Mensajes del mar

Capitulo 7

Aunque mi nariz dolía por el golpe, tenia hinchado y un poco morado, me sentía feliz por lo que había sucedido con Martín. Sentía algo que hacía mucho que no sentía, algo en el estómago y en todo mi cuerpo, un revoloteo o algo que no sabía muy bien qué era. Recuerdo que cuando conocí a Tomás lo sentí pero esta vez era diferente, supongo que el amor no se manifiesta de la misma manera en el cuerpo de cada...

Esperen, ¿acabo de decir amor? No, es una locura. Quise decir que cuando uno aprecia o desea o... algo así. Bueno la cuestión es que siento algo distinto por Martín y aún no sé qué es. Es algo extraño que me da felicidad, que me hace sentir que algo rebota dentro de mí y me produce un cosquilleo que me hace lanzar risitas estúpidas sin razón alguna. 

Era estúpido pensar que estaba "enamorada" de Martín si ni siquiera habíamos tenido un contacto... íntimo. Uno de aquellos cosquilleos me produjo risa, ante ese tonto pensamiento. Mi celular sonó y atendí mientras reía.

-¿De qué te reis?- Se oyó la voz de Martín al otro lado, haciendo que se detenga el mundo, que mi garganta se seque y que ese no sé qué comience a rebotar con fuerza y rapidez. -¿Hola?- Dijo cuando no recibió respuesta alguna por mi parte.

-Me rio de mí- Dije. -Pensaba algunas estupideces.-

-¿Y en algunas de ellas estoy yo?-

-Quizás-

-Ah... estas misteriosa.- Reí como tonta. -Me gustaría verte hoy.-

-No, ¿estas loco?- 

-¿No queres verme?-

-Si, pero estoy horrible, tengo la nariz hinchada y morada.-

-¿Y?- 

-Que no quiero que nadie me vea.-

-Voy a tu casa, no salimos de allí para que nadie vea tu monstruosa nariz.- Dijo en broma, a lo que me reí como tonta. -No seas boba, es imposible que te veas mal.-

-Bueno, pero con la condición de que vos traigas comida.-

-Sus deseos son ordenes señorita.- Dijo para luego colgar.

Me levanté finalmente de la cama, era domingo y no tenía que trabajar, ahora que Juan había contratado a dos meseras más, tenía los domingos libres. Me fui a bañar,  me puse un vestido azul con botones adelante y cuando terminé de cambiarme Martín ya estaba en la puerta. Le abrí y lo deje pasar, intentó saludarme con un beso en los labios pero al ponerme nerviosa, corrí mi rostro para que me bese la mejilla. -¿Qué trajiste?- Dije señalando la bolsa que tenía en su mano.

-Comida hecha, pollo asado con papas fritas, obviamente.-

-Mmm- Hice un sonido de saboreo. 

-¿En serio?- Dijo él riendo.

-¿Qué?- Pregunté confundida.

-Es extraño que no te quejes de la comida que tenga grasa.-

-Grasas trans, querrás decir y no, no me molesta.- Tomé la bolsa y la apoye en la mesa del comedor, cuando me giré en torno a él lo tenía muy cerca, sonreí ruborizándome mientras mi corazón golpeaba fuerte contra mi pecho.

Puso una mano en mi cintura y acarició mi rostro, tocó suavemente mi nariz, puse cara de molestia. -¿Te duele?- 

-A penas.- Le sonreí. Me mordí el labio para reprimir la risa al sentir aquel cosquilleo. Me puse en puntas de pie para llegar estar a la misma altura que él, sonreí soltándome el labio, Martín también mordía su labio, así que con mi dedo pulgar lo separé de sus dientes. Luego puse mi mano en su nuca y me acerqué a él, lo bastante como para sentir su respiración, su aliento soplando en mi cara. -¿No vas a hacerlo?- Susurré mientras clavaba mis ojos en los suyos. Él sonrió, se acercó lo poco que faltaba para que nuestros labios se encuentren y se fundan en un apasionado beso. El beso se hizo más intenso, sentía como el calor recorría todo mi cuerpo, ese calor de excitación que no podría contener. Quité su camiseta y nos dirigimos hacia el sofá que está en medio del living, nos sentamos sin dejar de besarnos. Él comenzó a desabrochar mi vestido. en ese momento me entró un pánico terrible por lo que estaba pasando, qué sucedía si no era lo suficientemente perfecta para él. -Espera.- Dije rápidamente, haciendo que Martín se sobresalte. -¿Vamos a... a comer? Es que.. te...tengo un poco de hambre.- Tartamudeé