Pata de lana (el arte del placer impuro)

Marioly

Almorzamos en un conocido restaurante, después conducimos hacia la avenida Cristo Redentor sobre el segundo anillo de circunvalación a una universidad privada. El edificio era de una arquitectura clásica, con la fachada de hormigón de cuatro pisos y la apariencia de un gran hotel. Encima de nosotros un cielo encapotado que amenaza inundarnos, se puso a caer una lluvia bien fina. Subimos al tercer piso e ingresamos a un aula lleno de jóvenes universitarios (intercambio de saludos entre ellos y Giovanna), el catedrático calvo y gordo estaba al fondo, detrás de su escritorio con los anteojos sobre el mismo y las manos cruzadas, gruñe algunas palabras y durante cuarenta minutos nos entumece al hablar con total apasionamiento sobre la psicología de una relación de pareja, aclarando que entablar una relación duradera, íntima y mutuamente satisfactoria es factible si se llega a comprender las dos visiones de lo que se entiende por "relación".

«Supongamos -dice -, que una pareja cualquiera de jóvenes, digamos Moisés y Carmen salen juntos, enamoran y al poco tiempo ninguno de los dos sale con nadie más.

Una noche mientras pasean por el parque, Carmen le comenta a Moisés :

—Mói, ¿notaste que ya salimos siete meses?

Cómo no hay respuesta Carmen piensa : ¡Espero que no se moleste con lo que le dije! Talvez piense que lo estoy precionando.

Por su parte Moisés piensa : Pucha ¡Siete meses ya!

Y Carmen reflexiona : pero yo tampoco estoy segura de esta relación. Lo quiero pero...¿De verdad quiero esto?

Y Moisés cavila : O sea... mmm... en agosto comenzamos a salir, justo cuando compré el. Minicomponente... mmm... ya debería haberle hecho una limpieza a los cabezales de la casetera.

Carmen medita : está enojado. Su seriedad lo confirma, talvez no le entiendo bien, quizás quiere algo más...

Y Moisés dice : tendré que llevar el equipo a la tienda con el certificado de garantia y exigir que hagan algo con esos cabezales, digan lo que digan esos ineptos algunas cintas suenan con baja calidad de sonido. ¡Y pague 200 $ a ese comerciante usurero!

Y sigue pensando Carmen : Ahora si está enfadado, no debí decir nada.

Y Moisés reflexiona : seguramente me dirán que no leí el manual de instrucciones.

Y Carmen medita : soy muy egoísta.

Y Moisés piensa : ¿garantía? ¡les voy a enseñar lo que es garantía!

—Moisés —. Dice Carmen en voz alta.

—¿Que? —. Responde Moisés.

—¿Piensas que soy una egoísta? —y solloza —. Debí callar.

—No Carmensita —. Aventura Moisés y ella contenta y conmovida : ¡Gracias!

—Te quiero —. Arguye él. Y así concluye el catedrático calvo y gordo su baladronada, antiquísima y somnifera. Y yo pienso que el cerebro masculino dista mucho del femenino por la sencilla razón de que el hombre es idóneo para resolver problemas fría y calculadoramente, pero es incapaz de entender conceptos extraterrenos como el "amor" o la "relación", la mujer en cambio es romántica y dramáticamente consiente de su realidad; eso pienso. ¿Y Giovanna..? Ella no piensa en nada, pues charla animadamente con sus compañeras.

Guiamos el jeep a las concurridas y típicas cabañas del río Pirai. Aparcamos en la cabaña el «Sayubu» donde Giovanna me presentó a su amiga Marioly, una chica agradable, bonita y coqueta, de rostro redondo y carita de muñeca, algo bajita pero de una figura espectacular.

Con la lluvia de la noche anterior llegó bastante agua al río, de modo que no nos animamos a cruzar, queriamos cenar en un restaurante conocidisimo al otro lado del río, pero había peligro de que el jeep quede plantado en la blanda arena.

—¿Es cierto que los collitas son dotados? —. Marioly.

—¡Si! —. Giovanna.

—No me digas que ya...

—Sip.

No supe que decir ante esta conversación al destape y sólo atine a mirarlas, mejor dicho a escrutarlas detenidamente.

Giovanna : «¿Quisieras hacerlo con las dos?»

Cuál sería mi expresión de sorpresa, porque ambas muchachas se rieron en mi cara. La tarde se extinguió mucho más rápido por el cielo nublado.