Capítulo 15

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"Desaparecida"

De camino a casa de sus padres, Inuyasha tenía la vista fija en la carretera, pero su mente estaba concentrada en otra cosa, en una mujer de cabello azabache y ojos chocolate. Revivía a cada instante lo que sucedió en aquel baño con el peligro de que alguien de seguridad abriera la puerta. Aunque francamente bien le importaba si los hubiesen visto o no.

Que irónico era el destino, se volvía a decir a sí mismo. Encontrar a la chica que le robaba el sueño para descubrir que era una mujer comprometida a punto de casarse con un completo cretino. Y eso fue lo que más le enervó la sangre.

Apretó los puntos en el volante y sus nudillos prácticamente se tornaron blancos. ¿Qué hombre obligaría a su pareja dejar su carrera solo por mero capricho?, bueno, su madre era una, pero su padre jamás la había obligado a dejar su carrera, al contrario, ella lo había hecho por el amor que le tenía a Sesshomaru y a él, esa había sido la diferencia. Pero esa clase de tipos, como las de Hoyo Masterson, les vendría mejor ir solos que acompañados. Tendría que estar completamente ciega o enamorada de él para aceptar esas condiciones.

¿Ella lo amaba?

La Kagome que había conocido en el avión era muy distinta a la que tuvo en sus brazos. La chica tímida que con un rubor le aclaró a una azafata que no eran nada a una joven tímida que se acercó a él una noche en un antro para plantarle un beso y después terminar en la cama de una suite con un completo desconocido.

―Muy bien. ― La voz de su madre lo sacó de sus pensamientos. ― ¿Quién es ella? – preguntó con picardía.

―Nadie― respondió mientras tomaba una curva.

―Ah no – Izayoi negó – Te conozco, te tuve nueve meses en mi vientre. No me salgas con eso. Así que dímelo – ella se le quedó viendo unos instantes – Por lo que pude ver, entre ustedes hay o hubo algo.

―Ya te dije que no es nadie – repitió una vez más mientras detenía el auto en frente de la casa de su madre.

Izayoi se desabrochó el cinturón de seguridad y observó unos instantes a su hijo, posteriormente le tocó el hombro y le regaló una cálida sonrisa.

―Puede que este comprometida y se vaya a casar el sábado – dijo – Pero aún no está casada y por lo que pude ver, creo que esa chica no es muy feliz con el idiota que tiene como prometido – después se llevó una mano al pecho – Porque créeme, es un idiota. Así que, si ella te gusta y tú le gustas a ella, podrías intervenir.

Inuyasha sonrió, pero fue más bien una fina línea que sonrisa.

―Gracias madre, pero ya dije que no es nadie.

―Si claro – ella asintió con sarcasmo – Y yo soy Meryl Streep

Ambos se despidieron y no puso el auto en marcha hasta ver que su madre entraba a casa y era saludada por el mayordomo. Entonces arrancó su auto y fue directo a su departamento.

Al entrar fue recibido por su amigo peludo, Roco, a quien gracias a él pudo dar con Kagome. Se quitó saco y la pajarita dejándolas sobre la mesita del recibidor. Fue directo a una pequeña cantina que tenía al extremo opuesto de la sala para servirse un poco de brandy. Cuando tomó asiento en un amplió sofá, su amigo peludo se acercó a él y apoyó la cabeza en una de sus rodillas.

SIN DAÑOS A TERCEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora