Toda la tarde, absolutamente toda, hablando sobre él, como siempre lo ha hecho. Sólo oía hablar de rugby, de edificios y sobre su vida en Capital. Era una tortura escucharlo y que no pregunte nada. Hacía mucho que no lo veía y ni siquiera fue capaz de hacer una pregunta. Ni siquiera se había percatado de mi uniforme, nada. -Y bueno mi try fue como siempre el ganador del partido.- Sonrió y miró su teléfono. -En un par de días me voy a Europa, a jugar.-
-¿A sí?- Esos eran los únicos comentarios que podía aportar a esta aburrida conversación.
-Sí, a Irlanda.- Me miró y sonrió. Yo asentí y sonreí ante el recuerdo. Irlanda había sido el primer viaje que habíamos hecho juntos, yo tenía 17 años, recuerdo que lo iba a ver a los partidos, después caminábamos por Dublín y mientras él entrenaba yo me quedaba durmiendo o haciendo algo en el hotel. -Y venía a preguntarte si querías venir conmigo.- Me quedé observándolo sorprendida. Tomás aparecía como si nada hubiera pasado, a proponerme descaradamente si quería ir con él a un viaje, así de la nada sin siquiera pedirme perdón. -¿Qué decis?-
-No, gracias-
Se levantó, de donde estaba sentado, yo también lo hice mientras lo observaba. -Voy a dejar que lo pienses.- Caminó hacia la salida, lo seguí. -Bueno, me alegra que estes bien, pero veo que perdiste el buen gusto.- Dijo mirando mi ropa. -¿Qué llevas puesto?-
-Trabajo en un paradero como mesera.-
Comenzó a reír como si fuera un chiste buenísimo, tomo mis manos, lo observe sin entender. -Mi amor vos naciste para ser señora, no para ser esclava.- La verdad que cada cosa que decía me sorprendía, ¿acaso trabajar era ser esclava? -Yo sé que todo esto es un capricho que va a pasar.- Se acercó y me beso en lo labios, quise evitarlo pero estaba congelada, no podía decir nada de lo que quería. Siempre había sido sumisa con él, no podía contradecirlo, no podía discutirle nada. Me paralizaba ante él y yo me odiaba.
Tomás se río nuevamente y salió de mi casa. Cerré la puerta detrás de él, comencé a llorar, lloraba desconsoladamente, no sé si era por la aparición de Tomás o por no saber que decir ante su presencia. Me sentía una idiota, una estúpida subordinada de él.
Necesito que vengas. Ana
Le envié a Martín. A los pocos minutos él ya estaba en la puerta. Lo recibí, había traído comida otra vez, pero no me moleste en preguntarle que era. No tenía hambre, quería otra cosa de él. Así que deje el paquete en la mesa, me giré a él. le clavé la mirada y le sonreí, él hizo lo mismo. Lo miré insinuante, me mordí el labio y caminé hacia la escalera, él me siguió. Comencé a desvestirme mientras las subía.
Llegué a mi cuarto prácticamente desnuda. Me giré en torno a Martín, él me estaba mirando de arriba a abajo. Le sonreí. -¿No vas a hacerlo?- Dije mientras me sentaba en la cama.
Se acercó y me recostó, él se quitó la camisa y sacó el cinturón de sus pantalones, tirándolo al suelo. Se acostó encima mío y comenzamos a besarnos, estaba bien el miedo y las inseguridades habían desaparecido. Martín comenzó a sacarse los pantalones y a quedar completamente desnudo igual que yo. Se detuvo, me acarició el rostro y me clavó la mirada. - ¿Estas segura?- Dijo algo agitado.
-Sí.- Dije para volver a besarlo.
Y para qué contar con lujo de detalles lo que sucedió después, si es más que obvio. Ese va a ser un momento entre él y yo, y nadie más.
Me acosté en su pecho, oía su corazón, él jugaba con mi cabello. -Sos increíble.- Me reí nerviosa y lo miré. -Sos perfecta.- Dijo mietras me besaba la frente.
-Estaba nerviosa porque pensaba que no lo sería.-
-¿Estas loca? ¿Acaso no te ves al espejo? ¿No te das cuenta como te miran los en el paradero?- Dijo sonriendo.
-Ya callate.- Lo besé para que cerrara la boca. El se rió y me devolvió el beso.
Me recosté en su pecho nuevamente. Sentía la necesidad de contarle sobre la visita inesperada de Tomás. Pero no quería que Martín se ofenda o que sienta que lo estoy usando. -¿Qué pasa? Estas rara.-
Levanté la cabeza, lo besé en los labios. -Sucede que esta tarde tuve una visita algo... extraña.-
-¿Extraña?- Preguntó.
-Em, sí.- Suspiré. -Vino Tomás, mi ex.-
-Oh.- Dijo él sorprendido. -¿Y qué quería?-
-Invitarme a Dublín, o no sé muy bien qué.-
-¿Y vas a ir?-
-No, por supuesto que no, ni siquiera me pidió perdón.-
-¿Y si lo hubiera hecho?- Se puso tenso y algo molesto e incómodo.
-¿Cómo?- Estaba confundida.
-Si te hubiese pedido perdón, ¿te ibas con él?-
-Por supuesto que no.-
-Me alegra oír eso.-
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Mensajes del mar
Literatura FemininaAna tiene la vida perfecta, tiene el novio perfecto y el futuro casamiento perfecto. Para ser sinceros es la chica más superficial que existe en esta tierra, pero algo la va a cambiar.