☁6. Replicante☁

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Invierno, era una hermosa noche de invierno en la hermosa Sokovia. La nieve blanca caía con suavidad y elegancia, el cielo se encontraba más negro de lo común. Muchas personas estaban en las calles dirigiéndose a sus hogares después de una larga jornada de trabajo, o se dirigían a alguna reunión por las épocas, no lo sabríamos con certeza y no nos centraremos en eso. Muchos autos voladores pasaban a gran velocidad, llevándose con ellos la ligera nieve. Lejos de la sociedad, apartado en una extensa propiedad de hectáreas y hectáreas, se encontraba la mansión Zemo. La fachada era totalmente al estilo victoriana, lucía antigua, pero la casa tenía todas las modernidades actuales. Las puertas se abrían con sólo decirlo con la voz, todo estaba manejado tecnológicamente.
Dentro del lugar no había mucha servidumbre, sólo una chef personal, una ama de llaves, dos mujeres que se encargaban del aseo y un mayordomo, claro, y como olvidarlo, un replicante que podía hacer cualquier cosa.

En ese momento el replicante James, se encontraba levantando un sofá, para que la señora de cabellos cortos y blancos, pudiese barrer debajo de este. Ayudaba en las tareas pesadas, cualquier cosa que requería fuerza, ahí se encontraba la ayuda del replicante. Muy útil.

Barón Zemo, lo usaba como una servidumbre más, simplemente lo compro para averiguar que de fantástico tenían estos replicantes. Cuando lo compro, se dio cuenta de que en verdad valían la pena, eran funcionales en cualquier cosa. No eran un robot, podían reaccionar como cualquier persona, tenían su personalidad, y valla que la personalidad del replicante James, no era la más dulce de todas. Siempre tenía ese ceño fruncido, mirada fría y retadora. Y en parte, eso le fascinaba de su replicante.

Helmut, nunca leyó completamente los documentos que venían en la memoria, sólo se quedó en el párrafo donde mencionaban el nombre de este, y no leyó más haya de eso. Llevaba con su replicante al rededor de 6 meses, y no se había puesto a leer sobre su replicante. No sabía mucho acerca de él, pero le gustaba tenerlo cerca.

Bajo nuevamente el sofá, para ponerlo en su lugar, la mujer le agradeció con una tierna sonrisa, este le correspondió de igual forma, con una linda sonrisa. Con las mujeres que se la pasaban ahí, haciendo los deberes de la casa, era donde se demostraba más humano, con expresiones más dulces y tiernas, tenía la suficiente confianza para hacerlo con ellas.

Estaba apunto de retirarse a su habitación y darse un baño, pero el brazalete metálica en su muñeca derecha lo hicieron parar su paso, observó y era una llamada de Zemo. Presionó el brazalete y de este salió un holograma, donde se podía ver con claridad parte del pecho de Helmut y su rostro.

"James, ¿puedes venir a mi habitación? O ¿estas ayudando a Elizabeth?" Dijo, refiriéndose a la anciana que se acaba de retirar.

"Estoy libre, Amo Zemo" mencionó con esa expresión sería.

"Bien, entonces ven a mi habitación, tengo varias preguntas que hacerte" Barnes asintió, para finalizar la pequeña llamada y dirigirse a la habitación de su Amo Zemo.

Subió unas escaleras largas de mármol oscuro, recorrió elegantes pasillos envueltos en paredes llenas de pinturas refinadas y de seguro costosas. Al fin llegó a una enorme puerta de madera blanca, con relieves en dorado. Tomo la perilla de la puerta y la abrió, entro a la habitación, para detenerse justo en medio de esta, mientras sus manos permanecían tras su espalda.

MAGIC CITY/One-Shots WinterBaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora