Personajes:
Los personajes son de la serie Tokyo Revengers, creada por Ken Wakui.
Las imágenes no son mías: Créditos sus respectivos autores.
Derechos de autor reservados: Estas historias (one shots) son de mi autoría, queda prohibida su copia, ada...
Hoy, como las veces anteriores, voy a visitar la tumba de mis padres...Hace 2 años fallecieron y justo hoy me han echado de mi casa porque se me había acabado el dinero que tenía para pagar el alquiler. Además, teniendo 15 años, no puedo trabajar, por lo que no tengo más remedio que irme.
Después de llevarme conmigo una maleta con lo básico, me fui al cementerio y me pasé todo el día sentada al lado de su tumba hablándoles. Se hizo de noche enseguida, y como no tenía a donde ir, decidí quedarme en el cementerio. No había luces, así que decidí encender una vela, ya que las linternas no funcionaban (imagen multimedia).
- Bueno, buenas noches mamá, papá. - dije cerrando los ojos e intentando dormir.
- Hey, no puedes estar aquí. - dijo un guardia que pasaba por allí.
Genial, ahora no se a donde ir, me levanté y me dirigí a la salida, donde el guardia se despidió y me dijo que no lo volviera a hacer.
Tras vagar por las calles y callejones nocturnos de la ciudad, me encontré con un templo. Decidí quedarme allí ya que tenía techo y me protegía de la lluvia que empezaba a caer.
- Espero que esta vez no me echen. - dije para mis adentros volviendo a encender la vela.
BRUM BRUM
- Genial, y ahora qué - susurré desanimada. Levanté la cabeza y ví a un chico alto y con una trenza en la entrada.
Después de observar sus movimientos, me dí cuenta de que estaba buscando algo, y me alarmé cuando se acercaba a mi posición. Una vez llegó donde estaba, me miró de pies a cabeza y habló.
- ¿Qué hace una chica de tu edad a estas horas de la noche divagando? - preguntó.
No le contesté ya que era un extraño, pero sentía que podía confiar en él.
- Disculpa, no me he presentado, soy Ken Ryuguji, puedes llamarme Draken, o como quieras.
- ¿Y bien? - preguntó esperando una respuesta por la pregunta que había formulado momentos atrás.
- Bueno, verás...Me han echado de mi casa. - dije intentando no entrar en detalles.
- Vaya, bueno, no se si quieras, imagino que no, pero si no te importa, podrías quedarte en mi casa.
- ¿Por qué? - pregunté sorprendida.
- Simplemente no puedo dejar a una chica sola en la noche. Si quieres irte mañana, adelante, pero al menos quedate hoy. - justificó apenado.
- Está bien Draken. - sonreí.
Después de eso, nos subimos en su moto y nos fuimos a su casa. Al llegar estaba todo limpio y ordenado y me prestó una camiseta suya para que la usara de pijama.
- Bien, yo dormiré en el sofá, Aoi, tú en la cama. - explicó.
- Gracias, siento las molestias. - dije susurrando.
Cada uno se fue a dormir a su sitio. A la mañana siguiente me desperté temprano como de costumbre, y decidí hacer el desayuno como pago por haberme dejado dormir.
- ¿Aoi? - preguntó Draken somnoliento.
- Hola, buenos días. - contesté terminando de poner la mesa para desayunar. - Hice el desayuno.
- Woah gracias. - contestó. Le brillaban los ojos y me reí por su expresión. - Hace mucho que no comía comida casera.
- No es nada en comparación con el favor que me has hecho.
- Mmm. - se quedó pensando. - Hablando de eso, ¿que te parece si te quedas y a cambio me haces el desayuno?...¿No es una mala idea, no?
La verdad es que no era mala idea, y acepté al segundo ya que me di cuenta de que no es un mal chico.
Pasaron los días y volví a hacer el desayuno como todas las mañanas. Entré en el salón para avisarle, pero no estaba. Me extrañó su ausencia, ya que nunca se perdía el desayuno, así que cogí mi teléfono para llamarle, pero no hizo falta, ya que escuché un "estoy en casa". Corriendo fui a la entrada y ví que estaba muy malherido.
- ¿Draken, qué te ha pasado? - pregunté preocupada, era la primera vez que le veía así.
- No es nada, solo un par de golpes. - contestó tranquilamente.
- Si que lo es, ve a la cocina, yo voy a por el botiquín. - ordené.
Él me hizo caso y se fue a la cocina, al ver el desayuno empezó a comer, mientras tanto, yo le aplicaba cremas y vendajes.
Ese día me confesó que pertenecía a una banda y yo le conté sobre mi pasado, desde entonces nos fuimos conociendo hasta el punto de volvernos novios.
5 AÑOS DESPUÉS
Nos encontrábamos en nuestra nueva casa al norte de Japón, era por la noche y como de costumbre, me encontraba acostada en el pecho de mi novio, estabamos en el sofá viendo una película de pandillas.
- Ryu, ¿te acuerdas cuando me confesaste tus sentimientos? - pregunté.
- Sí. - contestó y me tomó de la barbilla y me besó.
- No hacía falta recrear la escena. - contesté sonrojada escondiéndome en su cuello.
- Sí que hacía falta Yuna. - dijo riéndose.
- Vamos, no te burles de mí así. - contesté haciendo puchero.
- Gracias por venir a mi vida. - soltó.
- Gracias a tí. - dije susurrando.
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