He conseguido sangre de venado de los prados más cercanos, aunque he tenido que descender unos mil quinientos metros la montaña. Más allá de los dos mil no es que haya mucho oxígeno y riqueza, por lo que no va a brotar nada jugoso para los terneros. Y en Amellán apenas hay cultivos en la alta montaña. Los que ya saben que la guerra está cerca prefieren abandonar sus bestias y huir, y ni siquiera puedo culparlos. La he almacenado en una pequeña cantimplora y después se la he dado a los dos demonios de los que me tengo que hacer cargo. Bueno, terminará siendo uno, veamos qué tiene que ofrecerme el otro. De lo contrario, la muerte será su destino.Ver a dos demonios bebiendo sangre como si de agua se tratara me produce arcadas. El olor a sangre es tan fuerte que me siento mareado. Es como estar en un campo de batalla. Kendra es algo más educada que Daven. Las frutas descansan sobre la bandeja encima de la mesa y parecen de goma cuando Kendra le da un sorbo a su copa que deja sus labios manchados de rojo. Una pequeña gota desciende hasta su barbilla y ella se la limpia con el dorso de la mano. El otro demonio tampoco es que se manche, pero no dejan de dar miedo cuando los veo alimentarse de esta manera. Parecen perros hambrientos. Son monstruosos.
—Yo tengo un pequeño piso en el centro de la ciudad de Viane—habla Daven tras dar un buen trago. Kendra se lo queda mirando. Puedo ver que sus ojos se concentran en el vaso de él. Parece bastante celosa al ver el vaso de sangre prácticamente lleno. Mantengo la cantimplora en movimiento para que el resto de sangre no coagule. Pero ella odia cómo él se sirve un poco más y parece recelosa, sin soltar su vaso en ningún momento. Tampoco parece querer fiarse de las intenciones de un demonio tan abierto a hablar después de saber mis intenciones. No queda otra: este demonio solamente está buscando la manera más fácil de salvarse de su destino. Con tal de sobrevivir, a costa de matar a los suyos, me venderá todas sus cosas. Sabe que la luz celestial es lo siguiente—. No es que sea demasiado grande, pero estoy seguro de que podrá servir.
—¿Dónde se sitúa Viane exactamente? —los dos me miran cuando pregunto eso.
Los ojos dorados exactamente iguales de ambos me repasan y me miran de tal manera que parezco su próxima presa. No me harán daño porque invocaré luz celestial y los mataré hasta que se conviertan en cenizas. Dudo que Kendra me ataque con el buen trato que hemos hecho. Al otro le conviene caerme bien y hará lo que sea para trabajar conmigo. Ninguno de los dos cometerá la estupidez que me lleve a calcinarlos.
—Frente al Mar de Tantra, en el norte. Se la conoce como la ciudad de la juerga, los vicios... Y sobre todo... De la perdición—me cuenta Kendra. No parece que le tenga un especial cariño a la ciudad de Viane, a pesar de que la describe como el paraíso de los demonios. Ellos adoran los vicios, y la perdición. Así que es normal que se paseen por allí, que vivan la vida en un estercolero mortal lleno de basura. El cebo perfecto para cualquier demonio—. Los mortales más ricos del Imperio suelen vivir en esa ciudad por temporadas. El verano lo pasan allí antes que en la capital y las fiestas que hay son auténticas bacanales. Viane se llama así porque es la ciudad del vino. Hay tanto que las fuentes no son de agua, sino de vino, y encima dicen que está bueno. Yo no tolero las frutas—Daven parece hacer un gesto sobre que él tampoco. No me imagino a los demonios consumiendo otra cosa que no sea sangre o carne cruda. El vino al final viene de una fruta. Eso convierte a Viane en un buen lugar para empezar si eres un demonio pobre—. Las fiestas de Viane son famosas por durar semanas seguidas. Te puedes codear con condes importantes o con generales de alto rango, y la mayoría permanecen borrachos durante días.
—¿Generales del mismo nivel como el que mataste? —pregunto yo. Daven, el macho, mira a una Kendra que parece ignorarlo todo.
—¿Has matado a un general? —le pregunta él. Ella no responde—. Dijiste que era un mortal.
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Sangre y Traición (#1) - EN EDICIÓN
FantasíaAquello que el destino una nada puede separarlo. Kendra Malikva es un demonio que no vive de la manera que debería. Sin haber sido capaz de meterse en el peligroso mundo de los pactos, vive resignada bajo la custodia de Trinity Landford, madame del...