Los días en Galicia fueron de tranquilidad total. Se dedicaron a recorrerse la región de arriba a abajo, a disfrutar de las vistas, de la gastronomía y de la familia. Sobre todo disfrutaron de esta última porque sabían que tardarían en volver a allí. Mimi tenía muchos proyectos en marcha y Miriam... Miriam estaba a la espera de una gira un poco digna. En cuanto a las reacciones de la publicación de Miriam, todo explotó. Al día siguiente el movil ardía. No solo fans sino amigos por whatsapp echándoles la bronca por no habérselo dicho antes a ellos. Por no hablar de ese grupo de dieciséis personas que se indignó casi al completo. Casi porque había tres que estaban al tanto y que se callaron como cabrones para que nos les cayese a ellos también. Prácticamente todo eran buenos comentarios y felicitaciones. Mensajes pidiéndole a la una y a la otra que se cuidasen y que ojalá durase para siempre. Pero también hubo mensajes dañinos que ni siquiera venían de su gente. Y con su gente se referían a su circulo cercano y a sus fans a los que adoraban. Simplemente ignoraron a todos aquellos cortos de mente dejándoles a solas con la única neurona que debían tener dentro del cráneo.
Pero los días en Pontedeume tuvieron que llegar a su fin. Fueron a despedirse de Sara como Mimi había prometido, y la familia las llevó a la estación de tren. Allí todo fueron abrazos y alguna que otra lágrima. La madre de Miriam la había observado esos días y sabía que algo en su hija no iba bien. No por nada de su relación sino por algo que no llegaba a descifrar. Al abrazar a la rubia mayor, aprovechó para hablar con ella.
-Mimi cariño, gracias por querer y cuidar a mi pequeña- le dijo abrazándola.
-Anda ya suegra, si tu hija se hace de querer.
-Se que le pasa algo y no se lo que es. Cuídala y a ver si consigues averiguar que es lo que le pasa por esa cabecita.
-Te prometo las dos cosas. Yo también la veo rara pero no consigo ver que es. Pero haré lo imposible por enterarme de todo- se separó y la sonrió.
-Gracias Mimi, de verdad- dijo con los ojos llorosos.
-Que no me des las gracias que en todo caso te las tengo que dar yo por haberla parío.
-De nada mujer- rieron al unísono y eso fue música para los oídos de Miriam.
Llegaron a Madrid y volvieron a la rutina. Ejercicio, preparar cosa y esperar. Mimi estaba muy feliz ensayando y preparando cosas para su nuevo disco, pero Miriam estaba cada vez mas decaída. La espera la estaba matando por dentro. Ella seguía componiendo y ayudando a sus amigos, pero le faltaba algo. A demás veía como a Mimi no paraba de salirle conciertos y que ella no tuviese nada le abrumaba. Que no se malentienda porque no era que no se alegrase por su rubia, si no que sentía que ya no le interesaba al mundo musicalmente hablando. Todo eso le estaba comiendo cada vez mas la cabeza y una tarde explotó. No pudo contener mas todo lo de dentro y estuvo toda la tarde llorando. Cuando la de ojos verdes llegó de ensayar, se extrañó al no oírla. Miró por la casa y se la encontró en la cama que compartían durmiendo. Pero al acercarse se dio cuenta que tenía los ojos rojos e hinchados y se le cayó el alma a los pies. Sabía que algo le estaba doliendo y no podía hacer nada por ella. A pesar de preguntarle, siempre evadía el tema sin dejar que ella pudiese ayudarle a ponerle solución a lo que fuese que le estaba pasando. Le dolía mucho verla así. Acarició su cabeza y dejó un beso en su frente. La pequeña se revolvió y al ver a la mayor se incorporó, la abrazó y lloró con lo poco que le quedaba dentro. Sabía que no se había comportado del todo bien con Mimi y se le hizo todo una bola.
-Ya está reina, suéltalo todo- consiguió ponerse en una posición que dejaba que la acunase, sabía que eso la tranquilizaba.
-Lo... Lo... Lo siento... Lo siento Mimi- dijo con hipos y sorbiéndose los mocos.