02. Primer día y... ¿Tacleada?

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Layla

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Layla.

Después de unas horas llegamos a Nueva York, Manhattan. El viaje fue muy entretenido, Grace le dijo o mejor dicho le suplicó a la señora a mi lado que cambiaran de asiento, esta aceptó luego sobornar a mi amiga para que le pagara 50 dólares. Qué dulce.

Pero luego recuperó el dinero ya qué ganó la apuesta, Maya no aguantó una hora con esos dos. Les diré, no sé cómo lo hizo, pero encerró a uno de los niños en el portaequipaje mientras el otro estaba amarrado al asiento inconsciente. ¿La madre? Profundamente dormida.

Un viaje tranquilo sin duda. Cómo sea, el padre de Grace se iba a encargar de enviar el auto de ella y el de Maya pronto, por lo que tomamos un taxi. Al llegar el taxi nos dejó al frente de un gran edificio blanco de unos 6 pisos. Entramos y nos dirigimos o mejor dicho ellas se dirigen hacia el elevador porque nos quedaremos en todo el último piso. No me gustan los elevadores.

— ¿De verdad vas a subir 6 pisos por las escaleras?

Asentí y les di mis maletas para empezar a subir, sin embargo, la castaña me detiene.

— Hey rojita. — Volteo y me encuentro con una sonrisa plasmada en su rostro — La última en llegar al apartamento tendrá que hacerse cargo de las compras los siguientes dos meses.

El elevador se cierra y da inicio a una apuesta. Mierdas y más mierdas. Empiezo a subir corriendo no sin antes apretar el botón para llamar el elevador otra vez. Vamos, ellas tienen ventaja.

Piso uno. No quiero perder.

Piso dos. No quiero hacer las compras.

Piso tres. Te odio Grace.

Piso cuatro. No siento las piernas.

— Vamos piernitas, solo un piso más. — Me susurro a mi misma cuando veo el número 5 en la pared.

Al llegar al piso veo a las chicas que me miraban con diversión y antes de que me dijeran algo decidí entrar. No tengo tanto aire en los pulmones para reclamar. 

No fue difícil encontrar un lugar donde quedarnos, este edificio le pertenece a la madre de Maya por ende el último piso y la terraza era toda nuestra, la idea de vivir en una hermandad no nos gustaba tanto.

El interior era hermoso, una gran sala, los muebles son de color crema, las paredes de blanco, al frente de este estaba un televisor y una mesa en el centro, la cocina y el comedor a la derecha. Dios es muy espaciosa.

Miré a las chicas y sé que pensaron lo mismo que yo. Las tres corrimos a las habitaciones que estaban al fondo y al frente de ellas estaban dos baños. Yo entré a la última habitación, esta tiene las paredes de un color salmón, una cama al lado izquierdo con dos mesitas de noche y una lámpara de corazón, un televisor al frente, un pequeño mueble de color negro con una mesita en una esquina, una gran ventanal, una puerta a la derecha que lleva al armario y en el tocador con un espejo de cuerpo completo.

Broken dreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora