Capitulo 14.

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¿Sabéis esas situaciones que te crean tal estado de nervios que tienes ganas hasta de vomitar? Así estuvo Mimi toda la tarde. Todo tenía que encajar como un engranaje perfecto y temía que algo fallase. Conforme iba viendo que la noche caía, el estomago se le iba revolviendo mas. Entre Álvaro y Roi entretuvieron a Miriam para que no saliese al jardín, y los demás ayudaron a Mimi a poner todo. El plan era que todos desapareciesen y que Roi entretuviese a Miriam hasta que Mimi le avisase y entonces la dejase. Ella aprovechó a ir a por la cena y mientras todos hicieron el teatrillo. Cuando la granadina avisó a Roi que estaba de vuelta, este fue corriendo a su amiga. Tanto fue así que tropezó en un escalón y se dio en una rodilla. Al escuchar el golpe Miriam salió corriendo del estudio y y vio a su amigo en el suelo con cara de dolor. 

-¿Que hiciste Roi?- dijo visiblemente preocupada.

-Me he caído por las escaleras. Me duele mucho la rodilla Miriam- al final no tuvo que inventarse nada, había sido real.

-Joder neno, si es que no tienes cuidado. A ver- hizo que se sentase en un escalón y le movió la pierna- ¿te duele?.

-Miriam carallo, despacio- estaba casi llorando del dolor.

-Madre mía Roi... voy a por...- y entonces apareció Álvaro.

-¡Ya voy yo! ¿qué necesitas?.

-De mi habitación una crema que es en tubo para el dolor. La abres y huele un poco raro. Y un poquito de hielo porfa. Vaya amigo mas patoso tienes- Álvaro se marchó riendo y el gallego la miró mal.

-Ni con dolor me das un poco de cancha. A ver si con eso se me pasa y puedo irme a cenar con estos.

-Con esa crema en diez minutos mejorará el dolor.

-Tu y tus ungüentos.

-Pero mis ungüentos te salvarán así que no te quejes- estuvieron charlando y apareció Álvaro con lo que Miriam le había pedido.

-Aquí tienes. A ver si le curas pronto que no llegamos al restaurante.

-Id tirando y luego voy en taxi, no os preocupéis- sabía de sobra que le esperarían en el coche.

-Como veas- le sonrió- mándanoslo entero ¿eh? y recuerda que es un flojo.

-Lo intentaré- le sonrió- Pasadlo bien.

Álvaro se marchó y allí quedaron los dos. Con la ayuda de Miriam, Roi fue capaz de llegar al estudio para sentarse en el sofá y que su amiga pudiese darle el masaje para la crema con mas facilidad. Mentiría si dijese que no dolió, pero al rato estaba mucho mejor. Miriam tenía la solución para ese tipo de cosas siempre. A demás su instinto de protección no le dejaba estar impasible ante estas situaciones.  Cuando Roi se encontró mejor, se levantó y se dispuso a irse. Miriam le acompañó hasta la puerta para asegurarse de que iba bien.

-Ten cuidado y si ves que vuelve a molestarte, échate mas crema.

-Si mamá- dijo en tono infantil.

-Que imbécil eres- le dio un pequeño golpe en el hombro- Oye, que raro que Mimi no esté por aquí, ¿no?

-No se, seguro que está en la habitación. A lo mejor se ha quedado dormida que sabes que le pasa.

-Esta chica es un desastre...- dijo rodando los ojos- Anda, pásatelo bien.

-Y tu Miriam- y le guiñó un ojo. 

La verdad es que el gesto de su amigo le desconcertó un poco pero luego pensó que seguro que estaría pensando en que, al estar Mimi y ella solas, aprovecharían. Este chico siempre igual. Subió las escaleras y al abrir la puerta de la habitación no se encontró precisamente con la rubia. Encima de aquellas sábanas blancas había una rosa preciosa y una nota con su nombre. Olió la rosa, se sentó en la cama y abrió la nota.

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