Testigo de cargo

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Protegiendome del sol en los frondosos árboles de las veredas camino despacio buscando la dirección que Jhonny me diera vía teléfono. Tres de la tarde y el calor pesa como una viga sobre los hombros, caminar resulta una temeridad porque el asfalto refulgia directo a los ojos.

La hora convenida, la dirección ubicada. Toco el timbre una sola vez y es Jhonny en persona quien me recibe. Choco y Choca —los sabuesos —me ladran y olisquean mientras abanican con alegría sus rabos, me dan la bienvenida perros y amo.

—Sentate, enseguida regreso —. Dice señalando unos cómodos sillones de cuero, tras el los perros desaparecen. El jardín estaba abandonado a las lluvias e insectos. Las hormigas habían tomado el lugar. Minutos después apareció con un par de cervezas en lata. Seguramente la temperatura oscilaba los cuarenta grados.

—Así que va a escribir una biografía novelada de papá.

—Mi intención es esa, pero tropecé con el “caso” Giovanna.

—El “caso” Giovanna —. Replica sin mostrar interés y continua —: por mi no hay problema de que se destape las inmoralidades de papá, el viejo es pícaro y mujeriego. Seguramente en este instante está de picaflor con su hembra de turno y en vista de que su visita es por expreso interés sobre el “caso” Giovanna ya puede encender su reportera y también le entrego una fotocopia del periódico con la crónica policial que le prueba lo dicho —abriendo su lata e invitándome a que le imite — ¡Salud!

Una hora después sonaron los bocinazos del jeep, era mi “musa” que quedó en recogerme después de clases. Tío y sobrina se saludaron cordialmente. Se estaciona otro vehículo —el Cherokee 4×4 rojo — y toca el claxon, es la novia de Jhonny; éste se me acerca como alguien avisado, con la misma sonrisa a la vez molesto y a la vez sorprendido, «cuidala y respetala», me dice y desaparece con su novia en la casa.





Pata de lana (el arte del placer impuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora