Una fiesta y un plan
La semana había pasado en un vaivén de emociones. Kagome se quedó toda la semana como Inuyasha se lo propuso y muy a duras penas pudo lograr terminar de restaurar el cuadro. No era porque careciera de tiempo, sino más bien porque él la distraía en un dos por tres con sus tentadores besos, sus ardientes caricias.
Ahora ambos estaban abrazados mientras contemplaban el cuadro. La mirada de Kagome pasaba de él al cuadro y se sintió un poco nerviosa. Incluso un poco de miedo por si el resultado no fuese el adecuado que él esperaba.
Tantas obras de arte que reparó y la única opinión que importaba era la de él.
Inuyasha tenía una mano recargada en el mentón, analizaba a profundidad aquel cuadro. Podía ver la diferencia de cuando llegó el retrato de su tátara abuela. La realidad era que ella había hecho un gran trabajo con él.
― ¿Y bien? – preguntó al no tener algún comentario.
Él inclinó la cabeza y se encontró con sus ojos chocolate.
―Seré honesto. – la miró por el rabillo de un ojo – No sé nada de arte.
Eso si era sinceridad y ante eso ella no pudo más que soltar una pequeña risa.
– Pero puedo decirte que tu trabajo ha sido estupendo. Realmente encuentro comparación de un antes y un después.
―Gracias señor – ella asintió y esbozó una sonrisa.
Sonrisa que no llegó a sus labios, pues sabía que después de hoy podría regresar a casa ya que no había más cuadros que reparar. Se había acostumbrado con facilidad estar día y noche a su lado, dormir con él en la misma cama y terminar haciendo el amor en cualquier punto del departamento.
Con desgana se soltó de sus brazos, cubrió el cuadro con pedazo de tela negro y lo miró.
―Creo que será mejor que prepare mis cosas – comentó ella.
Él a escucharle decir eso un profundo terror se apodero de su ser. No deseaba que se fuera, al contrario, sino más bien que se quedara más tiempo con aquí, con él, con Roco. Esa semana para él fue la más significativa, ya no se sentía solo. Adoraba llegar por las tardes del trabajo, con la cena. Mientras la veía a ella dibujar, incluso bailar con el Husky. O a veces que no deseaba comprar una comida preparada ella empezaba a cocinar. Incluso le había extendido las vacaciones a Tsubaki.
Antes de que ella terminara por apartarse por completo de él, rodeó su cintura con una mano y la atrajo hacia él. Besándola con ternura, pero a la vez algo más. Se había colado aún más en su piel y francamente dudaba que podría regresar a la normalidad una vez que ella se fuera. No quería, si, era egoísta, pero comenzaba a sentir que no podía ya seguir solo, sin ella.
―Kagome…― susurró contra sus labios – Quédate más tiempo.
―No creo que sea lo correcto.
La miró y esbozó una sonrisa divertida.
―Llevamos una semana juntos en este departamento. Hemos estado de muchas formas que me he acostumbrado a ti y…
Guardó silencio cuando sintió un ligero pellizco en el hombro.
Tomó sus mejillas entre sus manos para que no le quitara la mirada. Se puso serio de inmediato, había llegado el momento de dar el siguiente paso. Probablemente sería prematuro, pero era mejor arriesgarlo el todo por el todo.
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SIN DAÑOS A TERCEROS
RomanceEn una despedida de soltera cualquier cosa puede pasar, después de todo para eso se hicieron, pero ¿Qué pasaría si a pocas semanas de la boda, conoces a un chico que haga temblar tu piso? ¿Dejarías a tu prometido por los nuevos sentimientos que aflo...