Capitulo 9

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-Así que estas contenta hoy- Llamo mi atención Juan mientras garabateaba en mi anotador de pedidos. Levanté la vista hacia él mientras sonreía como tonta, Juan me miró gracioso. -Clientes en la mesa 4- Dijo riendo ante mi estúpida expresión. 

Sin quitarla me dirigí a aquella mesa sin dejar de mirar mi anotador. -Buenos días, mi nombre es...- Vi a Tomás sentado en aquella mesa y mi divertida expresión se esfumo en ese instante. -¿Qué haces?-

Él me observó y me sonrió. -Quiero un café negro y un croissant- Anoté lo que me había pedido y regresé de mala gana al mostrador de Juan. Realice el pedido en la cocina y serví el café mientras esperaba en croissant. Volví a la mesa con su pedido y lo deje sobre la mesa sin decir nada. Él me tomó la mano luego de dejar el plato, se la llevo a sus labios y la besó. -¿Por qué no traes otro café y te sentas conmigo?-

-Porque estoy trabajando- 

-Ana deja ya la estupidez del trabajo y sentate conmigo.-

Ignoré lo que dijo y volví a donde estaba Juan. -¿Te está molestando aquel tipo?- Me preguntó luego de observar toda la situación con Tomás.

-No, no es nada que no pueda controlar- Él asintió. Me apoye en el mostrador para hablar con Juan que comenzó a contarme sobre su novia. Alguien apoyo su mano al rededor de mi cintura, me giré pensando que era Martín, pero no era así. Tomás estaba rodeando mi cintura, Juan lo observó desconcertado. -Soltame- Pero no lo hizo.

-Dijo que la sueltes- Dijo Juan, salió de su mostrador.

-¿Y este payaso quién es?- Dijo riendo Tomás. Y la verdad que era ridículo que Juan quiera pelear con Tomás, ya que este era mucho mas grande que él y probablemente mucho más fuerza. -Ana decile que soy tu novio-

Juan se sorprendió, lo miró a él y luego a mi. Entonces lo tomé del brazo a Tomás y lo arrastré hasta afuera. -Tomás, no podes venir acá, irrumpir en mi casa, en mi trabajo, ni en mi vida en general- 

Él rió como si hubiese contado un chiste, lo observe desconcertada. Me acarició la mejilla y me sonrió. -Estábamos a días de casarnos y te marchaste, escapando de mí-

Me alejé de él. -¿Escapando? ¿Acaso tenes algún problema de memoria?- Me observaba sin decir nada. -Estabas en un hotel con mi "mejor amiga" teniendo sexo-

Rió nuevamente y se marchó sin decir nada. En ese momento y a su lado paso Martín, lo observó y luego me observó a mí  desconcertado. Me abrazó sin decir nada, necesitaba ese abrazo, sentir su calor y sentirme protegida. Estaba cansada de lidiar con todo esa farsa que había sido mi vida. Esa vida de cristal, que con solo un toque se había caído a pedazos. 

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Yo no quería casarme, es decir sí y estaba entusiasmada pero no era lo que pensaba en un principio. Cuando estaba de novia con Tomás, cuando aún estaba en secundaria, pensaba que a esta edad estaría terminando alguna carrera universitaria, trabajando en algún sitio, quizás viviendo en algún lugar sola, saliendo con Tomás y pasando los fines de semana largo en alguna parte los dos o quizás con amigos. 
Luego terminé la secundaria y comencé una carrera universitaria, me mude con Tomás, mi madre estaba en encantada y ya estaba pensando en casamiento y nietos. Tomás sugirió que dejara mi carrera para dedicarme a la casa y en un futuro a nuestros hijos, eso lo hizo delante de mi madre que insistió hasta que lo hice. Luego vino el casamiento, debo admitir que quería hacerlo pero ya no pensaba claro, ya no me sentía yo, no sentía que era esa chica que soñaba con su independencia y su vida profesional encaminada. 
Mi padre, por su parte no se metía en las discusiones con mi madre, él aceptaba lo que ella decía. Y mi hermano nunca estaba en casa, desde muy chico se fue a estudiar a Londres y siempre va y viene pero nunca permanecía en casa.

-Es así, siempre fue una dominada por mi madre y Tomás- Finalmente dije a Martín, una vez que termine mi relato.

-Pero finalmente te liberaste de eso-

-Sí, pero porque lo encontré engañándome, ¿y si no lo hubiera encontrado? quizás seguiría con toda esa locura, siguiendo ordenes, siendo un robot dejando mis sueños de lado-

-Pero pasó, no importa como te libraste pero lo hiciste eso es lo que importa- Me besó en la frente. -¿Querés comer algo?- Asentí -Voy a hacer panqueques- Sonreí y asentí con más ganas, él rió y me besó en los labios. Se levantó de la cama y se colocó sus boxers

-Ahora bajo- Le dije mientras salía del cuarto. Me levanté de la cama y me puse su camiseta, baje las escaleras, llegue a la cocina donde él estaba y me senté en la mesa mientras lo observaba cocinar. Había prendido la radio, sonaba alguna canción, era la tarde perfecta, el momento perfecto. A pesar de todo lo que había pasado, me sentía otra vez yo, era extraño sentirse así. Pero no era él que me cambiaba si no que era yo que me sentía cómoda conmigo. Me sentía salvada, salvada gracias a mi.

Mensajes del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora