☁9. Opuestos, pero en sintonía☁

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Se respiraba un ambiente pasivo y relajante en la casa de los Barnes Zemo. El patio estaba siendo regado por Will, el jardinero personal de la casa, quien mantenía siempre a la línea el patio delantero y trasero de la casa grande, había sólo algunas plantas de las que él no se encargaba, de los rosales del señor Helmut, esas flores eran el desestresante del hombre de cabellos castaños claros. 

Como se dijo anteriormente, la casa estaba en una sintonía calmada. No había mucha servidumbre ese día, sólo el jardinero y el hombre de gran confiar Oeznik, quien era el mayordomo de la casa.

La casa era enorme, en otras palabras, era una mansión bastante grande. Por fuera tenía un estilo muy victoriano, parecía un castillo en tonos crema, mientras sus techos y torres eran de un tono gris azulado. Había ventanales enormes, columnas griegas, escaleras. El interior era igual de lujoso. El interior era blanco, pisos de mármol, mueblería de la más costosa, pinturas renacentistas, candelabros de cristales con perlas incrustadas. Todo en aquella casa era un lujo, pues que se puede esperar de una casa perteneciente a un hombre que pertenece a la realeza, y de un hombre que es dueño de la mayor agencia inmobiliaria de todo Estados Unidos, llamada Winter.

Los señores Helmut J. Zemo y James Buchanan Barnes, una pareja felizmente casada desde hace 15 años, eran los dueños de tal mansión. La pareja tenía dos hermosas niñas, ambas producto de un vientre de alquiler y de las enormes ganas de ser padres de ambos. 

La pareja pensó mucho sobre tener hijos, pensaron en adoptar o en esta última opción, al final, se decidieron por el vientre de alquiler, pues querían que los bebés fueran suyos. Hubo una discusión de por medio, decidiendo en quien de los dos sería el donante de esperma, hasta que llegaron a un acuerdo, Zemo sería el donante. Y así, llegó su primer Rayito de sol, la pequeña Heike Barnes Zemo. Una hermosa niña de piel blanca, ojos acaramelados, hermoso cabello castaño claro, había uno que otro lunar y pecas en sus mejillas y nariz. Era el mismo retrato de su padre Helmut, aunque obviamente, tenía uno que otro rasgo similar al de Janis, la mujer que alquiló su vientre. La pareja estaba inmensamente feliz cuando la pequeña llegó a sus vidas, claro que por algunas noches no durmieron muy bien del todo, pero valía la pena por ese pedazo de dulzura que animaba sus días. 

James quería otro bebé, solo había pasado ya un año de la llegada de Heike a sus vidas, pero quería un pedacito de él. Estaba feliz con su pequeña Heike, la adoraba, era la princesita de la casa, pero él también quería darle un pedazo de él a Zemo. Helmut ya le había dado a Bucky un pedazo de él, así que las inmensas ganas de otro bebé, crecieron en él. Nuevamente hubo una discusión de por medio, pero Helmut terminó accediendo. Volvieron a hablar con Janis, quien aceptó volver a tener un bebé para su pareja favorita. 

Y así pasado nueve meses, nuevamente llegó a la vida de la pareja, otro pedacito de algodón de azúcar. Jade Barnes Zemo, llegaba a casa, una hermosa niña de piel blanca, una niña regordeta y de mejillas rosadas. Tenía unos grandes y bonitos ojos azules, como los de su padre James. Tenía el pelo negro, tenía mucho pelo, cosa distinta de su hermana, que no nació con tanto pelo como ella. Tenía unas bonitas pestañas negras. Y tenía la misma barbilla partida que su padre, cosa que le sorprendió a James, pues pensó que tendría la misma barbilla de Janis, la mujer que alquiló su vientre. Obviamente tenía uno que otro rasgo similar a Janis, cosa que estaba bien, pues así las pequeñas niñas tenían algunas facciones similares, que las hacían parecer hermanas biológicas. 

Con la llegada de la pequeña, sus noches de descanso dijeron adiós, pues con una bebé recién nacida, que lloraba cada que podía y con una pequeñita de un año que lloraba al escuchar a su hermana, que digamos, no dormían muy bien, y no podían turnarse las noches de despertarse y calmar a las niñas, pues eran dos, así que mientras uno calmaba a la bebé de un mes de edad, el otro calmaba a la nena de un año. Momentos de sueño que los padres tienen que sacrificar. 

MAGIC CITY/One-Shots WinterBaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora