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kun se adentró al cuarto del menor, quien aún dormía entre las cálidas sábanas de la cama. movió las telas y se acostó a su lado. tenía frío y se sentía solo, sentir el calor de yangyang le ayudaría un poco. el menor por su parte no había hecho movimiento alguno.
la habitación se sumergía en un cálido silencio, el calor de ambos chinos se complementaba, era una posición cómoda.
a pesar de eso, kun aún se sentía inseguro, no se podía sentir 100% a salvo en manos de una persona menor que el; por más que le dijera a yangyang que era alguien fuerte, no se terminaba de convencer a si mismo de que de verdad el menor lo fuera.
suspiró y miró el rostro de yangyang. sus facciones eran suaves, tales de un niño de nueve años, era guapo, muy guapo.
se sentía triste, no quería dejar a yangyang. amaba a yangyang, de una manera indebida. su padre al casarse con la madre del menor lo había sentenciado, sentenciado a sufrir. sufrir viendo a yangyang metiéndose con gente mucho mayor que el por un poco de afecto, afecto que no tenia por nadie de su familia.
kun se sentía mal por yangyang, e inevitablemente eso provocó que se enamorara de él.
pero no podía hacer nada, porque eso estaba mal, estaba muy mal.
se mordió el labio inferior y contuvo sus lágrimas, ¿yangyang sentiría lo mismo que el? ¿y si no tenía sentimientos encontrados por su gege? eso ponía a kun triste.
muy triste porque temía perderlo. su padre y su madrastra eran un caso perdido. pelea tras pelea, golpes tras golpes. sin embargo jamás terminó de comprender la mente de los adultos. jamás terminó de descifrar que era lo que los obligaba a comportarse así.
abrazó a yangyang y lo escondió en su pecho. se sentía pequeño e inseguro al lado de yangyang, porque aunque aunque yangyang fuera su refugio todas las noches al dormir, yangyang aún no era la suficientemente fuerte como para comprenderlo.
