Todo es incierto, menos tú

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Neil sabía lo que significaba la soledad, la vida huyendo, el dolor, la incertidumbre, las mentiras y el pasado. Después de conocer a los foxes, Neil conoció la familia, la amistad, la confianza, la verdad y el presente. Los primeros atisbos del futuro solo llegaron a él después de cerrar el acuerdo con Tesuji. La idea de un futuro era sencilla de comprender, Neil solía quedarse despierto hasta el amanecer considerando el abanico de posibilidades que ahora se desplegaba frente a él, mientras que su corazón latía fuertemente entre sus costillas por la emoción. No obstante, la idea de un futuro era difícil de practicar. Pasar tanto tiempo huyendo le enseñó a encontrar oportunidades y aprovecharlas sin dar paso a la duda. Pero, normalmente, esas oportunidades tenían que ver con vías de escape, comida rápida y escondites perfectos. Durante su primer año con los foxes, Neil conoció y abrazó al deseo como a un viejo amigo, pero para él esos deseos eran imposibles. Su futuro solo estaba compuesto por los partidos venideros y su muerte inevitable.

Ahora, sin el peso desgastante de decir adiós a las personas más importantes de su vida y con el verano interminable, Neil podía admitirse a sí mismo que lo trivial y el futuro le eran por completo desconocidos. Para él era difícil entender la espera ansiosa de Nicky por la temporada de una serie cuyo nombre había repetido varias veces, pero que ya no recordaba. Tampoco podía identificarse con los ojos brillantes de Kevin al convencer a Andrew de visitar una nueva exposición de historia. Varias veces al día, Neil se encontraba pensando en eso, intentando forzar el proceso. Sin embargo, cuando lo notaba se frenaba de inmediato. Él sabía desear grandes cosas, pero las trivialidades cada vez más le parecían incomprensibles. Él quería descubrirse y no sabía por dónde empezar.

Un lunes se despertó a las 6:00, como todas las mañanas. Los ojos de Andrew siguieron su descenso de la litera y se mantuvieron fijos en él mientras Neil se acercaba a su cama para preguntarle "¿sí o no?" y darle un beso lento en la frente después de una ronca respuesta afirmativa. Se encerró en el baño y se alistó rápidamente para salir a trotar. A esa hora, el clima era suficientemente fresco para que él pudiera salir solo con una fina camiseta de manga larga, pero la experiencia le había enseñado que a medio camino no podría escapar la intensidad de los rayos solares, obligándole a llevar un gorro. Al regresar a su dormitorio, él siempre se encontraba con todo tal como lo había dejado dos horas antes con la excepción de Andrew, quien se encontraba en la cocina, cada mañana, haciendo café y pancakes. A veces, Neil se arrimaba en la puerta y lo observaba trabajar con agilidad durante largos minutos hasta que el rubio le mandaba a bañarse, murmurando sobre su sudor. Esa mañana, Neil no encontró a Andrew en la cocina ni en el dormitorio. Extrañado, se fue a bañar, preguntándose sobre su paradero. Al salir del baño, se dirigió a su cuarto, en busca de su celular, decidido a llamarlo cuando escuchó el característico sonido de una licuadora. El sonido despertó por un momento a Kevin, quien frustrado ubicó la almohada sobre su cabeza para filtrar el sonido. Más relajado, Neil se acercó a la cocina a investigar y encontró a Andrew colocando un espeso líquido rosado sobre un vaso largo. Sin preguntar se sentó en la pequeña mesa de la cocina, contento de observar los movimientos del rubio. No fue hasta que Andrew le señaló el vaso que Neil entendió que era para él. El primer bocado le dejó sorprendido, el líquido espeso tenía justo la cantidad necesaria de dulce y sabía extraordinario. Más extraordinarios fueron los besos que compartió con Andrew, ambas bocas compartiendo el sabor afrodisíaco de las fresas.

Vivir en un cuarto compartido significaba que la privacidad tenía un límite. Neil se había vuelto experto en calcular cuánto tiempo podía estar de esa manera con Andrew antes de que alguien les interrumpiera. Así, él evitaría miradas incómodas y la violencia de Andrew cuando alguien, posiblemente Nicky, decidiera meterse donde no fue invitado. Unos cuantos sonidos alertó que Kevin estaba fuera de la cama y, a regañadientes, Neil se separó de Andrew. Había días, como este, donde separarse de él le era imposible. No solo los besos, sino la cercanía, la estabilidad y la confianza de Andrew, lo desarmaban una y otra vez. Minutos después, Kevin entró a la cocina a servirse café, el fruncimiento de su boca indicaba que había notado lo que ambos habían estado haciendo, pero también indicaba que no hablaría al respecto. Satisfecho con el silencio, Andrew se dirigió a la salida de la cocina, deteniéndose solo para decirles que se alisten para salir. A pesar de que Andrew ya no necesitaba proteger a Kevin, hay costumbres que, si mueren, solo lo hacen con el tiempo. A menos que Kevin estuviese con alguien de confianza, Andrew no dejaba que este desapareciera de su vista.

Ambos hicieron lo que fueron ordenados y 20 minutos después, Andrew les estaba llevando a un lado. Neil estaba contento de observar la carretera, pero Kevin, impaciente, le había preguntado varias veces cuál era el destino. La primeras dos veces Andrew fingió no escucharle, pero en la tercera, le amenazó brevemente con su dedo índice. Después de eso, el silencio reinó en el carro, solo interrumpido por las canciones en la radio. Quince minutos después llegaron a un centro comercial y, liderados por Andrew, entraron a una tienda de electrodomésticos. Neil no estaba seguro de lo que estaban buscando y, junto a Kevin, se entretuvo en la sección de refrigeradoras, maravillado con las innovaciones realizadas en estos aparatos. Mirar refrigeradoras le recordaba a una vida pasada llena de sangre porque había visto muchas, la mayoría a penas funcionaban, durante ese periodo de su vida. En algún momento, Kevin desapareció y minutos después, Andrew fue a buscarlo.

El viaje de regreso al dormitorio también fue silencioso. La ira fría de Kevin se había apagado de manera misteriosa. Al llegar, Neil vio partes de la caja donde estaba empacado lo que había comprado Andrew. No tuvo que preguntarse por mucho tiempo porque apenas Andrew lo depositó sobre la mesa, Kevin comenzó a hablar sobre cómo hacer smoothies energéticos y los ingredientes que necesitarían. Mirando la cara frontal del cartón, Neil notó que un líquido parecido al que tomó en su desayuno estaba en el interior de un ancho smoothie blender.

Tiempo después, cuando Kevin y Nicky habían ido al cuarto de al lado para jugar videojuegos, Andrew y Neil estaban compartiendo un bean bag, mientras Neil le contaba al rubio un sueño vívido que había tenido la noche anterior, un sueño protagonizado por dos gatos. En la noche, después de practicar exy, el castaño descubrió que ese día la sensación de desencuentro no había aparecido y rápidamente pudo conciliar el sueño. 

Al día siguiente, en una ráfaga de imágenes la mañana anterior se presentó en él al notar otro smoothie esperándole en el mismo lugar de antes. Le tomó un par de días más a Neil acostumbrarse a los desayunos de Andrew y dos semanas entender que esa bebida trivial le daba apertura para planificar sus días. Neil sabía mejor que preguntarle sobre esa intervención al rubio, pero en cada pequeño beso, cada toque más y más suave, cada verdad susurrada, Neil le expresó su agradecimiento. 

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2021 ⏰

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Mi vida contigo (Andreil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora