Capitulo 4

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Eras las tres y media de la tarde, estaba cansada y recién era el quinto día que trabajaba. Martín se sentó en la mesa del día de siempre. Me acerqué a él. -No entiendo porque venís siempre a esta hora y siempre te sentas en la mesa que atiendo yo-

Me sonrió, miro a su al rededor y volvió a mirarme. -Me gusta esta mesa-

Miré rápidamente a mi anotador, saque la lapicera de mi bolsillo. -¿Qué vas a pedir?- 

Una vez que le lleve a la mesa lo que había ordenado, me sonrió y agradeció. Me estaba por ir, cuando me llamo, regresé a él. -Esta noche, vamos a hacer una fiesta en mi casa.- Lo seguí observando como esperando que me diga algo más, él rió. -¿Queres venir?-

-No sé, tengo que hacer cosas.- El volvió a reír, al parecer no creía lo que decía. -Tengo que terminar de pintar.-

-Hagamos una cosa,- Apoyó los codos en la mesa. -si venis a mi fiesta, durante todo el fin de semana te ayudo a pintar.-

-No, ¿a Paz no le va a molestar?-

-Te voy a ayudar a pintar, no te voy a llevar a la cama.- Dijo con sarcasmo haciéndome poner roja como un tomate. -¿Entonces?-

-Puede ser.- Le sonreí y seguí con mi trabajo.

A las cinco salí del trabajo como siempre estaba Martín esperando a Paz. Paz salió corriendo y le dio un beso apasionado a él, cuando estaba levantando la mano en señal de saludo hacia mi. Pasé por su lado y dije "CHAU" sin esperar respuesta alguna. 

Encendí mi celular y un mensaje de Martín llego, suponía que Juan le había pasado mi número, este decía:

A las 12 empieza a venir la gente, pero a las 10 estas invitada a comer como mis cercanos. Tincho

Me sonreí al leerlo, pero rápidamente dejé de hacerlo porque no tenía ningún sentido. 

Una vez que llegué a casa mi madre comenzó a llamarme, decidí atenderla, hacia varios días que no hablaba con ella. Me preguntó cómo estaba y le conté más o menos qué era lo que hacía por supuesto que no dije nada sobre el trabajo, aunque probablemente mi hermano ya lo había hecho. La conversación iba bien hasta que comenzó a contarme la cantidad de veces que mi ex esposo, antes de siquiera serlo, la había ido a visitar y las veces que había preguntado por mí. Decidí por contestar con monosílabos y decir que estaba ocupada para poder terminar con la conversación. 

Me acosté a dormir como todas las tardes luego del trabajo, esperaba dormir hasta el otro día, pero mi celular sonó a esa de las 12:30 de la noche. Era Martín. -Estoy esperándote.-

-¿Martín? Estaba durmiendo.-

-Bueno, ya que te desperté vení.-

-No, lo siento.-

-Vamos, mañana mismo voy a ayudarte a pintar si venis.-

Lo pensé un momento, realmente necesitaba una mano. Necesito terminar de organizar la casa. -Bueno, en un rato voy.-

-Mira que si no venis te vuelvo a llamar.- Dijo mientras reía.

Corté el teléfono, me cambié la ropa y miré la cama. Estaba cansada y no conocía a nadie no tenía ningún sentido que vaya. Apagué mi teléfono para evitar que Martín vuelva a comunicarse conmigo, me saqué la ropa y me acosté a dormir nuevamente.

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Ring! Ring!

El timbre insistía, parecía que alguien se había quedado pegado a él. Me levanté de la cama de mala gana, eran las 9:30 de la mañana, ¿quién molestaba a esta hora? Miré por la ventana y era Martín vestido con una camisa vieja y unos pantalones negros, algo manchados. Suspiré, ¿qué hacía acá? El me saludo, al parecer se veía del otro lado, me avergoncé ya que estaba en ropa interior, rápidamente tomé mi bata y me la puse. Salí para dejarlo entrar, mi bata era un poco corta y transparente, me avergoncé un poco más al percatarme de que podía verme el trasero. -Esperame que voy a ponerme ropa, si queres servite algo.- Subí hacia mi cuarto y me puse unos shorts de jean oscuro y una camiseta de tiras color blanca. -¿A qué se debe tu visita?- Pregunté al volver con él.

Martín me sonrió. -Bueno, vengo a ayudarte a pintar como prometí.-

-Pero...- Dije sin entender. -No fui a tu fiesta ayer...-

-Ya lo sé, pero prometí ayudarte a pintar.-

-Gracias, siento mucho que no pude ir.-

-¿Qué tuviste que hacer?-

-Estaba muy cansada.-

El asintió y sonrió. -¿Desayunaste?- Negué con la cabeza. -Te hago un café y unas tostadas.-

Sonreí. -Tendría que ofrecerte yo, no al revés.-

-No importa.- Se metió en la cocina, yo me senté en la mesa del comedor y encendí la televisión, puse el canal de la música a un bajo volumen, solamente para que algo se escuche por si hay silencios incómodos entre Martín y yo. 

-Hay tostadas de dieta en la alacena.-  Grité desde donde estaba. Decidí por levantarme y ayudarlo en la cocina. Estaba haciendo café, entonces abrí la alacena y saqué el paquete de tostadas. -Estas como, las comunes no.-

-Son mejores las mías.-

-No lo dudo pero solamente como estas.- El sonrió gracioso y siguió haciendo el café, mientras yo volvía al comedor con las tostadas y la mermelada light.

Al instante Martín trajo los cafés y las tostadas que él había hecho. Se sentó frente a mí, en la inmensa mesa de madera oscura. -Sos la chica light.-

-No solamente como sano, no ingiero grasas, ni fritos, ni tampoco dulces.-

-¿Y tu novio no te regala?-

-No tengo novio.-

-Bueno ¿tu ex novio no te regalaba?- Preguntó gracioso.

-El sabía que no quería, así que no lo hacía.-

-No es malo comer algo dulce o frito o grasoso.-

-Prefiero no hacerlo.-

-¿Y sos correcta en todo?-

-Supongo.- Digo mientras tomo un sorbo de café. -Esto esta buenísimo.- Digo al sentir aquel delicioso sabor.

Le sonrío y me sonríe. 

Luego del desayuno comenzamos a pintar, para cuando acabamos ya era de noche tarde. Miré el reloj y eran casi las diez de la noche. -Uy! se hizo muy tarde.- Le digo.

-¿Tenes algún compromiso?- 

-No,- Digo riendo. -no conozco a nadie.-

-Pensé que cenarías conmigo.-

Sonreí. -Ok.- Martín fue a su casa para bañarse y cambiarse, yo hice lo mismo. Me puse un vestido color blanco con flores y hojas de color rosa y verde en la pollera. Martín volvió para recogerme, él llevaba una camiseta de mangas cortas y unos jeans, se veía bien. Subimos a su camioneta. Fuimos a un restaurante en el centro, era pequeño y acogedor, jamás pensé que diría que un lugar así pueda gustarme. Nos sentamos en una mesa y un mozo nos trajo el menú. Me pedí una ensalada gourmet con pollo, Martín se pidió pastas. Cuando nos trajeron la comida, comenzamos a charlar de nada relevante. -¿Hace mucho que están con Paz?-

-Cuatro años.-

-¿No pensaron en casarse?-

-Somos jóvenes.- Dijo riendo pero al ver que lo decía en serio dejo de hacerlo. -¿Hace mucho que no estas de novia?-

-Una semana, aproximadamente.- Dije restandole importancia.

-¿Y estas bien?-

-¿Me ves mal?-

-Bueno, por algo te habrás mudado.-

-Solamente no era para mi.- Dije para terminar con el tema. El asintió, comimos un momento en silencio cuando Paz apareció, estaba con Magalí, la otra chica que trabajaba en el parador de Juan. Paz tenía cara de pocos amigos, saludé y me disculpé para ir al baño. Esperé un momento frente al espejo y volví a la mesa, las chicas ya se habían ido. -¿Esta todo bien? ¿Querés que me vaya?-

-No, para nada. Solamente estamos teniendo problemas con Paz y vino a despedirse.-

-¿Despedirse?-

-Se va a Córdoba.-

-¿Puedo saber por qué?-

-Se escapa de mi, dijo que no quiere vivir más acá porque siente que la ahogo.- Levantó los hombros. -¿Que puedo hacer si ella se quiere ir?- Asentí, tomé un sorbo de agua. -Vamos a poder pasar más tiempo juntos.-

Mensajes del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora