Capitulo 5

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"Vamos a poder pasar más tiempo juntos" cada vez que recordaba aquello el corazón se me aceleraba y reía como tonta. Aunque era un disparate pensar que pasar tiempo con Martin significaría algo.

-Ana- Llamó mi atención Juan. -¿entonces?- Lo observe confundida, sin entender qué  era lo que decía. -¿Podrás tomar una de las mesas de Paz mientra esta de viaje?- Asentí. Luego le pregunto lo mismo a Magalí, que me miraba con mala cara.
A la hora del medio día cuando nos sentábamos a almorzar, Juan me dio una gran sorpresa me deleitó el mismo con una ensalada gourmet. Se acercó a la mesa donde estaba sentada sola con un plato. -Veo que nunca comes.-

Sonreí. -¿Y cómo sabias que esto podría gustarme?-

-Alguien me lo contó.- Sonreí al saber quien había sido. -¿Te gusta el trabajo?-

-Bueno, sin ofender, no es el trabajo que soñé toda mi vida, pero si, me gusta.- El rió al oír mi sinceridad. -Pero teniendo un jefe como vos a quién no le gustaría trabajar acá.- Se sonrió algo incómodo.  Me caía bien Juan, era como un nene en un cuerpo de grande. -Quizás tendrías que ponerte un poco más firme.-

-¿En qué sentido?-

-Por ejemplo, hoy que nos preguntaste a Magalí y a mi si queríamos tomar las mesas de Paz.- Tome un poco de agua y continúe.  -Vos sos el que mandas acá,  tendrías que haber dicho "chicas tomen las mesas de Paz" imponete.-

-Yo no soy así.- Dijo riendo, levante los hombros en señal de 'como quieras' y le sonreí. Se levantó como para ir con Magalí pero volvió a mi. -Está noche nos juntamos en mi casa, para comer algo, si queres venir estas invitada.- Ahora si camino en dirección a Magalí y me grito Desde allá.  -Hay ensalada gourmet y gaseosa light.- Me reí y asentí.

Llegó la noche y me cambié para ir a lo de Juan. Vivía solamente a tres cuadras de mi casa. Una vez que llegué saludé a Juan y a Martin que estaba allí, fui a saludar a Magalí pero me ignoro completamente, Juan se acercó. -Te odia por lo de Paz-

-¿Qué le hice a Paz?-

Levantó los brazos en señal de 'no tengo idea'
Martin apareció a su lado con una chicas rubia y alta como yo, como ojos color miel y tez bronceda. -Ella es mi prima, Rufina, es como mi hermanita.- Rufina me saluda. -Y ella es Anabella, la chica que te hable.-

-Un gusto.- Dijimos las dos al mismo tiempo.

Juan y Rufina se alejaron juntos de nosotros. -Quiero presentarte a mis otros amigos.- Yo asentí aturdida por su intensidad. Nos acercamos a un grupo de chicos. -Chicos les presento a Anabella, Ana ellos son León, Lean y Valentina.- Saludé a todos y luego nos alejamos de ellos. -Juan me había dicho que te había invitado pero pensé que no ibas a venir.-

-Pensé que sería buena idea, empezar a conocer gente, ya que mi estadía será larga.-

Él sonrió. -Me parece bien.- Llegamos a una mesa con bebidas alcohólicas. -Hoy rompemos la vida light.-Tomé una copa, tome otra y luego otra más. Me reía, hacia chistes y bailaba. Era distinta y me gustaba, me sentía libre, divertida, como nunca había sido antes. 

Salí a tomar aire, estaba un poco mareada pero aún así me sentía bien. Mi celular sonó el el bolsillo de mi pantalón. -Hola- Dije riendo de algo que no sabía muy bien qué era.  La voz de un hombre me saludo. -¿Quién habla?- No oía muy bien, tapé un oído para escuchar mejor mientras me alejaba de la música.

-Soy Tomás ¿Dónde estas?- 

-En una fiesta, creo que nunca en toda mi vida me he divertido como lo estoy haciendo ahora.- Le contesté como si nunca hubiera dejado de hablar con él y como si se lo estuviera contando a un amigo.

-¿Dónde es?- Preguntó molesto.

-En la playa- Resoplé mientras reía. -¡Cómo si mi madre no te hubiera dicho!-

-¡No sé dónde estas! Tu madre no quiere decirme porque tu hermano se lo prohibió.-

Alguien a mis espaldas me sacó el celular, me giré en torno a él. Martín tenía mi teléfono en su mano, lo abanicaba para que vaya por el. Me puse seria, intente tomar mi celular pero veía todo nublado. -Martín dámelo.- Le grite furiosa, pero él no lo hizo. Una vez que me lo devolvió, lo puse en mi oreja. -¿Hola?- Repetí varias veces, pero no se oyó nada del otro lado. -¡Estúpido!- Le dije a Martín, me giré sobre mis talones y caminé en torno a mi casa. Oí que gritó mi nombre varias veces pero no me detuve, seguí insultándolo por lo bajo, aunque no podía oírme. Cuando llegué a casa llamé varias veces a Tomás, pero él no contestó. Me acosté en el sillón y me dormí profundamente.

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Un café me esperaba en la mesa del comedor, me levanté del sillón me dolía la espalda y la cabeza, caminé hacia el cocina mientras todo me daba vueltas. -¿Quién está?- Pregunté entre dormida, no estaba segura si estaba soñando o estaba despierta. 

-Soy yo.- Dijo Martín, cuando entré y me vió me sonrió. -Me preocupe por vos anoche y vine para acá para saber si estabas bien. -

-Lo estoy.- Aún estaba enojada con él. -Gracias por preocuparte, pero prefiero estar sola.- Él fue al comedor y se sentó a desayunar con un café en la mano, yo lo seguí e hice lo mismo que él, mientras lo observaba extraña. -¿No me escuchaste?- 

-Sí, pero no sé por qué te enojaste y me gustaría saberlo.- 

-Porque estaba hablando con mi novio y vos fuiste y me sacaste el celular.-

Me observó confundido. -Dijiste que no tenías novio.-

-Estoy por casarme con él.- Le digo ofendida. 

Martín me sonrió pensando que mentía,  pero rápidamente se dio cuenta que no lo hacía así que se levantó de donde estaba sentado, me sonrió, tomo su campera del respaldo de una de las sillas. Lo observé mientras lo hacía. Volvió a sonreírme. -No vemos.- Me dijo con frialdad y salió de la casa.

Mensajes del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora