Capítulo 6

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Advertencia: Contiene lemon.

Con derecho a roces I

Se detuvo solo un poco, recorrió la punta de su húmeda lengua por aquellos finos y tersos labios para después volver a invadirlos con candente ador.

El corazón de Kagome era una bomba de tiempo a punto de explotar. Sentía la conexión que había entre ellos dos, de sus cuerpos que reaccionaban al calor del otro. Porque sin saberlo o al menos sin darse cuenta ya tenía sus brazos alrededor de su cuello y lo atraía más hacia ella para hacer el contacto más íntimo. Corrección, hacerlo más intenso. Podría quedarse fundida a sus brazos y a sus besos si así decidieran hacerlo.

Poco a poco el beso fue perdiendo intensidad y cuando él se apartó de ella, la respiración de ambos era pesada y les cotaba recuperar el aliento que habían perdido. Él se apoyó en su delicado hombro. Escuchar su respiración en su oído fue lo más erótico que había experimentado en su vida.

¿Por qué Hoyo no la besaba con tanta pasión?

¿Por qué tuvo que ser un completo desconocido quien le hiciera sentir todo aquello?

¿POR QUÉ?

― ¿Sentiste esa magia? – él preguntó en un leve susurró.

Ella a muy a duras penas y pudo asentir.

―Y eso que sólo fue un beso – se apartó levemente para mirarla a los ojos.

― ¿Qué…― tembló y tuvo que guardar compostura antes de preguntar ― ¿Qué quieres de mí?

Él esbozó una sonrisa, tomó su mano y depositó algo en ella. Cerró su palma y por último le dio un tierno beso en ella.

―Si quieres acabar esta noche de otra manera ya sabes dónde encontrarme, pequeña.

Le guiñó un ojo y acto seguido se apartó de ella y comenzó a andar en otra dirección diferente al club. Lo vio pasarse una mano por su cabello hasta que entró de nuevo al hotel.

Una vez sola y con las manos temblorosas extendió la servilleta que él había dejado segundos antes.

«Suite 535, última planta. Válido hasta las 12:01»

Kagome no quiso regresar al club para continuar la noche con las chicas. Sabía que, si lo haría, las chicas le estarían cuestionando todo acerca de su repentina huida. Así que ahí estaba, en su propia habitación. Caminando de un lado a otro, observando el trozo de servilleta que descansaba sobre la cama. Debatiéndose entre acudir o no a la cita. De experimentar de manera más íntima aquel calor que había sentido con solo un simple beso.

Observó la hora en su reloj, éste indicaba las 11:30 p.m. por lo que aún tenía media hora más un minuto para meditarlo a fondo antes de acudir a la cita con aquel desconocido en su suite.

Buscaba en que entretenerse, aún era tarde para que Hoyo estuviera dormido, así que le envió un WhatsApp. Si él le respondía con un mensaje cariñoso, era la viva señal de no serle infiel. Pero en cambio su respuesta fue "No puedo hablar ahora" "Estoy ocupado" "hablamos mañana". No había nada de mensaje cariñosos, ningún que expresaba cuanto la amaba o que ansiaba su regreso para abrazarla y después comérsela a besos durante toda la noche. Recordaba que su última relación sexual con él fue tan solo tres meses.

SIN DAÑOS A TERCEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora