La nieta

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El bramar del motor de la avioneta me hizo saltar de la cama, descorri rápidamente las cortinas del ventanal.

Observé que de la nave descendía el piloto, un hombre bajo, gordo y barrigón, pero a continuación emergió una silueta femenina bastante joven y muy bonita, alta, delgada, pechos pequeños y firmes, de rostro agraciado y una nariz coquetamente respingada; vi como desaparecía de mi campo visual, atrás de ella otro empleado llevando sus valijas, me pregunto ¿quien será?

Hora del desayuno. Una empleada me guía hacia el comedor. En el trayecto casi a vuelo de pájaro observo su sala que luce cuidadosamente decorada al estilo europeo con abundantes detalles y pequeños cuadros.

Herman Justiniano sentado a la cabeza de la gran mesa me indica que me siente a su lado, así lo hago.

El chocar de palmas, enseguida una bonita criada nos sirve el desayuno. La leche fresca me pone de buen talante y le pregunto por sus hijas.

—Salieron temprano a las caballerizas —. Me responde serenamente. Insisto :

—Parece que hará bastante calor.

—Ni lo dude mi amigo. Antes que nada le sugiero se tome toda la libertad de circular por la casa o la estancia acompañado de Tita, en un rato más partiré a la ciudad, pero vuelvo por la noche y empezaremos con las preguntas, ¿le parece?

Apenas atine a responder con un movimiento de la cabeza, este caballero tenía el don de la labia con autoridad, era asombroso ver los gestos que hacía y el ir y venir de las manos hipnotizante.

Sin embargo volví a la carga con una pregunta más, la hermosa joven que trajo la avioneta muy temprano.

«Es mi nieta», me contestó y sin mayor interés por seguir hablando se retiró.

Me encerré en mi cuarto para de alguna manera ordenar mejor mis ideas. Pero el angular y delicado rostro de la nieta de Pata de lana no terminaba de borrarse de mi mente.

Tenía la intención de pasear por la casa, cuando en el umbral de la puerta apareció Tita acompañada de otra joven que me pareció de su misma edad, «es mi hermana Rosemary», nos presentó y sin preguntarme nada literalmente me arrastraron a las caballerizas para cabalgar por las extensas praderas.



Pata de lana (el arte del placer impuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora