Capítulo 0: Al borde de la gloria

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Valentino se paró frente al apartamento de Rebeca con un ramo de flores en su mano, estaba listo para pedirle a la chica que amaba que se mudara con él de vuelta a Barcelona. Había pasado un mes desde que el idiota con él que salía le rompió el corazón, Valentino no podía entender como Rebeca le podía dar tantas oportunidades, pero eso no importaba, esta vez él estaba seguro de que lograría quedarse con el corazón de Rebeca, dos semanas junto a ella le hacían saber que ella le correspondía, muy en el fondo ella lo amaba tanto como él lo hacía.

Antes de tocar a la puerta se dio la vuelta para verse en el espejo y asegurarse de que estaba bien peinado y que su traje le hacía ver bien, se había cambiado más de tres veces solo para asegurarse de que se veía bien para su chica. Una vez listo tocó el timbre del apartamento y después tocó la contraseña secreta que él y Rebeca hacían en la puerta desde que eran niños.

—¿Valentino?— preguntó Rebeca abriendo la puerta.

Su cabello estaba recogido en una cola y usaba un vestido rojo pegado al cuerpo que le hacía lucir tan bien, a los ojos de Valentino ella se veía bien con todo.

—Hola— Valentino sonrió —te ves hermosa esta noche.

—Gracias— contestó Rebeca con la cara un poco confundida —¿qué haces aquí?

—Vine a verte, ayer quedamos en cenar juntos ¿recuerdas?— Valentino no entendía a qué venía su sorpresa.

—Ahh...— Rebeca miró al suelo.

—¿Me vas a invitar a pasar o no?— preguntó con una sonrisa.

—No, es que yo...— Rebeca se mojó los labios con la lengua —iba de salida.

—No importa, te acompaño.

—No— Rebeca lo miró —Valentino, voy a ver a Martín.

—¡¿QUÉ?!— preguntó Valentino sorprendido —¿por qué?

—Él quiere verme y yo lo extraño mucho— Rebeca salió del departamento y cerró la puerta —lo siento.

—Pero ayer...

—Ayer no pasó nada— Rebeca miró a los ojos de Valentino.

—¿Cómo no? Estuvimos todo el día en la cama y...

—Nada, no pasó nada— aclaró Rebeca —solo fue un tropiezo de una noche y ya, no se lo vayas a contar a nadie.

—¿Tropiezo de una noche? ¿Eso soy?

—No— Rebeca tomó de los hombros a Valentino —tú eres mi mejor amigo y yo te quiero muchísimo, pero entiende yo estaba triste y tú...

—¿Ahora la culpa es mía?

—No, Valentino no pongas en mi boca palabras que no he dicho.

—¿Entonces?

—Escucha, tú sabes que te quiero muchísimo, eres como mi hermano y te adoro, pero es Martín.

—¡Y porque es Martín no deberías ir! ¡Por Dios, Rebeca abre los ojos! Él no te ama, siempre te hace llorar y te deja sola— Valentino pasó su mano por su cabello —es que no puedo entenderlo ¿por qué eres tan masoquista?

—No me grites, sabes que odio cuando lo haces— Rebeca se cruzó de brazos.

—Está bien, no te voy a gritar, pero no vayas con Martín, quédate conmigo.

—Tú no lo entiendes— Rebeca miró al ascensor —Valentino, yo amo a Martín, lo hago desde que somos pequeños y lo que siento por ti jamás se va a comparar con lo que siento por él.

Arriba del ContinenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora