Cap 8. El primer hotel

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Carlitos agradeció por el arma, ya que siempre tuvo la corazonada que estaba donde los Peralta. Preguntó cómo la consiguió, pero Ramón dijo que estaba escondida en el sótano. Le hubiera gustado decir que él ya había revisado ahí varias veces y que no había nada, pero para no delatarse sólo agradeció.

- Podrías dejarlo. - dijo Carlitos al respecto de las constantes quejas de Ramón en el camino a su casa. Al inicio repetía muchas veces siempre de una queja la palabra "pero", aunque ahora ya no se daba la molestia. Le contaba esas quejas sin problemas y sin opciones para cambiarlo, porque en su mente era asegurado que volverían a formar el equipo perfecto.

- ¿Y qué se supone que haga?

- Sólo los dos, no necesitamos nadie más.

- No es tan simple, créeme.

- ¿Por qué no? - preguntó sin sarcasmo.

- Porque no. Es más complejo, necesitamos saber en quién confiar, a quién vender las cosas, tomar el tiempo... Llevo haciéndolo toda la vida, haceme caso, no es fácil. - frenó el vehículo a pocos metros de su casa. Ambos bajaron, pero no sacaron nada de lo que tenían en el auto. Carlitos no estaba muy animado de la percepción de Ramón, sin embargo, era una buena señal que se estuviera cansando también del trabajo familiar. Amaba su casa y a sus padres, pero en el fondo estaba esperando un cambio, aunque se estancaba al pensar que podría alejarse de su familia, era en verdad lo único en lo que sabía que podría regresar cualquier día y lo recibirían.

Entró en la casa con Carlos atrás suyo, ambos vieron dentro con los ojos bien abiertos, sabían que su vida era repentina, pero en esa casa lo repentino tenía oculto un montón de cálculos.

En primer vistazo no había nadie, entraron más a fondo con pura complicidad en sus ojos.

-Hola- dijo Ramón al aire para tener una señal, pronto su madre salió de su habitación, estaba guardando su ropa limpia.

- Carlitos, ¿cuándo llegaste? - dijo con una sonrisa, pero en código familiar ese par de Peraltas sabían que Ramón estaba en problemas.

- Hace unos días.

- Me alegro que estés acá, corazón. ¿Quieren algo de comer?

- Bueno, gracias. - respondió Carlos. A pesar Ramón no decía nada, también se sentó en la mesa. Se preguntaba dónde estaba su padre, ya que siempre su mamá lo mandaba a avisarle cuando alguien estaba en la casa.

Se sentaron mientras Ana les servía café, incluida ella.

- ¿Estuvieron juntos? - les preguntó refiriéndose al último día, pero sin verse ambos se entendieron por telepatía al ocultar una sonrisa, la pregunta tenía muchas respuestas que no dirían.

- Si, yo me lo robé, perdón. - dijo Carlitos, le quería evitar un problema a su aún no confirmado amante. Ana parecía tener mucho más que preguntar, pero la presencia del rubio no se lo permitía. Ramón al inicio tenía celos del trato más cariñoso a su amigo que a él mismo, pero ahora era más beneficiente de lo que imaginó.

Hablaron casualmente como si nada hubiese pasado. La charla era agradable con sus suaves mentiras en su mayoría, todo era sobre Carlos, así que Ramón era solo un admirador callado.

- ¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Vas a estudiar? - preguntó como indirecta a Ramón, sólo que la respuesta sería una sorpresa y una pieza fundamental.

- No, tengo ganas de viajar, conocer el mundo, salir un rato de acá. Quiero hacerlo con Ramón, tal vez por un par de años. - dijo junto un sorbo de su taza, en ningún momento dejó la sonrisa en su rostro, incluso se volvió más pura con las miradas extrañadas que pusieron sobre él.

Lolita con "C" de CarlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora