Justo y Necesario

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El sol brillaba justo sobre sus cabezas y el cielo tenía una claridad, que Juliana pensó, que ni un millón de años podría comparársele a la CDMX, sentía calor, no como en ese estúpido viaje a San Antonio donde acompaño al Chino a visitar a sus padres, pero era un calor que se le metía por cada poro de su cuerpo de forma muy curiosa. Sentía la luz del sol revitalizarle los sentidos. El aire a su alrededor estaba rodeado de suave olor de especias, incienso, quizá aroma a ¿coco? La ciudad era monumentalmente extraordinaria.

Las 16 horas que había permanecido en el avión, al inicio se sintieron eternas, no fue hasta después de 2 horas que Valentina insistió en que se durmiera, para comenzarse a ajustarse al jetlag. Estaba muy agradecida con ella, había sido de gran apoyo durante el despegue, a pesar de la increíble tensión que se había generado entre ellas por el error en el bording pass, parecía que en el momento que Valentina había tomado su mano y recargado su frente en su sien, todo había quedado relegado a un efímero pasado muy distante.

Cerro los ojos al recordar ese instante, su piel caliente sobre su mano, tenía una textura tan suave y delicada, cuando le tomo por la mano, aflojo su agarre de inmediato, porque tuvo miedo a lastimarla. El estómago le dio un vuelco luego de recordar todo lo que le había provocado esa muestra de atención hacia ella, se había quedado sin palabras y la única vez que ella se había quedado sin palabras, fue cuando por accidente, le vacío el café entero encima a la ojiazul que caminaba junto a ella, revisando su teléfono en busca de un taxi.

Después de eso, el viaje siguió con relativa normalidad, tomaron un par de tragos, conversaron sobre el itinerario, vieron una muy mala película Española que las hizo reírse de lo mala que era, y durmieron parte del viaje. Fue justamente cuando la tripulación anuncio que comenzarían con el descenso, que Juliana volvió a tensarse en su asiento.

Valentina opto por cambiarle de lugar, alegando que quizá ver la ciudad y distraerse con el exterior le ayudaría a calmarse, al ver que no fue así, volvió a tomarle de la mano para tranquilizarla, mas no recargo su frente contra ella. Extrañó la sensación de cercanía y el aroma a almendra que despedía su piel.

Al llegar al hotel, noto que al parecer cada rincón de Estambul tenía la misma magnificencia que la ciudad, pero en menor escala. La entrada constaba de 4 arcos arábigos de al menos 3 metros de altura, eran separados por columnas que estaban forrados de pequeños trozos de azulejos de mil colores, formaban pavorreales con vivos en azul, turquesa y verde claro, los detalles en dorado realzaban la definición del animal haciéndole ver como que en cualquier minuto saldría de su lugar para tomar vida. Dentro, un domo de al menos 10 metros con cúpula de cristales de colores iluminaban el lobby, las decenas de columnas con fuste dorado sostenían la estructura del techo, en las paredes, habían grabados antiguos. No Importaba si ya había visto todo esto antes en algún libro, reportaje o fotografía, nada se comparaba a ver la grandeza de un lugar con sus propios ojos. Era irónico como un lugar que en apariencia podía parecer antiguo, poseía ese toque de modernidad, eso hasta el momento estaba siendo Estambul, la convergencia entre el nuevo mundo con el antiguo.

Miro a su lado a su compañera de viaje y dejo de respirar poquito. Ya no llevaba el blazer azul, pero si los lentes Ray-Ban verdes. Parecía toda una experta moviéndose exactamente a los lugares que debía de ir, para saber lo que quería saber. En ese momento conversaba en un perfecto inglés con la mujer de la recepción mientras les daba las tarjetas de pase a su habitación.

-. Al fin.- dijo Valentina al entrar a la habitación y comenzando a acomodar su maleta por un lado de la cama

Había un gran ventanal que daba a la bahía de Cuerno de Oro, estaban en uno de los últimos pisos, y se lograba ver a la distancia también la Mezquita Azul y algunos palacios Otomanos en las riveras del rio. Por palabras de Valentina, nunca había estado en ninguna de las ciudades a las que iban a visitar, pero Juliana aún no se la terminaba de creer, ya que desde que la ciudad comenzó a ser visible desde el avión, para ayudarle a pensar en algo más, se había acercado a ella y le había comenzado a señalar varios de los puntos turísticos, la Mezquita Azul, Palacio de Dolmabahçe, La torre de la Doncella, el enorme puente colgante de Bósforo, que era el cruce de Asia a Europa. Eso realmente le había ayudado muchísimo, y no tuvo manera de agradecérselo.

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