Capitulo catorce: traición (parte uno)

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Una noche invernal en Lordiron, el frio no da tregua, pero en medio esta oscuridad, el resplandor de la esperanza no desaparece.






Aun falta poco para el amanecer, pero Laira ya esta despierta, se reincorpora de su cama y echa un vistazo a la cama continua, donde duerme su hermano. El tiene la costumbre, de dormir vestido y de espaldas a ella, así que fue fácil para Laira, verle la capucha roja en la almohada blanca, aun con tanta oscuridad.






Laira, toma su ropa del respaldo de la cama y camina a hurtadillas, en camisón, hasta el cambiador de la habitación. Una vez vestida, toma su bolso y sale del cuarto.






Luego de abandonar la habitación, Laira se dirige a la taberna de la posada, busca en su bolso y saca tres frascos de miel que ella lleva, para intercambiar en casos de emergencia. En algunas aldeas, la miel es considerada, un producto bastante valioso.






Laira: -disculpe, señor ¿Dónde está el posadero?-






Tabernero: -lo siento, todavía está durmiendo, pero yo me encargo de la posada por las noches. Dime ¿Qué necesitas?-






Laira: -necesito provisiones para un viaje. . . hacia Pridan occidental. Le ofrezco un frasco de miel a cambio.-






Tabernero: -sabes lo que ocurrió allá ¿no? sería muy peligroso para una niña como tú. *mira hacia las habitaciones* Recuerdo que llegaste con un joven anoche, me pregunto, que opinara sobre lo que estas haciendo a sus espaldas.-












Laira: -. . . le ofrezco dos frascos y no le dirás nada a él.-






El encargado de la taberna, se cruza de brazos y niega con la cabeza. Luego de negarse al trato, va a atender a otra persona noctámbula.






Frustrada por la negativa, Laira toma sus cosas y se va de la posada. Al irse ella, alguien sentado en las mesas del fondo, toma sus pertenencias y se retira luego de pagarle al tabernero.
















Tabernero: -tenias razón, no se dio cuenta *desvía la mirada*. Si vas a alcanzarla, trata de que no te vea, *limpia la barra* no pierdas tu ventaja.-






La persona misteriosa, asiente con la cabeza y abandona la posada, estando pendiente de que la pequeña niña no note su presencia.






Antes de dirigirse al oeste, Laira logra convencer a un comerciante callejero, el cual la aprovisiona para viajar. Con su semillero colgando del hombro, y en el otro su bolso; avanza sin mirar atrás, sin detenerse a pensar en lo que está por hacer.














Laira está frente a la puerta oeste, dudosa de lo que va a hacer, pero confiando en sí misma, un pie antes que el otro, comienza a avanzar en las afueras del pueblo.


















Sin acercarse demasiado, aquella persona misteriosa, la sigue sin levantar sospechas.

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