05 • Birthday.

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             Se había dormido tarde, esperando por su mensaje. Normalmente le felicitaba a las doce de la madrugada, o más tardar doce y media, pero nunca se le olvidaba.

Hasta ahora.

Su cumpleaños número veintiuno y su novio no le había escrito o llamado. Ya eran las diéz de la mañana y no había señales del castaño.

Volvió a ver su teléfono por decimotercera vez en los quince minutos que tenía despierta y ni señales de él.

— ¿Le habrá pasado algo?

Se levantó de la cama para ir a tomar su desayuno. Hizo una lista mental de cada una de las cosas que pudieron haberle pasado al chico desde la última vez que hablaron.

— Seguro y se quedó dormido después de una ardúa práctica con el equipo — suspiró.

Natsumi bajó al comedor a tomar su desayuno. Era un ritual que las mucamas le adornaran la mesa con manteles rosas y globos dorados cada año en el cumpleaños de la chica. En la mesa, sus crepas favoritas le esperaban, junto a su taza de café latte.

— ¡Felíz cumpleaños, señorita Natsumi! — le celebraron los sirvientes y mucamas.

— Muchas gracias a todos — les sonrió la chica.

Su padre entró al comedor con una caja y una pequeña bolsa de regalo manos.

— ¡Buenos días, cumpleañera! — le abrazó — Mi princesa ya se creció.

— Papá — se sonrojó apenada, devolviéndole el abrazo — Muchas gracias.

— Ten — le entregó la bolsa de regalo — Éste es mío y esta caja — la puso sobre la mesa — La envía tu madre.

Natsumi agradeció y abrió la bolsa. Dentro de ella, una pequeña caja blanca que contenía un precioso brazalete de plata con un pequeño dije de corona.
Era el brazalete que le había regalado su abuelo hace dos años antes de su muerte y que la castaña había perdido en unas vacaciones en la playa recientemente. No logró encontrarlo nunca, incluso se había agotado en cada tienda que buscó.

— ¿Dónde lo haz conseguido? — le preguntó, con un hilo de voz.

La chica no esperó respuesta y se lanzó a los brazos de su padre, conmovida por tan hermoso regalo.

— Muchas gracias, papá.

— Bueno, ha sido con la ayuda de tu madre, pequeña. Lo ha encontrado en Italia — le besó la frente — Y aunque yo lo he pagado, ella también merece crédito.

— Gracias, en serio.

Se apresuró a ponerse el brazalete y abrió la caja que su madre le había enviado. No solía hablar mucho con ella, pero se llevaban bien. Su madre se había vuelto a casar luego del divorcio de su padre y ahora era una condesa en España, gracias a su nuevo marido.

Ventajas y desventajas de salir con un jugador de soccer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora