•Capitulo 24•

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Refutar (v.): Presentar evidencias para contradecir o negar presunciones, pruebas o argumentos legales  de la parte contraria.

Algunos meses después...
Álvaro.

El otoño llegó y pasó, llevándose consigo las cambiantes hojas de los árboles y los atardeceres anaranjados. Aparecieron pasantes nuevos en GBH, casos y clientes diferentes abarrotaron las agendas. Y
mientras el invierno envolvía la ciudad, me quedó clara una cosa: Durham estaba a un solo paso de  convertirse en una mierda tan grande como Nueva York.
Por lo menos en invierno.  Fue el más frío que se recordaba en la ciudad, y dado que estaba en el sur, no se estaba preparado para  ello. En la sala del juzgado en la que me encontraba había mantas cubriendo las ventanas en vez de contar  con el aislamiento adecuado, y también había una estufa en cada uno de los enchufes.  Apenas había camiones para esparcir sal por las calles heladas, muy pocas personas sabían conducir
con este clima y, por alguna razón, ya no había mujeres adecuadas disponibles.

- ¿Álvaro? - Bach me tocó el hombro. -  El fiscal ha acabado con la testigo, ¿vas a repreguntar? La  última frase que ha dicho podría llegar a influir en el jurado.

- Pido permiso para repreguntar, señoría. - Me levanté de la silla.  Cuando la jueza asintió con la cabeza, miré a la mujer que había en el estrado. Había estado mintiendo desde que comenzó el juicio y ya me había cansado.

- Señorita Ituño - Me aclaré la garganta -  Quiero decir, señorita itzely ¿cree usted que  abandonar a su marido en este momento de crisis fue lo mejor para su empresa?

- Sí - replicó ella. - Lo dije en nuestro primer encuentro.

- No. - Negué con la cabeza.-  Dijo que lo amaba y que su única razón para dejarlo fue que pensaba  que ya no lo quería, ¿no es cierto?

- Lo es, pero…

- Por lo tanto, dado que no le dijo que la amaba como usted quería, porque él en realidad solo le dijo  que era incapaz de amarla así, decidió a bandonarlo, ¿verdad?

- No… Lo dejé porque estaba gastándose el presupuesto de la compañía en cosas innecesarias y me Engañaba.

- ¿Alguna vez ha pensado en los sentimientos de su marido? - incidí - . ¿Se ha preguntado acaso si le  afectaría que usted se marchara, estuvieran o no en buenos términos?

- Es que… - La mujer estaba viniéndose abajo. - Es que estaba engañándome.

- ¿Estaba engañándola de verdad? ¿O simplemente usted le exigía más de lo que él estaba dispuesto a  darle desde un punto de vista emocional, señorita itzely?

- Por favor, pare…

- ¿Es posible que usted se lo haya inventado todo?

- No, nunca. Jamás menti…

- ¿Es posible que usted sea una jodida mentirosa?

- Orden! ¡Orden en la sala! - La jueza dio un golpe con su mazo mientras el jurado contenía el  aliento.

- Abogados, a mi despacho. ¡Ahora mismo!  - Me quedé un instante mirando las lágrimas fingidas que resbalaban por las mejillas de la señorita Itzely. Este caso estaba chupado.  Entré en el despacho de la jueza y cerré la puerta.

- ¿Señoría?

- ¿Es que se ha vuelto loco?

- ¿Perdón?

- Acaba de decir que su testigo es una «jodida mentirosa».  - Miré por la ventana mientras el alguacil entregaba a mi testigo una caja de pañuelos de papel.

Rompiendo Mis Protocolos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora