Lo que más quería evitar desde que conocí a Azrael, era que conociera al chico maldito que me obligó a buscarlo para pedirle que fuese mi esposo en primera instancia, pero como mi suerte era nula cuando más la necesitaba, Elijah estaba servido en bandeja de plata para Azrael. Ni siquiera sabía por qué no quería que ellos dos se conocieran, simplemente había una voz en mi cabeza que gritaba: ¡NO!
Y aquella voz acababa de fallecer, puesto que Azrael iba de camino a introducirse a Elijah y no había absolutamente nada que yo pudiese hacer más que perecer internamente y soportar la vergüenza.
Elijah nos vió acercándonos, y aunque a mí me dedicó una mirada amable, esta pronto se disipó y fue intercambiada por confusión al ver a Azrael caminando a mi lado. Elijah aún no había conocido a ningún brujo, y ahora no solo iba a conocer a uno, sino que además era el brujo con el que yo planeaba contraer matrimonio.
—Así que tú eres Elijah —comenzó Azrael y extendió su mano derecha hacia él—. Un placer conocerte.
Elijah miró su mano con palpable temor y estaba a punto de negarse a estrecharla, pero antes de ello, Azrael soltó una carcajada y la retrajo.
—Bromeaba, sé que tienes una maldición asesina —aseguró y le guiñó el ojo con tal casualidad, que me dieron ganas de estrellar la cabeza contra un muro de ladrillos—. Solo te estaba probando.
Y ahí fue cuando decidí intervenir, parándome entre ellos y forzando una sonrisa en mi rostro para aminorar la incomodidad.
—En fin, ya conociste a Elijah, ¿satisfecho?
—Comienzo a pensar que-
—¿Tú eres Azrael Ascari? —indagó Elijah, interrumpiéndolo.
Azrael apartó su atención de mí y se enfocó en Elijah con sus ojos que siempre parecían escrutar de más lo que tenía en frente, en este caso, a Elijah.
—Ya habías oído de mí.
Elijah asintió y dio un paso hacia delante, extendiendo su mano derecha hacia él, mostrando las venas negras en el dorso y que se extendían hasta su antebrazo.
—El placer también es mío.
Mis ojos se ampliaron y me aferré a la muñeca de Elijah, viéndolo con poco disimulado pánico.
—¡¿Qué diablos crees que haces?! —interrogué con urgencia.
—Está bien, Isobel —intervino Azrael, manteniendo su mirada en los ojos verdes de Elijah. El que sus iris fuesen de este color era lo único que me indicaba que la maldición no estaba activa a pesar de que yo lo tocaba. ¿De verdad progresó tanto en tan poco tiempo?
—Confío en él —añadió Azrael, tomándome por sorpresa.
Elijah me miró durante un instante y, con su usual tono de voz bajo y sin mucha emoción, pidió:
—Confía en mí.
—Elijah... —Sentí su muñeca bajo mis dedos, y aunque no quería dejarlo ir, esa voz en mi cabeza regresó por un instante y me dijo que lo hiciera, que confiara en él. Dubitativa, lo solté y, antes de retroceder, susurré: —No cometas una estupidez.
Elijah me dedicó una de sus escasas sonrisas. Sentí como el corazón se me aceleró durante un instante y, al menos por ahora, aquella expresión me fue suficiente para otorgarle un voto de confianza.
Retrocedí un par de pasos, observando a ambos volviendo a hacer contacto visual antes de extender sus manos y estrecharlas. Por un instante se me paró el corazón pensando que la maldición podría activarse y matar a Azrael, pero eso no ocurrió. Fue una estrechada de manos como cualquier otra. Ambos mantenían la mirada conectada; Azrael le llevaba un par de centímetros a Elijah y esbozaba esa indescifrable sonrisa suya. Elijah, por otro lado, solo le mantenía la mirada con sus labios en una línea recta. No podía percibir sus emociones y eso fue lo que más nerviosa me puso.
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Witka: La Maldición de la Bruja [No editado]
FantasyLas brujas poseen tres leyes vitales: obedecer o sucumbir, usar el amor con precaución, y no añorar la humanidad; pero una bruja las quebrantó todas. Isobel Blanick es una joven bruja perteneciente al aquelarre de Witka, y nunca ha estado de acuerd...