•Capitulo 21•

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Crimen (n.): Hacer de forma intencionada algo ilegal o inmoral que no se tiene derecho a llevar a cabo.

Álvaro.

Abrí el cajón a mi izquierda para coger un bote de aspirinas. Llevaba una semana sin dormir bien, y estaba seguro de que tenía que ver con los pésimos informes que estaban entregándome los pasantes. O quizá itziar estaba envenenando mi almuerzo. Busqué su último informe y solté un gemido al leer el post-it que había escrito a mano:

«Me parece muy irónico que nos impartas la importancia que suponen la confianza y las relaciones cuando no tienes ni idea de lo que significan esas palabras.
P. D.: No devoraste mi coño».

Arranqué la nota y la tiré a la basura antes de leer la siguiente:

«¿Un caso en el que el jefe se tira a su empleada? Al menos este jefe tuvo los huevos de confesarlo todo y admitir que le gustaba la chica, en lugar de deshacerse de ella como si tuviera la peste.
P. D.: El ingrediente extra de tu café de ayer fueron copos de Super Glue-3 derretido. Espero que te gustaran».

- ¿Señor García?  - Jessica irrumpió en mi despacho.

- ¿Qué?

- ¿Quiere que envíe el traje de Armani a otra tintorería? - preguntó. - Es ya la tercera vez que nos devuelven los pantalones y la mancha sigue igual.

- No, gracias. - Suspiré. -  Encarga unos nuevos, por favor.

- Perfecto. - Batió las pestañas antes de irse, y de inmediato envié un correo electrónico a Aubrey.

Para: pequeña intrusa.

Ya no bebo el puto café desde hace tiempo, pero has demostrado una vez más lo novata que eres con respecto a la ley. Pienso guardar tus notas para que mis amigos sepan quién es la culpable cuando aparezca asesinado. Madura.
- Álvaro.

Para: polla desierta.

No tienes amigos, yo era la única. Y no me importa que guardes las notas, porque yo también conservo todos tus correos. En especial aquellos que dicen: «Ven a mi despacho para que pueda comerte el coño a la hora del almuerzo», o «Me encanta ver tu boca cuando me chupas la polla». Tú primero.
- itziar.

Empecé a responderle, porque no estaba dispuesto a que dijera ella la última palabra, pero oí que jessica se aclaraba la garganta.

-¿En qué más puedo ayudarte? -pregunté levantando la vista.-  Hubiera jurado que te he dicho que salieras de mi despacho.

- Corre el rumor de que hoy es su cumpleaños.

- No es mi cumpleaños.

- No es eso lo que dicen los de recursos humanos.

- Ese departamento va como el culo. - Miré la taza de café que había en el escritorio, notando que el café ni siquiera era marrón, sino de color naranja. - Pero ya que hablamos de ellos, ¿puedes encargartede que prohíban a la señorita Ituño que se acerque a la máquina de café?

- Lo dudo. -Se acercó más.- Aquí entre nosotros, le vamos a dar una fiesta sorpresa en la sala de descanso. Ahora mismo. Estamos esperando desde hace un rato a que haga un descanso, pero no parece tener intención de hacerlo, así que… ¿podría acompañarme un momento?

- ¿Acabas de negarte a cumplir una orden?

- Me encargaré de ello si va a la fiesta. - Sonrió y me cogió la mano, pero me puse en pie por mí mismo.

- Le he dicho a tu abuelo millones de veces que no me gusta que haya fiestas de cumpleaños sorpresa para los miembros del bufete. - Se encogió de hombros antes de seguirme al pasillo.

Rompiendo Mis Protocolos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora