Intenté llamar durante toda la semana a Tomás pero no contestaba, estaba devastada, me sentía estúpida por estar suplicando que me conteste, pero sin embargo seguía intentándolo.
El parador en el que trabajaba estaba repleto de gente este viernes, al parecer el fin de semana largo había traído bastante gente pero sin señal alguna de Martin, no era que me importara que el vaya o no, simplemente me parecía extraño. Miraba su mesa a cada rato, por nada en particular. -Él no va a venir- Dijo Juan a mis espaldas.
-¿Quién?- Pregunté desentendida, lo miré esperando respuesta mientras él se hacia el distraído.
-Tincho.- Dijo mientras contaba el dinero que había en la caja. -¿Por qué no vas cerrando?-
Me dirigí a la puerta y coloqué el cartel de cerrado, pongo llave en la puerta para que nadie entre y vuelvo a donde está Juan. -No espero a Martin.- Tomó mi celular del bolsillo para ver si tenía algún mensaje pero no tenía ninguno.
-Esta noche hay una fiesta en lo de mi novia.- Dijo ignorando mi comentario, que al parecer no creyó pero no me interesaba, estaba muy segura de lo que decía.
-¿Cuál es tu novia?- Pregunté, no sabía que tenía una novia. -¿Estaba en la fiesta?-
-Sí, Rufina.- Hice memoria un momento y luego recordé a Rufina, asentí ante el recuerdo de cuando Martin me la presentó. -Bueno, es esta noche cerca de mi casa. A las 12 vamos, si queres venir.-
-¿Martin va?- No sabía por qué preguntaba por él, pero simplemente lo hice.
-Esta invitado.- Sonrió insinuante mientras anotaba algo y cerraba la caja con llave.
Salimos por la puerta de atrás, caminé hasta casa, mi celular sonó atendí pensando que sería Martin para insistirme que vaya esta noche, como siempre que había una fiesta lo hacía. Me parecía insoportable que haga eso, porque quería decidir yo si quería o no hacerlo. -No sé si voy a ir, por favor no insistas.- Dije con una sonrisa dibujada.
-¿De que me hablas Ana?- La voz de Tomás se oyó del otro lado, mi corazón se detuvo, la respiración se cortó y la mente se me bloqueó completamente. No sabía si hablar o esperar que él diga algo ¿qué debía hacer? Tanto tiempo estuve esperando que este llamado llegué pero jamás había pensado qué iba a decirle. -¿Ana? ¿Seguis ahí?- Dijo ante mi rotundo silencio. -Creo que se corto, ¿hola?-
-N..no, ho..hola.- Dije tartamudeando. -Pensé que... nada.- Dije mientras chistaba. -¿Cómo estas?-
-Mal, te extraño hace dos meses que no me dirigís la palabra, nadie quiere decirme dónde estas, muchas veces tenes el celular apagado y no te encuentro.-
-Si, pasa que...- Pero antes que pueda seguir hablando me interrumpió.
-Quiero que vuelvas, quiero que nos casemos y que pases todo el tiempo conmigo. ¿Dónde estas? Voy ahora mismo a buscarte.-
-No, necesito estar sola.-
-Anabella, te dije que...- Y corté el teléfono antes que pueda oírlo.
Eran las 11:50 de la noche, si quería ir a la fiesta tenía que bañarme y cambiarme, aunque mi cama se veía bastante acogedora, pero quería saber que era lo que le sucedía a Martin que ya no iba al parador, solo por curiosidad.
Me puse un vestido corto, color champagne, suelto y unos zapatos bajos. Caminé desde casa hasta la dirección que Juan me había pasado en un mensaje. La música se oía desde la esquina, toqué la puerta pero nadie fue a abrirme, esperé hasta que finalmente Juan abrió la puerta mientras reía de algo cuando atendía su celular. Me hizo señas para que entre, lo hice. Había aproximadamente unas 20 personas en una pequeña casa, que hacía parecer que había muchas más. La música retumbaba en las paredes, mientras se mezclaba con el murmullo de las personas.
Busque a Martín pero no lo encontré por ningún lado.-¿Me buscas?- Me giré en torno a aquella voz que me hablaba al oído, para ver a Martín que me sonreía.
-No, para nada.- Puse cara como si hubiera dicho un disparate.
-A mí me parecía que sí.- Insistió.
-No, estas loco. ¿Para qué te buscaría?- Me senté en un sillón, él se sentó a mi lado aún sonriendo.
-No sé, supongo que para hablarme de tu novio.-
Me reí. -No es mi novio, ya no.- Suspiré, esperé un momento y lo miré. Estaba esperando que diga algo. -Me engañó con mi mejor amiga, o eso pensé que era.-
-¿Y estaban hace mucho tiempo?-
-Sí, desde la secundaria, estábamos a semanas de casarnos.-
Se sorprendió al oírme, suena mal y triste pero es la triste realidad de mi vida. -Lo siento.- Le sonreí en señal que todo estaba bien, aunque un nudo se ubicó en mi garganta. -Paz se fue.-
Tragué saliva. -Si, me dijiste. Pero no el por qué.-
-Porque dijo que quería alejarse de mí, que lo necesitaba. No entiendo por qué pero si ella lo quiere así, creo que esta bien.-
-Somos el club de los dejados.- Martín rió ante mi comentario y asintió. Nos quedamos un momento en silencio mirándonos. Se acercó lentamente a mí, faltaba el 10% de acercamiento para que nuestros labios se encuentre, no lo dude y lo hice. Parecía que la música se había apagado, que la gente había desaparecido, nada más eramos él y yo, besándonos.
Me tomó de la cintura y me acercó más a él, me abrazó con fuerza. como si quisiera escaparme. Tenía más ganas de quedarme así durante horas. Martín no dejaba de besarme y yo no quería que deje de hacerlo.
-¿Martín? ¿Martín? ¿Martín?- Una voz hizo que nos separáramos. Martín se levantó rápidamente, yo aún estaba algo idiota por el beso, pero también lo hice. Martín discutía con esa chica, que era... era... ¿Paz? -¡Y vos!- Se dirigió a mí. -¡CON ELLA! ¿EN SERIO?- Se dirigió a Martín y ahora volvió a mí. Levantó su puño y lo hizo impactar contra mi nariz. Me tomé la nariz mientras caía sentada en el sillón, las lagrimas comenzaron a rodar por mis ojos.
Paz, que no tenía nada de paz, se fue y Martín se giró hacia mí. Me tomó entre sus brazos y me llevo hasta su camioneta, mi nariz sangraba y empapaba mis manos, dolía y por eso lloraba. Llegamos a la clínica, me atendió un medico y me dijo que no era nada, solamente me sangraba por el golpe, pero que estaba todo bien. Una vez que salimos de la clínica una vez que me limpiaron la nariz cuando dejó de sangrarme, Martín dejó de estar tenso.
-Lo siento mucho.- Dijo.
-No fue tu culpa, solamente está loca.- Bromeé, pero él no rió. -¿Qué pasa?-
-Arruino, un lindo momento.- Se detuvo, se puso frente a mí y me tomó de las manos.
Me puse algo nerviosa. -Te besaría pero todavía me duele la nariz.-
Al fin rió. -Esta bien.- Me tomó de la mano, soltándome la otra y caminamos hacia su camioneta.
Una vez que llegamos a la puerta de mi casa, detuvo la camioneta. Quería invitarlo a pasar, pero sería demasiado rápido. Así que preferí no decir nada. -Gracias por traerme y por llevarme al médico.- Dije señalando mi nariz hinchada, me quería matar, debería verme horrible, por suerte era de noche y no podía verme bien.
-¿Te duele?-
-Ya no, solamente que esta hinchada, seguro que estoy espantosa.-
Rió nuevamente, era un sonido hermoso. -Eso es imposible.- Le sonreí. -Entonces si no te duele... ¿puedo...?- Se acercó a mí.
Asentí y me acerqué a él para fundirnos en un increíble beso.
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Mensajes del mar
ChickLitAna tiene la vida perfecta, tiene el novio perfecto y el futuro casamiento perfecto. Para ser sinceros es la chica más superficial que existe en esta tierra, pero algo la va a cambiar.