Capitulo 3.

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Tras aquellas horas de confesiones ya no pudieron separarse. Mimi sentía que hasta que todo aquello no se solucionase no podía dejar sola a Miriam, y Miriam sentía que junto a su amiga era donde mejor iba a estar. Irse a Galicia no era una opción así que era lo mas cercano a un familiar que tenía. Incluso llegó a llamar a Efrén para que se quedase tranquilo. Sabía que su hermano confiaba mucho en su amiga y que eso haría que frenase su idea de irse a vivir a Madrid por ella. Mimi se quedó a dormir con la gallega y al día siguiente fueron a comprar cajas para empezar a empaquetar todo.

-Miriam, ¿cuántas cosas tienes? Me parece que llevamos muchísimas cajas- se estaba poniendo nerviosa. Su casa tenía tres habitaciones, era grande, pero no sabía si cabría todo.

-Recuerda que tengo que desmontar el estudio y todo. No te preocupes que si hace falta alquilo un trastero.

-No, si seguro que cabe todo, pero es que no esperaba que tuvieses tanto- le dijo para tranquilizarla- Y lo del estudio... ¿querrás que lo montemos en la habitación pequeña? No se si entrará todo pero casi todo seguro que si.

-¿En serio?- los ojos de Miriam se llenaron de ilusión y a Mimi solo le quedó asentir- ¡pues claro que quiero!- se abrazaron.

-Se que es un lugar importante para ti y al final a mi también me viene bien. Eso si, tienes que compartir conmigo ¿eh?

-Que menos que compartir. Joba, gracias otra vez- le llenó la cara de besos y con las risas de ambas se fueron a pagar.

Tuvieron que pedir una furgoneta en vez de un coche para volver a casa de Miriam porque si no las cajas no les iban a entrar. En cuanto llegaron pusieron música y se pusieron a empaquetar cosas. Aquella mañana Miriam se había dedicado a buscar empresas de mudanzas y por suerte la que le hizo la mudanza a Ana la ultima vez, le hizo el favor de hacerle la suya. También aprovechó que Mimi fue a su casa a por ropa para llamar al casero.

-Entonces el casero no te ha puesto pegas ¿no?

-Que va. Le he contado por encima lo que ha pasado y lo ha comprendido. Me va a devolver la fianza y lo que queda de mes. He insistido en que se lo quede pero no ha querido. Ojalá encuentre a alguien pronto para que viva aquí. Es una casa muy bonita- dijo observando todo con nostalgia.

-La verdad es que si, pero la mía es mas bonita ¿eh?- la picó para que saliese de aquello.

-Bueno, habrá que conformarse la verdad- y ahí estaba la Miriam que le seguía todo.

-Uy esta lo que me dice- fue corriendo hacia ella para hacerle cosquillas pero se le escapó.

-Venga que estás mayor y no me pillas- se estaba riendo como hacía tiempo no hacía.

-Te vas a cagar Rodriguez- cuando Miriam pasó por la cama Mimi aprovechó para echarse sobre ella y del empujón hizo que Miriam cayese en la cama y ella se puso sobre la menor.

-¡Que burra eres, luego soy yo!- estaba intentado zafarse de las cosquillas.

-Es que a mi nadie me dice que soy mayor- no paraba de hacerle cosquillas y Lola observaba la escena desde la puerta.

-Pero Lola ayúdame- la gata se quedó mirándola.

-No, no, ella está de mi parte. ¿A que si Loleta?- Se quedó mirándolas y se fue por donde había llegado con indiferencia.

-Pues vaya defensora tengo- Mimi dejó de hacerle cosquillas y se tumbó a su lado riéndose.

Cuando se les pasó el ataque de risa repentino siguieron con su tarea. A Mimi le costó recuperarse de la carrera y Miriam le prometió que con ella iba a recuperar la forma física si o si. Iban a salir a correr a demás de ir a Magalí y la mayor le dio la razón por dársela. Bastante tenía ella con los ensayos como para a demás correr. La mayor estaba cantando a pleno pulmón cuando el timbre sonó. Miriam se tensó un poco pero al mirar por la mirilla se tranquilizó. Abrió sin pensar, y pasó lo que tenía que pasar.

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