☁3. Ghost Inside My Head☁

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Las 11:20 se marcaban en el reloj redondo en la pared de la habitación. La habitación era totalmente blanca, sólo resaltaba el color de una pequeña planta verde al fondo. Había una pequeña mesa ahí, una mesa de madera blanca más dos sillas comodas totalmente blancas.

En la habitación se encontraba sentado un joven con la vista ida, pérdida en una parte de la habitación. Lucía unas ojeras oscuras debajo de unos ojos azules hermosos, pero en ese momento no demostraban sentimiento alguno. Tenía el pelo cuatro dedos abajo del cuello, de un tono negro. Estaba húmedo aún, debido a la ducha de diez minutos antes de cada sesión con su doctor. Usaba ropas comodas de color blanco, parecía pijama. Usaba unos tenis blancos. Él lucía igual de pálido que sus ropas, sus labios tenían un tono rosado muy pálido, parecían algo resecos. De vez en cuando su cuerpo se balanceaba involuntariamente de adelante hacía atrás.

El ruido de la puerta de madera siendo abierta se escucho por toda la habitación, pero el joven parecía imperturbable ante aquel sonido o a la persona que entraba a la habitación.

Un hombre de cabello oscuro con algunas canas en él se sentó frente al chico en la silla. Sacó de su bata blanca una lapicera, puso sobre la mesa su pequeño cuaderno rojo y una carpeta amarilla. Acomodó sus lentes y miró al joven. Cruzó sus manos sobre la mesa y sobre sus cosas.

El joven parecía como si no estuviera el doctor ahí, no le prestaba la mínima atención, su mirada seguía en otro mundo.

—Buen día, James—dijo calmadamente el doctor.

El chico no dijo nada.

—Bien, necesito que me mires para que empecemos con la sesión de hoy—dijo serio el doctor.

Al fin quitó su mirada de donde estaba y la puso sobre el doctor. No había señal de emociones en aquellos ojos, parecía la mirada de alguien muerto en vida.

—Bien, ¿has tomado tu tratamiento como quedamos, James?—Cuestionó el doctor Baner.

Este asintió ligeramente, mirando fijamente al doctor Bruce Baner.

—¿Haz tenido más ilusiones?—Preguntó observando su cuaderno, mientras abría la carpeta.

—No—habló por primera vez en ese día. Baner levantó su vista sorprendido.

En los cinco años en los que el joven Barnes había estado en el sanatorio mental San José, se negaba a hablar con sus psiquiatras, se negaba a aceptar que lo que le había pasado era mentira, una ilusión. Escupia la medicina, llegando a desperar a los enfermeros y psiquiátras. Lo tuvieron que sedar varias veces para lograr que tomará su medicina. Gritaba todas las noches y golpeaba las paredes, varias noches gritaba y se rascaba con tanta intensidad, que se sacaba pedazos de piel llegando a sangrar, pues decía que hormigas le recorrían el cuerpo mientras lo picaban. Tuvieron que ponerle un tipo de guantes en las manos para que no se hiciera daño. En las noches lo amarraban a la cama con unos cinturones de piel marrones, para que no se golpeara contra la pared, mientras gritaba: "callate". Su negación era inmensa, él decía que estába perfectamente cuerdo, que no debía estar ahí, algunos psiquiátras se desesperaban y hablaban con él diciéndole que tenía esquizofrenia y tenía que estar ahí, con un tratamiento para que tuviera una vida normal. Los atacaba cuando le decían eso y de apartir en adelante, se presentaba con camisa de fuerza a las sesiones.

MAGIC CITY/One-Shots WinterBaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora