Layla.
Miedo.
Es una de las emociones más desesperantes y desgarradoras que podamos sentir, y no podemos simplemente fingir que no está. Sientes tú cuerpo temblar, tu corazón a un ritmo desenfrenado y las gotas de sudor que corre por todo tu cuerpo; luego ya no tiemblas, solo te paralizas y es ahí cuando sabes que el miedo llegó a su punto más alto, dónde quedas a tal grado que no te mueves, no sigues los movimientos con tu mirada, dejas de hablar, simplemente no respondes.
Ese es el miedo que sentí al estar semidesnuda en ese frío asfalto junto a esos hombres y honestamente, creí que estaba perdida hasta que ví a Keegan segundos antes de caer inconsciente.
Fueron unos segundos tan cruciales en los que pude verlo, tan solo estando ahí de pie hizo que una ola de emociones me invadiera por completo; la felicidad que sentí al verlo fue algo totalmente inexplicable. Nunca creí estar en esa situación y mucho menos, que fuera Keegan ese héroe inesperado.
Tampoco creí que estaría en su habitación, sentada en su cama, recién salida de la ducha y usando su ropa con su perfume impregnado en ella pero, para todo hay una primera vez, creo.
— Gracias, y también gracias por la ropa. — Digo un poco apenada y bebo mi chocolate, me doy cuenta que me mira de pies a cabeza y un leve color carmesí pinta sus mejillas.
¿Keegan acaba de sonrojarse o me estaré volviendo loca? Eso es nuevo... y tierno.
— ¿Mis ojos me engañan o Keegan Caleb Lobito Lorusso está sonrojado? — Intento bromear para evitar pensar en los acontecimientos de esta noche.
— Claro que no. — Me gruñe evitando mirarme a los ojos y se pasa las manos por el rostro. Sus manos... estaban rojas y con la piel rota en los nudillos, y a diferencia de cuando estábamos en el auto, ya no las tiene cubiertas de sangre,— Debemos desinfectar esa herida. — Lo escucho carraspear y alejo la mirada de sus manos, lo había puesto incómodo, genial. Se coloca de cunclilla para estar a mi altura y saca del botiquín unos algodones y alcohol,— Te dolerá solo un poco, ¿De acuerdo?
Asiento mirándolo a los ojos, los suyos en cambio estaban puestos en mi herida con demasiada concentración, no puedo apartar mis ojos de su rostro... De sus ojos, eran simplemente encantadores.
Siento que desde que lo conozco no paro de admirar sus ojos.
Keegan toma en sus dedos un algodón con alcohol ya listo y lo presiona un poco haciéndome soltar un pequeño quejido de dolor, acto seguido se acerca demasiado a mi rostro poniéndome nerviosa y sopla el área punzante.
— Ya, ya está, pequeña... — Me susurra con ternura, podía sentir su respiración chocar contra mi piel, estaba tan cerca que nuestras narices se rozaban haciendo que mi respiración se cortará al instante.
¿Por qué no puedo reaccionar cuando estoy así con Keegan? No, no. Tengo una mejor pregunta, ¿Por qué siempre termino en esta situación con Keegan?
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Broken dreams
Teen FictionTodos soñamos con tener la vida perfecta, pero no contamos que con ella no viene la verdadera felicidad. Layla Price es el sinónimo de perfeccion. Hermosa, inteligente, amable y divertida; todos creen que su vida es perfecta, pero no es así. Keegan...