Capítulo 15: El último vals

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—¡Irresponsable! Eso eres, un irresponsable, egoísta, impulsivo, mentiroso... —la lista de palabras que estaba usando Diana para describir a Valentino seguía y seguía. La pobre chica enumeraba con sus dedos todos los vocablos que su cabeza le permitían recordar, mientras caminaba de un lado a otro, roja como un tomate de lo enojada que estaba.

El chico intentó abrir la boca para hablar.

—Cállate, todavía no termino —lo reprendió la muchacha—. ¿Cómo se te ocurrió entrar a esa reunión y dar un no por respuesta? Te pregunté como cincuenta veces si estabas seguro de quedarte en el equipo y siempre me dabas una respuesta positiva —Se tomó del puente de la nariz, dejando de caminar por fin—. Es que, ayúdame a entenderte por favor, ¿Te parece divertido verme sufrir? ¿Te gusta que mi jefe me grite? ¿Es eso?

—No, ¿cómo se te ocurre? —respondió horrorizado.

—¿¡Entonces por qué carajos dijiste que no!?

—Porque —calló—... lo pensé mejor y es mejor para mi carrera ir a Liverpool.

—¡Hace cuatro horas el Real Madrid era lo mejor según tú! —gritó la chica. Parecía que la vena en su garganta en cualquier momento explotaría— Estoy harta de los hombres bipolares. —Unió sus manos y miró al techo— Señor, ¿por qué me odias tanto?

—No exageres, tampoco es para tanto...

—¡No me digas que exagero o te apuñalo con mis tacones altos! Ese es el problema de los hombres que nacen en cuna de oro, creen que pueden hacer lo que les dé la gana y que todo estará bien. Pues te tengo noticias, amigo, cuando salga de este lugar y regrese a la oficina mi jefe me va a culpar de tus estupideces y quizá me despida.

—No, yo hablaré con él y le diré que fue mi culpa.

—¡Sí, es tu culpa! Además, tu contrato se termina con Guillermo mañana y el mío se terminó hace tres días —Diana se dejó caer en el asiento frente a Valentino— Nemo y la Sra. Puff, ¿qué va a ser de mis peces? ¡Les acabo de comprar una nueva pecera y aún no acabo de pagarla!

Valentino sintió remordimiento por sus acciones, ya que lo hizo pensando en su amigo, pero no pensó en las otras personas de su entorno y en cómo su decisión les podía afectar. Entonces, una idea descabellada pero brillante llegó a su cabeza.

—No vuelvas donde Guillermo— soltó el muchacho de forma brusca.

—¿Eh?

—Que renuncies, que dejes este trabajo.

—¿¡Qué!? ¡Te voy a demandar, no me puedes tratar así, no me voy a quedar callada, lo voy a hacer público y muchas mujeres se pondrán de mi lado! —La joven se puso de pie y tomó su bolso con la intención de irse.

—¡No, no! —La detuvo poniéndose frente a ella para impedir que se fuera— Diana, renuncia y conviértete en mi manager.

La muchacha se quedó quieta, dejando caer su bolso y le dedicó una mirada de suspenso.

—Tú siempre dices que Guillermo te explota y no te paga lo suficiente para aguantarme. Te quejas de que te grita, de que es machista y de que a veces te ve de forma inapropiada. No tienes por qué aguantar eso, así que conviértete en la jefa tú.

—Pero...

—Tú me aguantas, me controlas y conoces bien este negocio, incluso haces las cosas mejor que Guillermo ¿Quién mejor que tú para representarme?

—Es que...

—Tendríamos que mudarnos a Liverpool los tres —Ahora era Valentino el que caminaba de un lado a otro— ¡Mierda, Sarah! Aún no le digo a Sarah —Se tomó de la cabeza— Está bien, se lo diré en uno de estos días, primero debemos comunicarnos con José Luis. Te lo puedo dejar a ti, ¿verdad?

Arriba del ContinenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora