No pude evitar preocuparme por Charlie cuando Noah dijo que estaba borracha.
Ya la había visto así antes y sabía que perdía la cabeza después de dos tragos.
Pero Noah me obligó a esperarla en el departamento, por alguna razón.
—No va a subir si te ve —me dijo mientras se echaba encima su suéter de nuevo.
—¿Por qué? —pregunté y la seguí hasta la puerta.
Noah no respondió. Me cerró la puerta en la cara y me dejó sola. No me quedó otra que esperar.
Comencé a andar por la sala de estar sin rumbo y me atrapé caminando alrededor del sofá. Fui hasta el balcón, abrí la ventana e intenté asomarme por la barandilla, pero no vi a ninguna de las dos.
Sólo pasaban autos y autobuses con sus carteles encendidos para que se pudieran leer en la noche.
Cuando volví a oír pasos en el pasillo y el tintineo de las llaves, ya me encontraba junto a la puerta de nuevo, esperando.
La primera en entrar fue Charlie, quien casi tuvo un infarto al verme. Quedó congelada en la entrada y abrió los ojos con terror. La máscara de pestañas se escurría hasta sus pómulos, salvo por una línea negra que consiguió atravesar toda su mejilla.
—¡Santa mierda, métete! —Se quejó Noah antes de empujarla.
Charlie entró torpemente, se apoyó en el mueble de la entrada y siguió andando hasta la sala de estar. Noah resopló y cerró la puerta con llave.
—¿Estás bien? —le pregunté cuando la vi apoyar la espalda contra la puerta.
Noah estaba despeinada. Tenía parte del rostro enrojecido y el suéter mal acomodado como si se lo hubieran tironeado.
Cerró los ojos y suspiró.
—Intenta cargar con una borracha hasta aquí —dijo y la señaló.
Eché un vistazo hacia la sala de estar, donde estaba Charlie. Ella abrió la puerta de la heladera y asomó la cabeza para rebuscar entre las bolsas de verduras.
Llevaba el mismo vestido blanco de hace una hora, pero se había colocado con prisa un pantalón debajo y una chaqueta de cuero encima. De alguna manera había conseguido sostener parte de su cabello en un moño flojo con dos palillos.
—Charlie —la llamé—. ¿De dónde has sacado alcohol?
Ella se irguió, tal vez demasiado rápido, y se aferró a la puerta de la heladera con una mano mientras sostenía un refresco con la otra. Una sonrisa de lado se le fue formando.
—Hola, Andrea, buenos días.
Cerró la puerta de la heladera y se apoyó en ella. Me dio la sensación de que intentaba parecer menos borracha de lo que estaba.
—Se ha parado a comprar una botella en el súper —dijo Noah detrás de mi—. Vete tú a saber dónde la dejó.
Miré de una chica a la otra.
—¿Qué ha pasado?
Esa pregunta pareció encender un interruptor en Charlotte, porque casi de inmediato comenzó a hablar.
—¿Sabes qué hizo mi madre cuando llegamos a la casa? —Me alzó las cejas como si pretendiera que le respondiera, pero no aguardó a que lo hiciera—. ¡Fue al ático!
Se despegó de la heladera y comenzó a andar por la casa con el refresco en la mano. Noah se paró a mi lado para examinarla de brazos cruzados, como si estuviera pensando en qué iba a hacer con Charlie.
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¿Escuchas Girl in Red? | YA EN LIBRERÍAS
Teen FictionLas cosas comienzan a complicarse para Andy cuando descubre que siente algo más que una simple amistad por su mejor amiga. -.-.-.-. Andy entra por error a la casa de un desconocido que resulta ser el chico nuevo de la clase, quien es, además, un muj...