para ti – Su tono de “convencimiento” volvió.
Pensé con detenimiento las opciones que me daba, si le compraba el vestido todos los imbéciles del campus lo disfrutarán y no sería divertido tener que golpear a cada uno de los que tuvieran la valentía de mirarla. 
La segunda opción ¿Qué podría comprar para mí? ¿Una camisa? Sin duda esa era la mejor, si no me gustaba simplemente, lo desaparecía. Era más fácil, ya que ella no me perdonaría que dañara algo de su armario.
- Esta bien, elige algo para mí – Una perversa sonrisa se apoderó de su rostro.

- ¡Estas completamente loca! – Le grité al momento de ver lo que había comprado para mí. Sin duda hubiera sido mejor dejarla comprarse ese vendito vestido.
- Nicholas, solo úsala una vez – Sonrió – Después la puedes dejar refundida en el armario… Pero úsala una sola vez – Se acercó a mí con la asquerosa camisa tipo polo color… ¡ROSA!
- Jamás – Contesté haciéndome hacia atrás como si la camisa fuera a pegarme la mismísima rabia.
- El color rosa no te hace menos hombre – Intentaba manipularme. Carcajeé. 
- Claro que no, eso lo sé de sobra – Rodé los ojos – Solamente que no te pase por la mente que yo algún día usaré eso. 
- ¿Yo si tengo que cambiar mi forma de vestir por ti y tú no eres capaz de ponerte una estúpida camisa para mí? – ¿Por qué tenía que hacer tanto drama? – Ten – Me lanzó la camisa – Quémala si quieres, me da lo mismo.
Subió las escaleras corriendo hasta que la perdí de vista, a los segundos se escuchó un portazo, para varias. 

- Entiendo que esta sea tu casa ¿Pera te importaría respetarme y tocar la puerta antes de entrar? – Dijo sin siquiera abrir los ojos.
- Lo siento, creí que si lo hacía no me abrirías – Me puse de rodillas en la cama para acercarme a ella, que no se movió ni un centímetro – ¿Preciosa? – Susurré en su oído y no me respondió – ¿Estas molesta?
- No Nicholas, mírame, estoy saltando de la felicidad – Dijo sarcástica. 
- Eres una caprichosa – Mordí suavemente su hombro.
- Y tu eres un orgulloso que detesta el color rosa – Reí por lo bajo de su oído. La estruje contra mi cuerpo, me parecía tan delicada, tan frágil – No me gusta que peleemos siempre – Se giró sobre sí misma y rápido ocultó su rostro en mi pecho. 
- A mi si – Confesé, rápido sacó su rostro y me miró sorprendida – Ya te lo había dicho antes, me encantan nuestras reconciliaciones – Capturé sus labios tan suavemente y sentí como se creaba una sonrisa en sus labios. Sus manos subieron rápidamente a mi cuello pasando por mi abdomen, pecho y clavícula. 
Al contrario de las mías que subieron a su cuello pero después se deslizaron hasta su cadera, donde comencé a jugar con el borde de su blusa. Introducía mis dedos y acariciaba suavemente su piel. Me fascinaba sentir cómo se estremece entre mis brazos. 
Introduje mi lengua en su baca tornando el beso más intenso, a la par subí su blusa hasta la altura de sus pechos, lo que me permitía acariciar su espalda y abdomen con libertad. 
Ella se separó de mis labios para hacer lo mismo con mi playera, solo que esta me hizo levantar los brazos para sacarla por completo. NO me negué, ya que aproveché y saqué la suya también. 
- Ignóralo – Susurré sobre sus labios cuando escuché el teléfono sonar. 
- Nicholas – Reprochó – Puede ser tu tía o tus hermanos – Me quejé con un sonido que hice con la garganta – Responde – Jadeaba. No quería que me detuviera pero podría ser algo importante. 

- Diga – Contesté de mala gana. Se escuchaba su risa desde la habitación.
- Que forma de responder… – Sarah estaba del otro lado de la línea.
- ¿Qué se te ofrece? – Mi forma de hablar era la misma. No pudo haber sido más inoportuna su llamada. 
- Pedirte que si tú podías venir por tus hermanos, así se quedan a cenar.
- No lo sé – Sentí la mano de mi novia vagar por mi espalda – T-todos tenemos que levantarnos temprano mañana – Tartamudeé tratando de controlarme. ¿Acaso no sabía lo que provocaba con sus caricias? 
- Nicholas, ven a las ocho y a las nueve treinta a más tardar estarán en casa – Atrapé su mano y la atraje a mis labios para depositar un silencioso beso en el dorso de esta. 
- Esta bien – No tenía opción.
- No te olvides de traer a tu novia… Quiero conocerla mejor – Colgué. 

- ¿Continuamos? – Preguntó jugando con mi cabello.
- No – Me lancé sobre ella y la bese salvajemente, seguramente confundiéndola ya que mi acción no era precisamente un “no” – Deberías cambiarte. Sarah nos invita a cenar… Quiere conocerte mejor – Hice un estirado tono de voz imitando a mi tía. 
- ¿Debo preocuparme? – Preguntó abrazándome. 
- Solo un poco – Cambié a un tono serio, solo para asustarla. Mi tía es un poco entrometida, más no aterrorizante como la madre de aquella chica.
- ¡Hey! – Me empujó – Debías decirme: “No, no te preocupes por nada” – Reímos. 
- Tranquila – Acaricié su mejilla – Si tienes suerte no te acosará con preguntas, el que tiene que preocuparse soy yo… tiene en común contigo el gusto de hacerme enojar – Soltó una carcajada. 
- Entonces no la pasaré tan mal – Suspiró – ¿Te pondrás la camisa que te regalé? – Rodé los ojos con fastidio – Seguro que hasta a tu tía le encantará y no se diga a Clarista. 
- No intentes manipularme, conozco tus trucos. 
- Pensé que no perdía nada con intentarlo – Reí – Nos harías felices a muchas si te pones esa camisa aunque sea por una vez. 
- No lo creo – Besé sus labios una vez más antes de salir de su habitación.

No simplemente no podía hacerlo, no solo era el color lo que me parecía asqueroso, es que ese era el tipo de camisas que el imbécil de Jack y su “grupo” usaban. Simplemente me rehusaba a usar algo como esto. No iba conmigo en ninguno de los sentidos. “Mierda Nicholas, dobla un poco las manos por ella” Mi voz interna me reclamó.

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