Me observé en el espejo, mi vestido de novia era impresionante de verdad. Bueno creo que mi cuerpo me ayudaba bastante, el vestido largo color marfil con la espalda descubierta por completa, hacía que mi piel bronceada y mi cabello rubio resalten. Me sentía una princesa, una sexy princesa. Encontré con la mirada a una chica de cabello castaño y ojos miel, mi amiga Stefania, que estaba del otro lado mirándome, ella me sonrió. -Te queda alucinante, Ana- Hacía un año que venía haciendo una dieta estricta y me mataba en el gimnasio, como para llegar a este momento increíble, mi objetivo estaba cumplido y me sentía satisfecha.
Estaba a dos semanas de mi boda, me sentía nerviosa, pero muy segura de que todo sería increíble. Tomás, mi prometido, había sugerido que nos casemos en la quinta de sus padres, habíamos visto varios decoradores y encontramos al indicado para que deje el lugar perfecto.
Nuestros padres estaban que desbordaban de alegría, desde que comenzamos a salir en la secundaria, mi madre y la suya, deseaban que esto suceda. Pero había que organizar prioridades, él tenía que terminar su carrera de arquitectura y acomodarse en el trabajo, en el estudio de arquitectura Scurra, de su padre y su hermano. Luego convivimos dos años y un día de esos que una no espera, llegó a casa y me propuso casamiento, por supuesto no dude en decir que sí. Desde aquel día que nuestras madres nos presentaron en el club en donde ellas jugaban tenis, Tomas rugby y yo hockey, me enamoré de él. Aunque al principio no sentía que yo le pareciera atractiva a él porque era el más sexy del colegio, con su cabello lacio color negros, su piel blanca y sus ojos verdes, que eran como dos faroles que encandilaban a las mujeres, con 17 años tenía un cuerpo alucinante, siempre estaba rodeado de chicas lindas. En cambio yo era una borrega de 14 años, en su segundo año de secundaria y aunque era linda, porque siempre me destacaba de mi grupo de amigas, no me sentía suficiente para conquistarlo, pero finalmente Tomas Scurra se enamoró de mí y hoy después de 10 años, estamos a punto de casarnos y tener nuestro final feliz.
-Sos como Cenicienta.- Una joven de cabello castaño oscuro y piel morena apareció, era mi otra amiga, Ivana, luego de llegar 30 minutos tarde de lo pactado. Había comenzado a salir con alguien y últimamente estaba demasiado ocupada, pero mantenía en secreto aquella relación. -Perdón por llegar tarde.- Dijo y se sentó en un sillón blanco frente al espejo, donde también estaba sentada Stefi.
-¿Dónde te habías metido?- Le pregunté mientras me metía en el probador para sacarme el vestido con la ayuda de la diseñadora.
-Estaba algo ocupada.- Dijo haciéndose la misteriosa.
-¿Con quién?- Pregunté una vez que terminé de cambiarme.
Ella sonrió, Stefi, en cambio no lo hizo, se mantuvo indiferente a la conversación. -No importa, por ahora.-
-¿Vas a ir con él a mi boda?-
-Quizás no vaya con él, pero estoy segura que estará ahí.-
-Uuuh.- Dije sentándome a su lado. -Lo conozco.- Ella asintió y rió hacia Stefania, que seguía con la misma expresión. -¿Hay algo que yo no sepa?-
-No.- Contestó Stefania.
-Vamos a comer.- Dijo Ivana.
Una vez que llegamos al bar, nos sentamos en una mesa junto a la ventana y pedimos unos lattes. Durante todo el café no me detuve un segundo en hablar sobre los preparativos del casamiento, estaba muy entusiasmada. Mis amigas me oían atentamente. Mi gran noche estaba tan cerca que mariposas revoloteaban en mi estómago, haciendo que este se cerrara para mi fortuna, ya que no aumentaría de peso para llevar ese esplendido vestido.
Luego decidí irme a casa, saludé a mis amigas. -Nos vemos esta noche en el club.- Y salí de allí. Era jueves así que Tomás estaba en casa, probablemente recién llegaba de una larga tarde en el trabajo. Y un poco de diversión para los futuros marido y mujer, nos vendría bien. Últimamente había tenía muchas reuniones y cosas de trabajo lejos de casa que o lo hacían volver tarde o lo hacían alojarse en algún otro sitio. Pero puedo asegurar que cada vez que no encontrábamos era como chispas que salían de nuestra piel y deseaban sentirse. Él era un Dios en ese ámbito, me hacía sentir como nadie lo había echo alguna vez.
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Mensajes del mar
ChickLitAna tiene la vida perfecta, tiene el novio perfecto y el futuro casamiento perfecto. Para ser sinceros es la chica más superficial que existe en esta tierra, pero algo la va a cambiar.