39. Un último baile

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NOAH

Noah no quería ir a su graduación.

O si.

En realidad, lo que no quería era estar sola allí. Porque su padre volvió a viajar por el trabajo, Clara tenía otros planes y no le daban ganas de invitar a su madre. 

Así que simplemente decidió no ir.

—Ya no hay café en tu casa —dijo Clara.

Noah dejó sus pensamientos un momento y miro a la muchacha. Ella estaba a su lado, frente a la góndola de alimentos. En una de sus manos sostenía un frasco de café y con la otra llevaba un canasto. 

De fondo se podía oír una canción de Olivia Rodrigo reproduciéndose en los parlantes del supermercado.

Desde que las clases habían acabado y el padre de Noah hizo otro viaje de negocios, ella no había tenido razón para levantarse temprano, así que solía saltarse los desayunos para almorzar directamente.

Esa tarde Clara llegó y se encontró con la alacena vacía. Prácticamente la obligó a salir para arrastrarla a la tienda más cercana y comprar alimentos.

—¿No hay café? —preguntó desconcertada.

Se había saltado tantos desayunos que ni siquiera se dio cuenta. Pese a que eso fuera lo que solía beber al levantarse.

Clara asintió y dejó caer el frasco en la canasta.

—Con razón tu padre no quería dejarte sola. Eres un desastre.

—Sólo estoy descansando —respondió mientras pasaba a su lado. No le gustaba que le señalaran cosas malas—. Escoge algo para comer y volvamos a casa.

A Clara ni siquiera le afectó su mal humor.

—¿Y la cena? ¿Qué vas a cenar? —preguntó detrás de ella—. Compra algo hecho. Debo irme en unas horas y tú apenas puedes hacer arroz sin quemarlo.

Noah se detuvo. No por lo que dijo Clara, sino porque unos metros más adelante, en la fila del cajero, estaban Charlotte y Alana. La rubia intentaba tomar cosas de la góndola para meterlas en el cesto y Charlie colocaba su brazo para impedir que siguiera metiendo comida chatarra.

Pero eso no fue lo que más le sorprendió. Sino el verlas vestidas para la graduación. Noah había mirado su reloj antes de salir, porque inconscientemente estaba pensando en eso. Faltaban sólo treinta minutos para que comenzara.

—Alana, no nos van a dejar entrar con tanta comida —oyó decir a Charlotte.

La aludida empujó otro paquete de oreos dentro.

—Se van a tardar mil años para el diploma. No me voy a matar de hambre.

Las dos forcejearon un momento por el paquete hasta que chocaron por accidente con una señora y se disculparon, avergonzadas.

—Mira qué lindas se ven. —Clara dejó una mano sobre su hombro y se paró a su lado—. ¿Por qué no vas a la graduación?

De repente Noah se sintió indignada. 

Le había dicho mil veces a Clara por qué no iría a la graduación y a ella parecía no importarle. Siempre respondía con el mismo "sólo ve sola" como si no fuera la gran cosa o su problema.

Nunca había dado su brazo a torcer. Por alguna razón se negaba a acompañarla. Ni siquiera aunque se estuviera perdiendo la graduación.

—Ya te he dicho por qué. —Movió el brazo para zafarse de su agarre—. Ven conmigo a la graduación.

¿Escuchas Girl in Red? | YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora