Capitulo 15

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La caja que me había dado Martín era un llavero de una botella con un mensaje dentro con una pisa muy pequeña saqué una tarjeta doblada en varias partes que decía "Anoche me senté en la playa y sentí que las olas me hablaban ellas me dijeron que somos un amor infinito y recuerda los mensajes del mar son ciertos." Sonreí, me llevé el mensaje a el pecho. 

Tomé mi celular, abrí el chat con Martín y comencé a escribir

Ana: Nuestro amor es infinito.
Te amo, perdón por escapar. No quiero hacerlo más, quiero quedarme con vos. 
Voy para allá, me armo la valija ya salgo lo antes que pueda.
Necesito verte, abrazarte, besarte.

No recibía los mensajes y me entró una llamada de un desconocido que no atendí.

 Como si ese fuera el último día de mi vida comencé a tirar ropa dentro de una valija, mientras llamaba a mi hermano que no contestaba. Insultaba para adentro, cuando mi madre apareció para preguntarme que sucedía. -Me vuelvo mamá-

-¿A dónde?-

-A la casa de la abuela-

-De ninguna manera-

Cerré la valija como pude y la arrastré hasta donde estaba mi madre. -No te metas, quiero ser feliz- Y me fuí.

-Hola, Fran. Voy a buscar a Martín, me vuelvo.- Sonaba arrebatada, el corazón me latía muy rápido. No escuchaba lo que decía, ni sabía si tenía algún sentido, pero el amor es así de idiota.

-¿Martín el de la playa?- Dijo intentando entender lo que decía con desesperación. 

-Si, necesito tu auto-

Llegué a su casa y al verme tan excitada por aquello que iba a ser que Francisco comenzó a reír, me abrazó, sabía que se alegraba de verme exageradamente feliz. -Yo te llevo, no podes manejar así- Subí al auto en el asiento del acompañante, Fran puso mi valija en el baúl del auto para luego sentarse del lado del conductor. Nos abrochamos los cinturones y mi hermano prendió el auto. -¿Estas lista?- Asentí varías veces demostrando mi emoción por encontrarme a Martín.

Ana: Mi hermano me esta llevando esperame en tu casa o en la mía, da igual. 
No aguanto más, en 4 horas llego. 
Te amo

Pero Martín seguía sin recibir. El número desconocido volvió a llamarme pero nuevamente no contesté.  -¿Quién era?-

-Un numero desconocido, no importa- A cada rato miraba la pantalla esperando que llegue un mensaje de Martín, pero aquello no sucedía. ¿A caso ya no quería verme? Y un terror comenzó a invadirme ¿Y si lo había echado a perder?

-¿Qué sucede?- Preguntó mi hermano al ver mi cara de preocupación. Negué con la cabeza. -¡Uy no!-

-¿Qué pas...- Sentí un ruido y mi hermano se estacionó al costado de la ruta. -¿Que pasó?- 

-Pinché una rueda, tengo que cambiarla.- 

Francisco se bajó del auto, yo mire por vez número mil esa noche. 

-Mierda- Escuche decir a Fran.

Baje del auto. -¿Qué pasa?-

-Nada, ya casi esta-  Suena mi celular con aquel número desconocido. -Atendé-

-No, ya está. No sé quien es- Guardo el celular. -¿Listo?- Él asintió y nos subimos al auto.

Largo camino teníamos, no podía relajarme, estaba inquieta. Intentaba dormir pero me era imposible. 

-Llegamos- Me despertó Francisco. Abrí los ojos y vi que estábamos en la puerta de la casa de la abuela. -¿Dónde vamos?-

-Seguí derecho, la casa rosa de la esquina- Fran estacionó, baje del auto y toqué timbre pero nadie contestaba. Regresé al auto. - Vamos al parador- Era extraño ver las calles vacías ya que el verano se acercaba. -Ahora vengo- Dije cuando detuvo al auto. Dos chicas que no conocía estaban allí atendiendo una se me acercó y me ofreció una mesa, pero me negué. -Estoy buscando a Juan, el dueño-

-Juan no pudo venir hoy, quizás lo encuentres en su casa-

Le agradecí y me fui. Le conté a mi hermano lo que me había dicho aquella chica, me dijo que camine hasta allá así él dejaba el auto en la casa de la abuela. 

Juan no aparecía, tampoco el padre de Martín. Regresé a la casa para encontrarme con Francisco que me estaba esperando en la puerta, con mi celular en la mano. -Ana, llamó Martín- Corrí hacia él, tomé mi celular y marqué su número pero me atendía el contestador. -Para, llamó de un numero desconocido, no se escuchaba bien y se cortó la comunicación-

-¿Ana?- Una voz familiar oí a mis espaldas. -¿Qué haces acá?-

Me gire hacia el hombre que me hablaba. -Juan, estoy buscando a Martín pero no lo encuentro ni a él, ni a su padre y hasta hace un tiempo a vos-

-Pero Martin... ¿Cómo, no te avisaron?- Preguntó algo extraño.

-¿Qué cosa? ¿Qué sucedió?- Me preocupé, quizás algo había sucedido.

-Martín, estaba yendo a buscarte y tuvo un accidente- Las lágrimas comenzaron a caer y derramarse por mis mejillas, el corazón se me estaba destrozando. -Vengo de ahí, el papá de Martín también está ahí-

-¿Podes llevarme? Por favor necesito verlo- Mi hermano se acercó y me abrazó. 

-Ana, no te preocupes él esta bien. Hoy tuvo un gran progreso, esta despierto, habla, esta bien-

-Quiero ir igual- Insistí. Juan asintió y nos llevó en su camioneta al hospital donde Martín estaba. Una vez que llegamos nos anunciamos en recepción y nos indicaron dónde estaba Martín. Una vez que estuvimos en la puerta de la habitación Fran y Juan me dijeron que entre sola. Toqué la puerta, oí que me dijeron que pase, entré, Martín estaba dormido, pero su papá estaba sentado en un sillón al lado de su cama. -Hola, perdón siento que fue mi culpa, recién me enteré...- 

-Shh- Me dijo su papá para que haga silencio, me abrazó y continuó hablando en voz baja. -No fue tu culpa Ana.-  Me sonrió y me secó las lágrimas que me habían caído. -Ahora los dejo solos-

Cuando salió de la habitación me senté en el sillón y tome la mano de Martín y pedí una y otra vez perdón sin dejar de llorar. En ese momento él abrió los ojos. -Decime que no estoy muerto- Me sobresalte al escuchar su voz ronca. -Porque creo que estoy en el paraíso viendo un ángel-

Me sequé las lágrimas. -No, no estas muerto.- Le sonreí. Intentó sentarse en la cama -Te ayudo- Dije mientras le acomodaba una almohada detrás de él. -¿Cómo estas? ¿Qué paso?-

-Después de los mensajes que te mande esa noche salí con el auto para Capital pero a menos de 500 kilómetros choqué y bueno, acá estoy- Rió.

-No es gracioso, no te rías. Vine hasta acá a buscarte, no quiero pasar otro segundo sin vos. Te amo-

-¿En serio? ¿Viniste a buscarme?-

-Si, me trajo mi hermano- Me acerqué y lo besé en los labios.

-Ana estoy muy sensible, no me beses así que me volves loco.- Me reí -Amo esa risa, amo todo de vos. Fui un estúpido por tratarte así, lo siento mucho-

-Shh- Apoyé mi dedo sobre su boca -Te amo no importa ya nada más-

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Un tiempo después...

-Martín, dale- Grité desde la orilla del mar.

Corrió hacia mí, me abrazo y levanto. Nos besamos con pasión -Te amo, te amo, te amo- Me dijo entre beso y beso. 

-Te amo- 

Cuando Martín salió del hospital decidimos irnos a vivir juntos a la casa de mi abuela. Juntos teníamos una vida feliz, si no era como alguna vez la había imaginado pero había superado mis expectativas. Tenía al hombre de mis sueño, había vuelto a estudiar, trabajaba con Juan. Y lo mas importante es que me tenía a mí y era todo lo que quería ser en esta vida.

FIN





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