La noche en aquella casa no fue nada fácil. Como habían comido tantas porquerías por la tarde, ni siquiera cenaron. Miriam se tomó una infusión y Mimi un vaso de leche. Se quedaron en el sofá y al final cayeron rendidas. A las dos de la mañana se despertaron y cada una marchó a su habitación. Mimi consiguió conciliar el sueño pero Miriam no. Unas tres horas después la granadina escuchó un sollozo y se fue corriendo a la habitación de su amiga. Tenía toda la cara roja de haber estado llorando horas y estaba hecha una autentica bola. La mayor se acercó por la espalda, se tumbó y la cubrió completamente.-Ya está pequeña, estoy aquí contigo. Tranquilízate porfa.
-He intentado dormir pero he tenido una pesadilla Mimi- el llanto era cada vez mayor.
-Tranquila que lo vamos a arreglar, poquito a poco estarás mejor.
-¿Me lo prometes?
-Te lo prometo.
Miriam volteó su cuerpo quedándose en la misma posición fetal pero con la cabeza escondida en el pecho de Mimi. Esta la acarició hasta que supo que estaba dormida y, solo en ese momento, se permitió dormir ella. A pesar de la mala noche, se despertaron a buena hora para ir al gimnasio. Tenían que intentar seguir con su rutina habitual. Al salir del portal, a la pequeña le vinieron recuerdos de la mañana anterior pero Mimi la sacó de aquello rápidamente tirando de ella. Magalí les había preparado para ese día una clase con un poco de boxeo y les vino muy bien. Descargaron rabia a mas no poder y se liberaron de muchas cosas. Desayunaron sus tostadas de aguacate y pavo con un zumo de naranja natural en el bar de al lado del gimnasio, y se fueron a hacer la compra para la comida. A Miriam la concina le gustaba así que compraron para comer y para hacer un brownie para la noche.
La hora de la cena iba llegando y Mimi notaba a Miriam algo nerviosa. Sabía perfectamente por que era y quería tranquilizarla.
-Miriam, ya les he dicho lo que pasó. Puedes estar tranquila.
-Bueno, vamos a hacer el brownie que tiene que estar templado y se va a enfriar- intentó huir pero la mayor tiró de su muñeca y la puso frente a ella.
-No te van a preguntar ni van a comentar el tema si tu no dices nada. A demás que son tus amigos y sabes como son.
-Si tienes razón y me has quitado un peso de encima hablando con ellos, pero es que me da cosa que puedan hacer algún comentario y no se -hizo un puchero- en realidad es una tontería porque nunca lo harían, pero no se.
-¿Te quedas mas tranquila si vuelvo a hablar con ellos?- la pequeña se aferró al cuerpo de su amiga y asintió- Voy a ello. Vete preparando las cosas que te ayudo.
-Si claro, para que salga malísimo. Va a ser que no ¿eh?
-¿Será tonta? Pues te voy a ayudar quieras o no- le sacó la lengua y se fue a por su movil.
Mientras la mayor hablaba con sus amigos, la pequeña preparó todo y empezó a hacer el postre. Creía que podría hacer todo antes de que su compañera apareciese por la cocina, pero no fue así. Estaba aún pesando minuciosamente los ingredientes cuando apareció por la puerta con una sonrisa de victoria. No fue fácil hacer el postre porque Mimi la distraía a cada momento con cualquier chorrada que le hacía reír. Incluso hubo un momento en el que la granadina metió el dedo en la masa y se lo pasó a Miriam por la cara. Se excusó en que lo había visto mil veces en series y películas y que le apeteció hacerlo, pero Miriam no se quedó atrás. Repitió la acción de su amiga y pararon porque se puso seria para no quedarse sin masa. Metieron el bizcocho en el horno y fueron a limpiarse.
-Joba Mimi, mira como me pusiste- dijo mirándose al espejo.
-Tampoco te has quedado tu atrás ¿eh?- se rieron- anda, ven que te ayudo- cuidadosamente le limpió la cara de masa y harina que tenía antes de empezar la batalla.