La noche antes de volar durmieron poco. Primero porque pidieron pizza para cenar cuando terminaron de hacer las maletas y eso fue tarde, y segundo porque ambas tenían la cabeza a pleno funcionamiento. Miriam estaba con la creatividad a tope. Siempre que iba a pisar un estudio su cabeza se ponía a rendir mas que nunca, y aprovechaba el tiempo lo mas que podía. Nunca había dejado de sentir que eso era una oportunidad que no todo el mundo tenía y que era un privilegio. Así que jamás se había permitido perder el tiempo aunque sabía que esta vez sería diferente porque no era para ella sola. Aún así pensaba aprovechar el tiempo y, si hacía falta, ayudar a sus compañeros. Sin embargo la cabeza de Mimi no le permitía ir mas allá del vuelo. No se lo había confesado a nadie pero en realidad los aviones le aterraban. No llegaba a sentir claustrofobia pero si que llegaba a sentir un poco de ansiedad. Pero sabía que esta vez lo tenía que hacer si o si. Tenía que ir por trabajo porque le quedaban un par de canciones para tener todas las maquetas de su disco, pero también por estar con ella. Algo en ella le decía que eso días iban a ser importantes.
Al final la gallega consiguió dormirse a eso de las tres de la mañana, pero la granadina durmió a penas una hora. El despertador sonaría a las siete de la mañana pero a las seis y media se levantó a preparar un par de cafés. En cuanto los tuvo se acercó a la habitación de su compañera, dejó las tazas en la mesilla y con sumo cuidado se sentó a su lado.
-Buenos días reina- le dejó un beso en la mejilla y Miriam gruñó un poco- Vamos que he hecho café para poder despejarnos- le apartó el pelo y dejó un beso tierno en su cuello.
-Jo Mimi, que no sonó ni el despertador carallo. Déjame dormir un poco que no dormí a penas- ese acento gallego bien marcado.
-Yo te dejaría dormir gallega, pero es que no quiero que lleguemos tarde- las caricia por el brazo iban poniendo de un poco mejor humor a la pequeña.
-Pfff, pues habrá que levantarse- se incorporó poco a poco y apoyó la espalda al cabecero- Buenos días- dijo con cara de dormida y con la melena despeinada.
-Toma leona, tu café- le sonrió y empezó a tomarlo.
Cuando dejaron todo listo en casa y se aseguraron de que todo estaba en orden, pidieron un taxi y se fueron dirección al aeropuerto. No iban para muchos días pero tuvieron que facturar una maleta grande. Habían decidido llevar una pequeña cada una con las cosas importantes, y una grande entre las dos con la ropa y demás cosas. Por supuesto hubo pelea por el espacio y el orden en aquella maleta. Aquello terminó con Miriam colocando todo y diciéndole victoriosa a la mayor que cabía todo perfectamente. Total, un show.
Tuvieron que esperar un buen rato y Mimi para que no se le notase el nerviosismo arrastró a Miriam a las tiendas que había. Acabaron comprando todo tipo de chuches y chocolates y Mimi le compró a Miriam un collar que le gustó. No era demasiado caro pero lo suficiente como para que a la pequeña no le saliesen las cuentas y no entrase en sus gastos previstos. Menos mal que no se dio cuenta de que la granadina lo había comprado porque quería que fuese una sorpresa.
Enseguida las llamaron a embarcar, hicieron la cola pertinente y subieron al avión.
-Mimi, ¿ventanilla o pasillo?
-Pasillo por favor- dijo algo nerviosa.
-Creo que eres la primera persona a la que le pregunto que elige pasillo. ¿No será por dejármelo a mi? que a me da igual, estoy bien en los dos lados.
-Que no, que no, que yo quiero pasillo Miriam de verdad- ahí fue cuando la pequeña se dio cuenta.
-Vamos a sentarnos anda.