Mimi sintió que el coche se paraba así que se desabrochó el cinturón. Escuchó la puerta de Miriam y al momento como la suya se abría.
-Dame la mano anda.
-Quítame esto por favor, que quiero verlo todo- hizo el amago de quitárselo pero la pequeña le paró la mano.
-Jobá, no me lo estropees porfa. Que me quedan unas cosas por hacer antes de que te lo quites- Mimi notó el tono de su rubia favorita y cedió.
-Vaaaaleee. Pero no tardes mucho ¿eh? que sabes que soy mu impaciente para estas cosas.
-Mimita- se acercó a su oído y le susurró- lo bueno se hace esperar.
El tono que había utilizado la gallega le erizó la piel y le removió todo. Ahora si que necesitaba quitarse lo que le tapaba los ojos. Sintió una mano entrelazarse con la suya y tirar de ella. Se pararon y escuchó como una puerta se abría. Volvió a tirar de ella y se volvió a escuchar la puerta pero esta vez cerrándose con un pestillo. Miriam le pidió que se esperase ahí de pie y obedeció. Durante unos minutos solo escuchó los pasos de su chica, pero al poco escuchó el sonido de una cerilla. "¿Que cojones?" pensó. Es increíble como el oído se agudiza cuando la vista falta. El cuerpo es maravilloso. Un olor familiar llegó a ella. Pudo identificarlo como el olor de la madera quemándose por lo que su mente concluyó que estaban en un sitio con chimenea. De repente otro sonido. Esta vez el de un chorro de agua cayendo. "Una bañera grande" su mente estaba recreando el lugar. Y de nuevo un olor familiar. Un olor dulce y muy agradable. El olor de su bomba favorita que hacía meses que no encontraba. Instintivamente sonrió. Estaba tan metida en sus pensamientos que no escuchó el agua cesar ni los pasos de alguien acercarse. Miriam la vio sonreír, se puso tras ella y la abrazó. Ni siquiera se sobresaltó, sabía de sobra que esos brazos solo podían ser de una persona.
-Bueno brujita, ¿preparada para ver lo que hay?- le dijo cerca del oído y Mimi sonrió.
-Hacía años que no me llamabas así.
-Hacía años que no estábamos así de unidas. Ni siquiera como amigas- aumentó el agarre y la mayo intensificó las caricias- pero que sepas que nunca dejaste de ser mi brujita favorita.
-Ni tu de ser mi leona favorita. Y por muchos años y muchas cosas que pasasen, nunca dejarías de serlo.
-Que poco te merezco Mimi. Me porté tan mal contigo... Fui una estúpida- Mimi notó como se le tomaba la voz.
-Ya está reina, todo ha pasado y ahora estamos aquí. Que le den al pasado. Lo que importa es que aquí y ahora- siempre con las palabras justas. Miriam le dejó un beso en el cuello- Lo que pasa es que tu estás disfrutando de las vistas, y yo estoy aquí con esto en los ojos. ¿Me lo quitas ya?
-¿Preparada?- Mimi asintió y Miriam puso las manos en el nudo del pañuelo para deshacerlo- Pues aquí lo tienes.
Cuando se adaptó a la luz tenue pudo admirarlo todo bien. El lugar era una habitación de dos alturas cos todo abierto. En el centro de la estancia había una chimenea de cristal que permitía admirar el fuego desde cualquier lugar dando una calidez que se necesitaba ya que estaban en la sierra. El la parte baja había una pequeña cocina bien equipada, una mesa para dos y un sofá con una televisión. También tenían unas puertas enormes que daban a un patio con césped donde había un par de tumbonas y una pequeña barbacoa. Subías tres escalones y en la segunda altura había una cama enorme con unas sábanas blancas que tenían pinta de ser muy suaves, y con unas cuantas almohadas. La pared en la que estaba apoyada era de piedra dándole un toque rústico. Y a la izquierda había un baño enorme. De allí provenía el olor de su bomba. Un pequeño jacuzzi estaba encendido en una esquina de la habitación. Aquel baño también constaba de una gran bañera con un chorro de lluvia que colgaba del techo y que pensaba utilizar. Mimi estaba flipando y Miriam estaba encantada de como le brillaban los ojos a la mayor. Nunca imaginó que le hiciese tanta ilusión. Estaba a su espalda cuando esta se giró y se abrazó a ella.