Narcissistic.

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Capítulo No64:

- ¿Entonces? – Preguntó una vez más Nicholas con fastidio ante la indecisión de sus hermanos – ¿Paintball? – Preguntó mirándome divertido.
- ¡No! – Todos rieron con mi grito de terror – Mejor vamos a… – Me callé y fui víctima de tres miradas intrigadas. 
- ¿A dónde? – Preguntó Clarista con ansias. 
- Si se suben a cambiar, después les digo – Estaba por correr hacia las escaleras al igual que los niños pero Nicholas me atrapó por la cintura. 
- No, no, no – Sonrió perversamente – A mí me vas a decir a donde vamos ahora mismo, si no, no sabré hacia donde conduciré – Hacía cariños con su nariz en mi cuello y mejillas. 
- No te preocupes – Le sonreí – Yo conduciré – Como pude me liberé de su agarre y corrí hasta la mesa donde estaban las llaves del auto.
- Te las quitaré de todas formas – Dijo engreídamente mientras yo le presumía las llaves agitándolas con mi mano derecha.
- No lo creo – Le saqué la vuelta y subí los escalones a toda velocidad pero fue inútil ya que antes de llegar a mi habitación me atrapó acorralándome contra la puerta.
- Dámelas – Sonrió victorioso.
- Gánatelas – Sonreí aún más agrandada y triunfante que él. Si creía que me quitaría las llaves fácilmente quizá lo consiguiera pero tenía que ganárselas, nos convenía a ambos.
Nuestros cuerpos se acoplaron tal y como piezas de rompecabezas y sus manos se posicionaron en mi cintura. Nuestros pechos aún se contraían y expandían con rapidez por la carrera de hace segundos.
Comenzó a besar mi cuello, esos besos prácticamente me quemaban por dentro. Hacían estallar mis hormonas, hacían que solo con el roce de sus labios, mi cuerpo se pusiera a temblar. Subí mis manos a su cuello y lo acaricié tan lentamente, levantó su mirada hacia mí y unió nuestros labios.
- Ya estamos listos – Rápido giré la perilla y me metí en la habitación.
- ¡Eres una tramposa! – Gritó girando la perilla pero ya le había puesto seguro.

Me vestí a la velocidad de la luz (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=95355359&.locale=es).
Me maquillé como solía hacerlo diariamente y dejé mi cabello tal cual estaba, ya que todavía estaba húmedo por la ducha que me había tomado en la mañana.

- Espero que no nos lleves a un salón de belleza o a un aburrido spa – Dijo Nicholas mientras miraba por la ventaba del copiloto. 
- ¿Cómo adivinaste? – Pregunté con excesiva emoción – Iremos a hacernos manicure, pedicura, nos pondremos mascarillas y, también podríamos darnos un baño de barro…
- Aquí mismo me bajo – Dijo Nicholas abriendo la puerta con el auto aún en movimiento.
- ¡Estás loco! – Le grite por abrir la puerta en plena avenida y, la cerró.
- Tú estás loca si crees que entraré a un lugar así – Carcajeé por su respuesta. 
- Era broma – Rodó los ojos – Y aunque quisieras, no te dejarían entrar – Reí – No sin antes llamar a seguridad y que te hagan pasar por un detector de metales – Los pequeños se unieron a mi risa y él solo soltó un sarcástico “Que graciosa”.

- Llegamos – Les dije estacionándome frente a un gran edificio gris de dos pisos con detalles en blanco. 
- ¿Qué es aquí? – Volteé a ver a Nicholas indignada ante la pregunta de Clarista. 
- ¿Nunca los has traído? – Pregunté en tono de reproche.
- ¿A una bodega? ¿Para qué?
- No es una bodega – Le reclamé – Vengan – Me bajé del auto y me miraron desconfiados – ¿De verdad nunca habías venido? – Le pregunté sorprendida. 
- No – Contestó pasando un brazo por mi cintura apegándome a él.
Entramos y un leve frio nos envolvió. Era una pista de patinaje de hielo.
- ¡Wow! – Clarista se emocionó al ver la enorme pista blanca – ¿Vamos a entrar? ¿Sí? ¡Anda Nicholas, vamos! – Tiraba de su brazo y James se le unió. 
- Hey, hey, hey – Los llamé y voltearon a verme atentos – Esta más que claro que no vinimos a ver solamente – Ambos corearon un “¡Wi!”. Caminamos hacia la taquilla para pagar las entradas y que nos dieran los patines.
- Tres – Pidió Nicholas y lo miré entrecerrando los ojos.
- Cuatro – Corregí.
- Tres – Repitió.
- Cuatro – Le sonreí al señor que comenzaba a fastidiarse.
- Solo tres – Me miró fijamente.
- Solo dos entonces – Me di la media vuelta molesta y escuché como maldecía en un susurro.
- Cuatro – Dijo finalmente y una sonrisa triunfante apareció en mi rostro – Eres una chiflada – Susurró en mi oído abrazándome. 
- Lo se – Tomé su mano entrelazando nuestros dedos para después caminar hacia los niños que miraban a través del cristal a las demás personas patinando. 

Fuimos al mostrador y entregamos las cuatro entradas, pusieron cuatro pares de patines sobre este (después de que nos preguntaran qué talle calzábamos) y cada quién tomó los suyos.
Una vez listos esperamos en una banca a que el tiempo de los que estaban en la pista terminara. No había muchas personas esperando, eran máximas algunas diez. Un fuerte sonido semejante al de un silbato indicó que era hora de salir, después de esto la zamboni pulió la pista.

- ¿Quieres que te ayude para que no te caigas? – Dijo Nicholas, levanté una de mis cejas y lo miré retóricamente.
- ¿No querrás mejor que yo te ayude a ti? – Le dije sonríete y carcajeó.
Me di la media vuelta y me interné en la pista, si había algún deporte que me gustara verdaderamente era el patinaje. Me miró sorprendido ante la facilidad con la cual me desplazaba en el hielo.

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