Capitulo 23.

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-Va, siéntate en la mesa porfa- dijo Miriam.

-Déjame ayudarte al menos.

-Está todo ya, solo es servir. No te preocupes- le dejó un pico en los labios.

-Vale, pues voy sirviendo el vinito al menos- se dio la vuelta y vio la mesa en la que no se había fijado aún- que mesa mas bonita y mas tu. ¿Estaba todo esto aquí?

-Que va Mimi, lo compré. En casa está el juego completo. Pensé que nos vendría bien porque lo que tenemos para las dos el día a día no está mal, pero cuando venga la familia a casa habrá que sacarles algo mejor ¿no?- dejó los platos en la mesa y se sentó en su silla.

-¡Vaya pinta que tiene! seguro que está super bueno amor

-Pues vamos a comer ¿no?

-Primero brindemos por nosotras- se sonrieron.

Estaban felices y no lo podían ocultar. Brindaron y se pusieron a degustar lo que había preparado. Todo en la cena fue coqueteo. No daban puntada sin hilo y les gustaba el juego. Estaban solas por lo que no se cortaban ni lo mas mínimo ni los gestos ni las miradas. Estaban con el postre cuando Mimi decidió volver a algo que dijo Miriam.

-Así que esta será la vajilla de cuando venga la familia.

-Ajam- dijo con la boca llena.

-No sabía que los íbamos a invitar a casa.

-Pues claro chica, nos tendremos que reunir todos en algún lado en navidad y días importantes. Y nosotras somos la que estamos en medio así que nos tocará- dijo con gesto de obviedad.

-Claro que si Miri, pero es que me encanta escuchar los planes de futuro. Como piensas en que nuestras familias se van a unir porque es lo que hay que hacer en algo que va a ser duradero. Me gusta escucharte sin dudas- dijo visiblemente emocionada.

- Pero Mimi- se arrodilló en el suelo e hizo que la mirase- claro que tengo esos planes contigo porque claro que pienso que esto va a ser duradero. No voy a decir para siempre porque a veces la vida da muchas vueltas, pero me encantaría poder decírtelo. Me encantaría formar esa familia contigo y que de viejecitas sigamos de la mano, sin soltarnos. Así que no, no tengo dudas. Miedos aún quedan pero es que tu me has derribado muchos. Para mi fue muy difícil aceptar lo que me estaba pasando. Creí que no podía pasar pero si que era. Siempre has estado ahí y yo no me di cuenta. Te buscaba inconscientemente porque me gustaba estar contigo. Me gustaban tus abrazos y tus mimos porque me sentía segura ahí. Pero no pude ver mas allá hasta que algo hizo click. Me jode no haberme dado cuenta antes pero es que al final aquí estamos. Hemos superado baches, pruebas, piedras y muros enormes. Y los seguiremos superando. Juntas tiene todo el sentido. Juntas podemos ser mucho. Ambas tenemos conciencia de que no será idílico porque eso no existe, pero si tenemos la certeza de que será algo bonito y que lo haremos lo mejor posible. Siempre hemos sido amigas que se lo cuentan todo y ahora somos dos personas que se quieren. Que sienten amor. No puede salir mal. Así que si, tengo miles de planes de futuro contigo porque te quiero con mi alma. Te amo mas de lo que he podido amar jamás, te lo juro- ambas estaban con los ojos vidriosos de la emoción.

-Joder Miriam, me sueltas esto así sin anestesia- se rieron- Yo también te amo y tengo planes de futuro. También quiero envejecer junto a ti y serlo todo. Luchemos por ello.

-Lo haremos, lo prometo.

Miriam se tiró sin dudarlo a los labios de su chica. Lo que empezó por un beso que hablaba de su amor sin palabras, acabó siendo un beso lleno de pasión. Esto no era nuevo para ellas ni mucho menos, esta situación la habían vivido pero de forma diferente. Miriam aprovechó su posición y que Mimi llevaba una falda corta, para deslizar la mano por su muslo acercándose peligrosamente a esa zona donde no habría vuelta atrás. Solo de intuir las intuiciones de la pequeña, la granadina no pudo evitar gemir lo que hizo que la otra sonriese. Sin embargo Mimi paró la mano, la agarró y separando sus bocas, tiró de ella. Llegaron a la cama y se sentaron. Se miraron a los ojos que estaban claramente oscurecidos y encendidos. La pupilas de ambas hablaban por si solas, pero el cuerpo de Miriam también lo hacía. Estaba temblando por los nervios y no pudo pasar desapercibido por su chica. Mimi se moría de ganas, pero era consciente de que ese era uno de los muros mas grandes que tenía la gallega. 

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