Las pecas del cielo nocturno comenzaban a aparecer lentamente con la despedida del sol. El viento era lo suficientemente frío para causar un escalofrío en la espalda de Andrew. Con la mirada fija en las luces que brillan desagradablemente a lo lejos, Andrew toma otra calada de su cigarro. No sabe cuánto tiempo ha permanecido sentado en la azotea, perdió la noción del tiempo al terminar su tercer cigarro. Sentarse en el filo de la azotea siempre le ha ayudado a sentirse en control. Sus oscuros pensamientos permanecen alineados en el borde y todo lo que existe es el olor del cigarro y la gran altura entre la azotea y la vereda de concreto. Para una persona a la que le asustan las alturas, pasar el tiempo en una azotea no es una experiencia agradable. Sin embargo, Andrew puede pensar pocos lugares en los que preferiría estar.
Mirar hacia abajo hace que el latido de su corazón adopte un ritmo irregular. Tiempo atrás él solía pensar en lo fácil que sería dejarse caer, dejarse ir. Un último golpe de adrenalina antes de golpear el pavimento.
Los últimos segundos de golpeteo acelerado e irregular en su corazón. No es sorprendente que todos esos pensamientos lo inunden de nuevo, lo sorprendente es que carecen de su fuerza habitual. La idea de caer y dejarse ir no parece tan agradable como solía ser. Tal vez, el dueño de cierto cabello castaño tenga la culpa. El dueño de cierto cabello castaño siempre tiene la culpa.
La mano de Andrew se cierra en un puño. Al contrario de lo que la mayoría de personas piensan, Andrew sí odia a Neil Josten. Le odia tanto que sólo el verlo hace que sienta una descabellada necesidad de cometer asesinato. Le odia por traspasar las barreras que Andrew creyó impenetrables. Le odia porque es capaz de comprenderlo incluso cuando él mismo creyó que era incomprensible. Le odia porque ve en él algo que él creyó que ya no tenía: un alma. Le odia porque piensa que puede humanizarlo, aun cuando Andrew se consideraba inhumano. Pero, más que nada, Andrew Minyard odia a Neil Josten porque es el único capaz de hacerle sentir. Sentir, sentir, sentir.
El odio es algo que Andrew Minyard entiende. El odio es la única emoción que permaneció con él todo este tiempo. El odio es algo fácil de comprender, algo fácil de sentir. Después de haber tocado fondo tanto tiempo, el odio es lo único que le impulsó a salir de allí. Odio, odio, odio. Andrew no puede recordar haber sentido cualquier otra emoción. No puede recordar cómo se siente estar seguro, ni cómo se siente querer algo. Emociones completamente desconocidas hacen una parada en él cuando Neil está cerca. Andrew Minyard odia lo desconocido, Andrew Minyard odia esas nuevas emociones desconocidas que empiezan a aparecer frecuentemente, Andrew Minyard odia a Neil Josten.
Pisadas familiares le sacan de su ensimismamiento. Andrew no recuerda haber cerrado los ojos, pero no tiene que abrirlos para saber quién es. Él podría reconocer a Neil a miles de kilómetros. Silenciosamente, agradece por el calor que Neil le brinda incluso a una distancia considerable. Neil se sienta a su lado, cerca pero no lo suficientemente cerca para tocarlo. Un pequeño suspiro sale de su boca y su sola presencia hace que el corazón de Andrew se acelere más que sentarse en la azotea. Sus ojos se abren y se encuentran con unos azules claros, la poca iluminación no le permite apreciar en su totalidad a esos hermosos ojos. Una mirada rápida permite que Andrew note la delgada tela del pantalón de dormir y el buzo desgastado que Neil está vistiendo. Un calor desconocido se apodera de él al caer en cuenta que Neil estaba durmiendo y decidió subir a buscarlo al notar su ausencia sin siquiera molestarse en cubrirse de los fríos vientos de noviembre. Andrew decide odiarlo más por eso.
"146%"
Neil solo sonríe.
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Mi vida contigo (Andreil)
Short StoryAquí encontrarán historias cortas o one-shots de Andrew Minyard y Neil Josten (Andreil), personajes de la trilogía All for the game de Nora Sakavic. Ninguno de los personajes de estas historias me pertenecen. Las historias no están ordenadas en orde...